Siempre he dicho -porque así lo siento, aunque sé que hay al respecto muy diferentes opiniones-, que toda manifestación social que no sea directamente un acto político partidario, debería estar despojada de ese tono. Dicho de otra manera: lo político – partidario no debería guiar manifestaciones que en verdad son mucho más trascendentes. Por ejemplo, cuando se realiza la ya tradicional Marcha del Silencio en mayo, o la Marcha de la Diversidad en setiembre.
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De hecho, algo que debemos destacar, porque nos alegra, es que poco a poco las manifestaciones «por verdad y justicia», (como es la Marcha del Silencio) que aspiran a arrojar más luz sobre las sombras que quedaron de una época ya oscura en sí misma, han ido abriendo camino entre personas -dirigentes políticos o simples votantes- de diferentes partidos. Hace algunos años, al menos así lo vemos nosotros, parecía casi una marcha del Frente Amplio y sus simpatizantes. Hoy ya no es así; hoy ha ganado en apertura, es más amplia. Y eso es bueno.
Pero vamos llegando al punto que más nos ocupa hoy, y tiene que ver con la Marcha de la Diversidad, que se hace en todo el país, en setiembre, desde hace ya muchos años. En Salto fue por calle Uruguay el sábado 16 si mal no recordamos; en Montevideo fue unos días después, desde la Plaza del Entrevero hasta Plaza 1º de Mayo y luego hubo lectura de proclamas al arribar a la explanada del Palacio Legislativo.
Allí, varios oradores leyeron sus discursos frente a una multitud que, ante todo, expresaba alegría. Felizmente, creemos que la gran mayoría de esa multitud, llevaba consigo -en sus manos y en sus pensamientos- solo la bandera de la Diversidad. Pero los discursos en cambio, no estuvieron a esa altura: fueron una demostración de una ideología de izquierda en su máxima expresión. Así lo vimos, así lo entendimos, y debemos decirlo, duela a quien duela. (Que quede claro: hablamos de lo sucedido en Montevideo, no en Salto).
Vayamos con ejemplos…
La primera oradora, una joven mujer dijo textualmente en un momento: «Este año decimos basta de impunidad y saqueo de derechos. Hace tres años que vivimos bajo el desamparo impune del Estado, que ni ante una pandemia pudo ponernos primero como pueblo y velar por nuestras necesidades más básicas. Esta es la verdadera catástrofe de nuestra época, la inacción ante el aumento sostenido de personas en situación de calle, personas que viven en asentamientos…”.
Sinceramente no recordamos que esto que acabamos de anotar fuera denunciado en esta misma marcha durante gobiernos anteriores, en esos años donde el número tanto de asentamientos como de personas en situación de calle se multiplicó notoriamente (es un dato, no una opinión)
Otro ejemplo lo encontramos en las palabras de la segunda oradora, cuando sostuvo: «Somos víctimas de un modelo privatizador y depredador. En cada olla y merendero, las personas LGBTIQ+ vemos profundizadas nuestras vulnerabilidades por la falta de políticas sociales en este esquema donde les más desamparades [sic] somos los primeros en quedar al costado».
Pero después prosiguió, dejando cada vez menos dudas de su posición política: «Decimos saqueo de derechos y lo decimos convencides [sic], porque este año una gran parte de nuestro país se quedó sin acceso a agua potable. Durante casi 100 días solo aquelles [sic] que podían comprar agua tenían la posibilidad de no exponer su salud, casi 100 días con nuestra agua privatizada, inaccesible».
¿Desconoce esta muchacha la sequía que hubo y las medidas que sí adoptó el gobierno, más allá que ella, de repente, pudiera considerarlas tardías e insuficientes (por ejemplo aquellas para que el agua no fuera inaccesible, sobre todo para aquellas familias más carenciadas)?.
Y como si todo esto no fuera suficiente para demostrar con creces que se trataba de discursos políticos, aparecieron en en ellos (¡cuándo no!) críticas a la LUC y a la reforma educativa que está en marcha. Cuidado, todos podemos opinar, que no se crea que estamos en contra de ese derecho. Es más, sobre la reforma educativa quien esto escribe permanentemente redacta notas en esta misma página con fuertes críticas. Pero todo debe ser ubicado en su correspondiente contexto. Entendemos que no corresponde colocar esos temas en un ámbito donde, se supone, el centro era la Diversidad. Dijo la joven oradora sobre el estrado: «Como dijimos como movimiento social, la LUC fracasó y le está destruyendo la vida a mujeres y niños en cárceles inhumanas». Y en cuanto a la reforma educativa: «nos quiere serviles al mercado y sin mirada crítica…La transformación educativa es una imposición más de este gobierno neoliberal y represivo. Represivo porque, como lo vimos en el IAVA, persiguen y acosan estudiantes por el simple hecho de defender su espacio y sus ideas».
Pero resulta que los discursos continuaban y con algunas críticas que hasta ridículas parecen. Fíjese lo que dijo otra de las participantes al momento de tomar la palabra: «Hoy nos unimos en la lucha por una democracia sin rastros de racismo. Este gobierno neoliberal, perpetúa prácticas coloniales y aristocráticas que profundizan las desigualdades estructurales que las personas afrodescendientes enfrentamos».
Sí, estimado lector, leyó bien: dijo que este gobierno realiza “prácticas coloniales”. ¿Tiene pruebas de lo que afirma? Si las tuviera, estaríamos ante una situación terrible.
Dijo el joven que concluyó la parte oratoria: «La revolución que estamos construyendo es transfeminista, de clase, anticapitalista y antiracista», y agregó: «Y ahora gritemos todes juntes [sic]: Fascismo nunca más. Nunca más terrorismo de Estado. Que viva la unidad del movimiento social organizado. Viva la diversidad. Basta de impunidad y saqueo de derechos. ¡Trans, conciencia, memoria y resistencia”.
Usted saque sus propias conclusiones. Las nuestras se resumen más o menos así:
¿Está mal que una manifestación social se identifique tanto con una postura política? Sí, porque en vez de sumar, resta. Le quita amplitud, se vuelve menos convocante.
¿Está mal que estos jóvenes sean militantes de izquierda? No, porque cada uno tiene absoluta libertad para defender las ideas que quiera y militar por ellas. Sin embrago, deberían saber contextualizarlas.
¿Qué es lo que entendemos que está mal y estamos criticando? Que se nos quiera hacer creer que este tipo de movimientos no tiene postura política. Claro que lo tiene, y política-partidaria claramente. La gente se da cuenta, no somos tan ingenuos,