Cuando escuchamos a algún joven a quien se recrimina por su descuido ante la pandemia que vivimos, decir “de algo hay que morir…”, no podemos menos que enervarnos, porque su descuido no sólo puede afectarlo a él sino a todos los que lo rodean, es decir a familiares, amigos y demás.
Sin embargo no podemos menos que admitir que si tuviéramos su edad, es probable que pensáramos muy parecido. Es que argumentos como estos entre los jóvenes son muy frecuentes.
Así hemos escuchado el “ya era..”, cuando se les recrimina alguna imprudencia en el tránsito. Es que a determinada edad uno poco menos que se siente más allá de la muerte y de ciertas enfermedades porque considera que “a mi no me va tocar nunca…”
Hoy, integrantes del denominado “grupo de riesgo” admitimos que ha sido y es un gran error, producto de la ignorancia y de cierta osadía, el manejarnos así.
Es una muestra más de que en realidad el individualismo nos ha ganado y apenas se dan ciertas condiciones, lo ponemos en práctica, sin pensar en los demás, así sean parte de nuestros seres queridos, a quienes tanto les debemos. Atrás ha quedado la solidaridad social, el preocuparnos por los demás. El hacer mío el desafío de cuidarnos para cuidar a los demás.
Hay en esto una gran responsabilidad. El fomentar el individualismo en detrimento de la responsabilidad social, no por temor a la muerte, sino por responsabilidad social, se ha dejado de lado. Es un discurso que se considera obsoleto, antiguo o pasado de moda.
Y no así, porque vayamos a perder nada en cuanto obremos con mayor responsabilidad, sino porque tenemos que saber que integramos un ecosistema, donde todos dependemos de todos y en gran parte de lo que hagamos en materia de cuidado y preservación de las condiciones en que vivimos.
Pretender que los jóvenes asuman esta responsabilidad de por sí, cuando llevan casi un año confinados o siguiendo las responsabilidades que les hemos pedido, es una utopía.
Desde luego que existen argumentos atendibles tanto de uno como de otro lado, pero la vida continúa y a pesar de estos avatares, tenemos que saber que no somos “dueños” de ella, sino que como todo ser vivo nacemos y morimos, lo que no quiere decir que tengamos que propiciar la muerte.
Se nos ha regalado la vida y por lo tanto no la desperdiciemos y hagamos lo posible por aprovecharla y estirarla al máximo, en las mejores condiciones posibles, asumiendo la responsabilidad que nos cabe de cuidarnos y cuidar a los demás.
A.R.D.
Una fatal muestra de ignorancia
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