Edgardo González o «Daro G.», el caricaturista de EL PUEBLO
Los artistas suelen tener una sensibilidad especial que les permite expresar por medios que no son los más comunes en la comunicación (poesía, pintura, música, dibujo), el mundo que los rodea. En Edgardo González es muy notoria esa sensibilidad, pero estos días, en que el posible cierre de Diario EL PUEBLO fue preocupación de muchos, esa sensibilidad parece agudizarse. Claro que decir Edgardo González no significa tanto como decir «Daro G.». El seudónimo sí, hace que inmediatamente se diga: «¡es el caricaturista del diario!». Es él, Daro G. o Edgardo González el protagonista de nuestro Al Dorso de hoy.

¿Qué decir sobre tu infancia? Hablanos por ejemplo de tus padres…
Nací el 10 de abril del 61. Me crié hasta los 8 años allí en la zona de 8 de Octubre y Luis A. de Herrera. Luego nos fuimos a Cien Manzanas, varios años estuvimos ahí. Concurrí siempre a la Escuela 3, que antes la compartíamos con la 1, en calle Larrañaga y Artigas. Mi padre, el «Pelado» Amado González, siempre trabajó en los cines: Metropol, Ariel, Sarandí. Era también zapatero, talabartero, comerciante, bolichero también como mi madre, que hace poco falleció con sus 90 años.
¿De niño ya surge la inclinación por dibujar?
Sí, claro. Los comienzos míos están en la escuela. Mis primeros garabatos salen de ahí, de dibujar compañeros de escuela, de liceo. Siempre fui de hacer garabatos. De ese boliche de mis padres, en el famoso papel de estraza la gente se iba con dibujos míos. Imaginate la cantidad que habré hecho y se los han llevado muchos.
Y después, ¿cuáles fueron tus ocupaciones?
Luego comencé a trabajar en varios lugares, construcción, arrancador de naranjas, packing, luego entré en la Intendencia; ya antes en un diario local hice algunas licencias como dibujante, y luego comencé firme. Comencé en Diario EL PUEBLO hace unos 29 años… Siempre digo que no soy un profesional, mis caricaturas son más bien historietas, pero me siento como autor de un humor medio negro por decirlo de alguna manera (risas), mi humor sale de las noticias del diario, sale de la calle, de las personas con las que hablo o me cruzo. Algo que me gusta aclarar es que en todos lados donde trabajé como dibujante fui muy respetado, Adriana (Directora de EL PUEBLO) siempre ha respetado mucho mi trabajo, jamás tuve una censura. También en Diario El Heraldo de Concordia trabajé, hice parte de las caricaturas, conocí excelentes personas, también he mandado dibujos para La República, para Guambia… Algo que me quedó como un debe porque siempre lo soñé fue haber participado en la famosa revista El Dedo… Son cosas que uno sueña.
¿Cómo son tus dibujos? Hablanos más de eso que hacés todos los días…
Trato que el dibujo sea lo más común, sin palabras rebuscadas. Me identifico con Peloduro, inclusive por los talleres que he hecho. Se formó el Espacio Peloduro hace unos años atrás, y compartíamos grandes talleres con una gurisada bárbara, y eso se fue perdiendo… La caricatura y el dibujo se van perdiendo, no han salido más talleres y es lamentable que esas cosas se pierdan. Tengo más de 3.000 dibujos, pero he seleccionado. La cantidad de dibujos perdidos por ahí es impresionante, no sé, la verdad que no sé cuántos serán. Acá nomás tengo dibujos agrupados por años, desde el 95 o 96 más o menos en adelante, los tengo por años, y varios han quedado por el camino, han quedado en cajones en el diario, o en otros diarios…
Y sobre el humor, que es esencia de tus dibujos, ¿qué más podés decir?
El humor está en cada persona, en cada palabra, en cada gesto y plasmado en el papel crea otro tipo de perspectiva ante la vida. El humor es parte de la vida, parte de lo que te transmite la otra persona también. Alberto Rodríguez (ex Secretario de Redacción de EL PUEBLO) siempre me decía que el humor en un diario siempre tiene que estar. Yo le decía: ¿será? Sí, me decía él, mirá que es así. Y bueno, uno pretende siempre superarse. La gente muchas veces te dice: vi tu caricatura y justo estaba pensando lo mismo. Cosas con las que uno queda un poquito orgulloso (risas)… Por lo menos hay quien me lee y comparte. El humor siempre te lleva a grandezas en la vida, porque es lo que nos hace sonreír por encima de las dificultades, de los problemas; decir que todo está bien, que habrá un mañana mejor, es bueno también.
¿Anécdotas vividas en este diario?
La verdad que anécdotas en EL PUEBLO, muchas (piensa, se emociona). Una es que surgió el personaje la Rata, que es parecido al Pulga de Suárez Sedraschi (Peloduro).
De la Rata hay montón de anécdotas. Es un personaje que sale siempre debajo de las caricaturas, acompaña. Es un personaje que es parte de uno, hay gente que se ha tatuado la Rata, no sé, son cosas insólitas…Puedo contar por ejemplo que a Alberto (Rodríguez) le sigo diciendo Jefe, y con él hay mil anécdotas, muchas charlas, para mí un hombre siempre impecable, me ha corregido mil veces, me ha dicho que fuera por este o por aquel camino. Otra anécdota que puedo contar es que una vez que Lacalle Herrera vino a Salto me quiso conocer, y tuve que hacerle una caricatura.
También has estado en el exterior, ¿cómo es eso?
En el año 2000 me fui a Estados Unidos, vi mucha caricatura en Noaa, en la Quinta Avenida de la Gran Manzana, muy cerca del teatro Broadway, en Nueva York, y siempre volviendo, porque tanto en la Intendencia como acá en el diario me esperaban. Después emigré a España, en Madrid tuve oportunidad de dibujar en la calle, en la Plaza del Sol, hice caricaturas, cuando te va mal en el trabajo hay que hacer lo que sale…
Y también es un hombre de Carnaval…
Sí, he participado mucho en carnaval, me encanta el carnaval, siempre estoy. Ahora en el grupo de parodistas, estuve en el grupo Arlequín, me encanta la murga, también el candombe e incluso he participado como gramillero en varias comparsas. La verdad que la actividad cultural siempre me atrajo, y es lo que muchas veces en el dibujo puedo expresar.
Cuando se habla de la sustitución del papel por lo digital, ¿qué reflexión te merece?
Es cierto que muchos hablan de la era digital, pero ¿a quién no le gusta abrir el diario un domingo, con su silla plegable, su termo y su mate y sentir ese olor a papel, tocar ese papel de un diario? No hay cosa igual. Yo me siento orgulloso, muy orgulloso del trabajador del diario, desde el que está en la entrada hasta el último que se mancha las manos de tinta, desde el que grita en una rotonda vendiendo, el que reparte, hasta el que lo recibe.
Pregunta casi obligada para terminar: ¿cómo viviste estos días el anuncio de posible cierre de EL PUEBLO?
Me afectó muchísimo, pero muchísimo. Cuando surgió la primera reunión hace un par de semanas atrás no lo podía creer. Después, te diré que no puedo creer cómo la unión hace la fuerza, cómo todos los funcionarios nos pusimos la camiseta de Diario EL PUEBLO y dijimos: esto no puede ser, acá tiene que haber una solución. Son más de 70 familias y a todos nos duele dejar familias sin trabajo, o ver personas que se van a quedar sin trabajo. Pero a mí lo que más me duele es el canillita.
El canillita, el que lleva el diario, el que labura en una rotonda, en una esquina, el famoso grito «Diarioooo… diarioooo…diario de hooooy…». Eso a mí me parte, realmente. Hubo una gran unión y pienso que seguirá habiendo, porque se van a venir tiempos difíciles para este año que viene y tenemos que seguir luchándola. Este diario tiene 62 años, mil cosas pasaron, miles de personas, miles de anécdotas han pasado por estas paredes. Así que yo creo que esto no se termina, esto tiene que seguir. A toda la gente que confía en el diario le digo que tengan la certeza que vamos a hacer hasta lo imposible para que este diario salteño, que es la voz de salteños, de los de acá, nacido entre naranjales, siga y siga…
Estoy muy sensible y justo me toca hablar de humor en esta entrevista, te podrás imaginar que la sensibilidad está a flor de piel.
Te diría que estoy como esos boxeadores que les han pegado una paliza y no sé sabe cómo pero se levantan, así estamos todos me parece, noqueados pero parados para poder llegar hasta el final y ganar esta pelea.
Hoy por:
Jorge Pignataro
