No sé si hace años que es así y yo no había prestado la suficiente atención como ahora, o es que este año se acentuó más (¿será por ser año electoral tal vez?), no lo sé…Pero la verdad es que este año noté, como nunca antes, un montón de fuegos cruzados en torno al tema de la mujer, sus derechos, el rol que ocupa en la sociedad, etc., etc. Todo enmarcado en el Día Internacional de la Mujer que se conmemoró este viernes 8 de marzo.
Fuegos cruzados digo, hasta en no estar de acuerdo si corresponde decir “conmemoración”, “celebración”, o qué término utilizar para referirse a esa fecha. Estamos en medio de una generalizada susceptibilidad cada vez mayor, parece.
Claro que me parece muy bueno, me parece excelente diría, que temas como este figuren entre las preocupaciones y ocupaciones de la gente, que se discuta, que se intercambien ideas, en fin…Pero no me gusta cuando se torna un debate con agresiones, con violencia, con actitudes discriminatorias hasta provenientes en algunos casos de quienes, paradójicamente, reclaman que no haya discriminación.
Estamos cansados de que se hable de “brechas” en la sociedad. Pero no porque no queramos que se hable, al contrario, simplemente porque por supuesto que a lo que aspiramos todos es que esas “grietas” o “brechas” algún día dejen de existir. Porque en verdad las hay: izquierda por un lado y derecha por otro, por dar solo un ejemplo. Entonces uno se pregunta: ¿le vamos a sumar a ello la división entre hombres por un lado y mujeres por otro? ¿Surge algún beneficio si hacemos eso? ¿No se puede luchar por los derechos de todos por igual sin hacer divisiones tan exageradas como algunos proponen? Da para pensarlo…
Lo cierto es que el viernes en todo el mundo fue el Día de la Mujer, y yo, aquí en Salto, estoy pensando en Etelvina Migliaro, Elvira Castellini, Nora Ravagni, Rosa Silvestri, Jacinta Balbela, Dora Paiva, Catalina Harriague, Felisa Lisasola, Nydia Arenas, Lacy Duarte, Marosa di Giorgio, tantas…Yiya Migliaro, Ofelia Piegas, Myriam Albisu, Estela Rodríguez Lisasola, Amalia Zaldúa…Tantas y tantas otras, tantas mujeres que supieron sobresalir en las diversas actividades que llevaron adelante…Muchas de ellas presentes hoy, además de lo más importante que es en la siembra inmaterial que nos dejaron, en los nombres de calles, escuelas, entre otras instituciones salteñas.
Pero están también las grandes heroínas que quedan en el anonimato. Por ejemplo, esas mujeres que salen a trabajar todos los días y, pese a los precios que tenemos y a los sueldos con los que deben hacer malabares, le dan a sus hijos comida todos los días, y ropa, y útiles para ir a la escuela…Ellas también sobresalen.
Mujeres que sobresalieron y sobresalen sin necesidad de salir en los medios hablando mal de nadie, sin necesidad de mostrar su vida privada en redes (cosa que muchas de ellas obviamente no llegaron siquiera a conocer), sin falsas poses, sin ansias desesperadas de protagonismo, y principalmente sin rechazo, ni rencor, ni mucho menos odio hacia los hombres.
Lo digo porque desde hace días vengo escuchando y leyendo por distintos lados, mensajes más propios de la barbarie que de la civilización; mensajes propios de una guerra diría yo, como si esto fuera una guerra contra los hombres, quiero decir, como si fuera necesario implantar esa guerra para luchar por derechos, reivindicaciones, etc.etc.
No es bueno provocar más divisiones. Lo bueno sería que aprendiéramos a convivir todos juntos. Por supuesto que no estoy de acuerdo con el abuso de hombres hacia mujeres, por supuesto que me duele un femicidio (¿precisa aclararlo?), pero no es el camino sembrar la división y el odio. Al menos es nuestra opinión.
Yo no generalizo, porque en este tema, como en todos, hay de todo. Pero no llego a comprender que haya mujeres que odien tanto a los hombres (y en esto habitualmente generalizan: “los hombres” dicen). Respeto su opinión, pero de ninguna manera la comparto. Primero, porque creo que el divisionismo y el odio no conducen a nada bueno. Y además, por lo más básico y elemental: mujeres y hombres nos necesitamos mutuamente para construir “una sociedad mejor”, “un mundo mejor”, “más igualdad y oportunidades para todos”, como tanto gustan decir algunos.
Muchas son las contradicciones que noto en estas cuestiones. Palabras más o palabras menos, vi un cartel en una marcha feminista que decía algo así: “Reclamo porque cuando tenga una hija, daría todo por proteger su vida”. Muy bien, ¿y cómo esa mujer tendría una hija sin un hombre? Bueno, capaz soy yo el problema, capaz me equivoco por tener un pensamiento anticuado, obsoleto, arcaico…y no comprendo los alcances de esta postmodernidad.
En fin, ojalá que cuando decimos frases como “el día de la mujer son todos los días”, lo llevemos a la práctica. Porque a decir verdad, siento que todo ese escándalo casi de una guerra que antes le comentaba que estoy oyendo desde el viernes, me parece que ahora mismo, o mañana, o pasado tal vez, ya empieza a acallarse…
Me permito cerrar esta página con la breve reflexión publicada este sábado en página 3 de EL PUEBLO:
¿Usted se imagina, hace 30 años, que una mujer fuera electa Vicepresidente de la República? Difícil. Sin embargo hoy la Vicepresidente es Beatriz Argimón por voto popular. ¿Usted se imagina la Intendencia de Montevideo en manos de una mujer hace 40 años? Probablemente no. Pero hoy se ve con total naturalidad que en ese cargo esté Carolina Cosse y que, como si fuera poco, tenga grandes chances de ser electa Presidente de la República dentro de poco tiempo. ¿Y que la principal figura del Ministerio de Economía fuera una mujer lo imaginaba usted hace 30 o 40 años? Seguramente tampoco. Y hoy es Azucena Arbeleche la Ministra de Economía y Finanzas de este país.
Los mencionados son solo tres ejemplos, entre muchos, de cómo la mujer ha ido ocupando cargos que hace algunas décadas, poco menos se asumía que eran exclusivos para hombres. Más aún, antes todavía era poco probable que (siguiendo el ejemplo de las mencionadas) una mujer se recibiera de Escribana, Ingeniera, Economista.
Sé perfectamente (los números son claros) que actualmente para una mujer es más difícil acceder a un trabajo y mantenerse en él, que la tasa de desempleo es mayor en mujeres que en hombres, que los sueldos (en promedio) son mejores en hombres que en mujeres, que en cargos de decisión del Estado sigue habiendo más hombres que mujeres…
Pero…¿Alguien puede dudar que se ha avanzado en procura de la tan mentada igualdad? Creemos que los avances son evidentes. Lentos sí, por supuesto, como lo son en todo proceso histórico. Venimos de una cultura de tradición machista, tampoco de eso hay dudas.
Ahora bien, ¿se puede seguir avanzando si se fomenta el odio hacia los hombres y la cultura patriarcal? Creemos que no. Creemos que el camino es mirar hacia adelante, y sin desconocer el pasado ni renegar de él, apostar a un cambio, a ese cambio que mujeres como las ya nombradas y otras, tantas otras miles y miles, han demostrado que es posible.