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Partamos de la base que ni ésta ni la anterior versión sobre Sherlock Holmes realizada también por el director británico Guy Ritchie se ajusta a los caracteres creados por su creador, el notable Arthur Conan Doyle. De todas formas, eso no hace demasiada mella en la película “Juego de sombras”, la que puede acomodarse más dentro del género de la comedia que del misterio policial, como en verdad deberíamos catalogar a una película del célebre detective de 221 B de Baker Street de Londres.
Ni siquiera la flema disimulada del británico director explica la presencia de un actor norteamericano interpretando a un ícono inglés de las principales novelas policíacas de fines del siglo XIX. Eso si, que Robert Downey Jr. interprete a Holmes se explica exclusivamente por la novedosa forma en que se recicla a este personaje, donde al paso de comedia mencionado se incorpora un formato visual parecido a un comic moderno, lo que termina por dar frescura a un héroe que se encontraba casi olvidado.
Lo cierto es que leímos un primer cuento de Sherlock Holmes hace más de veinte años, y desde entonces quedamos prendados del personaje, con quien tuvimos un primer acercamiento gracias a una serie de televisión en los setenta, donde semana a semana se contaba una nueva historia con las actuaciones de Basil Rathbone (Holmes) y de Nigel Bruce (Watson), de donde surgió la famosa frase jamás escrita por Conan Doyle, “elemental mi querido Watson”.
La cuestión es que dicha serie televisiva, así como las películas de la época, donde el popular detective británico resolvía los diferentes casos con la astucia de su inteligencia privilegiada fumando pipa o tocando el violín, guardaban el debido respeto a los cánones escritos por su creador literario.
Está claro que si en pleno siglo veintiuno se pretendía reflotar al personaje, debía buscarse una forma original y con un lenguaje ágil y moderno, como forma de atrapar a las nuevas generaciones. Ritchie decidió asumir el desafío y debemos reconocer que al principio nos pareció algo excesiva la elección de Robert Downey Jr. para el personaje principal, hasta por una cuestión de estatura (a simple vista la fisonomía de Holmes nada tiene que ver con la del actor norteamericano). Pero la desbordante personalidad de Downey Jr., quien ya había llamado la atención con su impresionante caracterización de “Chaplin” unos cuantos años atrás, terminó por demostrar que podía estar a la altura de las circunstancias.
A este desafío hay que sumar a otro gran actor, Jude Law, quien tampoco tenía mucho que ver con la idealización que todos teníamos del Dr. John Watson, compañero inseparable de Holmes. Sin embargo Ritchie volvió a acertar, pues en las dos películas que tanto Downey Jr. como Law representan tanto a Holmes como a Watson, demuestran verdadera química en la pantalla, recreando una vez más aquello que le gusta al público, esas parejas desparejas de policías, donde uno siempre es más prolijo y el otro un desalineado.
Otra novedad de este nuevo Holmes, que se repite en esta secuela, es que se trata de un detective más aventurero y peleador, que mediante su brillante inteligencia logra adelantar mentalmente los movimientos de sus adversarios en cada pelea y dándoles una paliza de antología. Algo que terminará ayudando en el enfrentamiento final entre Holmes y su histórico antagonista, el Prof. Moriarty (Jared Harris), provocando una vuelta de tuerca digna de la novela original escrita por Conan Doyle cuando relata la muerte de Holmes, cansado de escribir del mítico personaje, el que se volvió más famoso que su autor y que terminó por agobiarlo.
De todas formas, esa fama mundial llevó a que Conan Doyle tuviese que revivir al personaje de Holmes sin mayor explicación en su siguiente novela, “El sabueso de los Baskerville”, lo que también deja la ventana abierta para una tercera película de Sherlock Holmes pues hasta la fecha, si bien no ha recogido buenas críticas, la taquilla la ha favorecido en varios países, que es en definitiva lo que importa en estos tiempos a los productores del séptimo arte.
Pasa que la película no defrauda aunque no sea fiel al original. El mérito de Guy Ritchie es haber reflotado al personaje, del que esperamos aún alguna que otra historia más en nombre del entretenimiento.
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