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domingo, 11 de mayo de 2025
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¡Hacía tantos años que no venía al centro!

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Diario EL PUEBLO digital
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Cuando Jacinto le dijo «me voy para el centro», la pobre Ramona tembló más que un junco en días de tormenta. ¿Cuánto hacia que el Jacinto no iba para el centro?, una punta de años. Ambos eran jóvenes, fuertes, audaces, y con ganas de esas cosas todavía…Y ahora, ya de siete décadas de andar cruzando almanaques…

Ir al centro para ellos, que vivían en plena campiña, en el medio del departamento, era ir a la ciudad de Salto, aclaro por las dudas.

– Pero viejo, ¡justo ahora se te ocurre ir!. Si hace una ponchada de años que no vas, ¡quien sabe como está la ciudad!.

– Que yo sepa, no la han movido, sigue prendida junto al río. El camino vecinal está bien, el entronque con la 31 también, y la forchela será vieja, pero, para ir y venir al centro, se da y se sobra.

– Pero es un cachilo que come mucha nafta, viejo.

– Me voy para el centro y punto. Y cuando yo digo que me voy para el centro, me voy para el centro, ¿tamo?

Resignada la mujer, lo único que atinó a decir al despedirlo fue que…

– Mirá viejo que calle Artigas cambió de mano, lo oí en la radio la otra vez.

– Jacinto a los 75 años se sentía un potrillo. Se puso a retozar en la ruta con su forchela y comprobó a pesar de la humareda, el ruido y esas extrañas miradas de los que le cruzaban en la ruta, que el auto se deslizaba como por un tubo.

«Lo primero que voy a hacer cuando llegue al centro será comprarme alguna ropa, alguna bataraza para dominguear. Pienso quedarme unos días, ir al fútbol, sé que juega la selección por el litoral. ¿Jugará todavía el Ruben Grassi?, ¿el Espinaca Texeira?, ¿el Vasco Tavarez?, o el gurí nuevo ese, Sófocles, Sinforoso, ¿cómo era?, ¡Sofildo, cierto!.

El domingo de mañana tal vez mire un poco de ciclismo, no sé si correrá todavía el Washington Alvez, ¡que negro rápido!, en la Doble Paysandú siempre se escapa en los Palos Blancos, los pierde en la polvareda, es como el galgo de la Onda. Antes me gustaba como corría el petiso Fuques, el portugués Pintos, metían pedal esos locos.

Voy a entrar por calle Uruguay, pongo nafta en la ANCAP, hago un surtido en la Distribuidora Salto, ya de paso saludo a los de la Barraca Sopa, a Bautista, al Vasquito Roux, al burrito blanco, a Nadico, al negro Cándido, a Genaro. Me cruzo hasta enfrente a tomar un trago en el bar La Telita, mientras me preparan las cosas. Esta noche me voy al cine Ariel, pero esta vez voy a llevar paraguas porque la última cinta que vi estaba el techo abierto y se desató una lluvia que ni te cuento.

Mañana voy al Sarandí o a ver alguna verde en el cine Salto o alguna mejicana en el cine Plaza o un estreno en el Metropol, alguna de Sandrini y la Tita Merello o de tiros.

Pero lo primero es lo primero, tengo que comprar la ropa, iré a París-Londres o a El Triunfo, Alaska, a La Favorita, La Gioconda, Tiperary. Menos mal que traje la Spica, porque ahora que estoy llegando a la ciudad puedo escuchar radio Salto, el informativo con Julio Pierri, ¿tendrán la misma marchita?. Capaz que me corro hasta la radio y mando un telegrama de enfermos y viajeros para que se quede tranquila la vieja que llegué bien.

Una noche de estas me voy a ver algún ensayo de murgas, al negro Fochi, a Cañón, ¿dónde arrugará polcas el Aquilino?. Dicen que hay dos murgas nuevas, la Gran Pegada del Mulato Alvez y los Charoles de un tal Jaime que están para morirse de risa.

Esta noche, después del cine, me juego algún gofo en La Cosechera, me tomo un buen vino en El Galeón o en el Sport, y con un trago encima soy capaz de tomarme un café con leche en el Sorocabana, ni que sea de desayuno.

No me tengo que olvidar de encargar algunas cosas en Barraca El Grillo, pasar a visitar a la gente de Barraca Trindade y ni que hablar de ver algún recital de Los de Viana en la fonoplatea de Radio Cultural, ¿estará el Eulogio Viola por allí?, ¿don Ramón?, el Nacho Bandera, el Quique…

Me gustaría escuchar algún recitado de este muchacho que le dicen El Bocha, de apelativo Ardaix, creo, pero; por lo que me enteré, anda más organizando bailes que proseando versos…

Tengo que pasar por el Jockey Club y ver el programa de carreras. Las últimas veces que pasé por el Hipódromo, me hice unos pesos con Tutuquiña y con Tiburón, a ver si ando de suerte de nuevo y me voy con algunos morlacos para el rancho, y dejó un poco alegre a la vieja con biyuya constante y sonante.

Lo que le tengo que llevar a la patrona es el café de Manzanares, y el aceite, son dos cosas que le gusta, y algunas masitas de La Catalana y boyos de la Panadería Artigas, grandes y sabrosos.

No me tengo que olvidar de saludar a la muchachada del Bar Washington, a la Cantina de Ferro Carril y pasar por La Parrillada Alfredito, para aprovechar que la vieja no me ve y comerme un costillar con un buen vino Picaflor y un helado de esos que prepara el dueño.

Lo que tengo que averiguar es si hay domas en el Parque Harriague, una de esas jineteadas de mi flor, con canto Oriental, con el Américo Gaudín, con Don Osiris Rodriguez Castillo, y el Zitorrosa ese que canta y canta…

¡Que cambiada está la ciudad!. Ya di como veinte vueltas y esos zorros grises con chalecos verdes y cascos de marcianos, a cada rato me paran y me dejan un papel, ¿multa?, ¿semáforos?, ¿qué bicho les picó a la gente del centro?.

Tengo unas dudas inmensas en el alma. ¿No me habré equivocado de camino?, ¿la ruta no saldrá ahora en otro lado?. Esta bien que hace añares que no pisaba el centro, pero, ¿tan cambiado está?, ¿no habré entrado en Paysandú?, ¿qué hago?, ¿le aviso a la vieja que me perdí?…

CAMACA

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