Ahí está la copa en manos del capitán de Universitario, MATÍAS FLORES. El registro gráfico de Vicentre Massarino (El Pueblo), como para subrayar un hecho que no es menor,. Después de todo, Universitario llegó a la final y en los dos partidos decisivos, Central no pudo vencerlo, antes de los tiros desde el punto penal. Fue 1 a 1 en el Dickinson y 0 a 0 en el estadio «Casto Martínez Laguarda», en este último caso afrontando el partido con tres jugadores de menos en un prolongado lapso. La resistencia roja tapizada de dignidad, ante un rival que pese a la diferencia numérica, no pudo cristalizar en la red.

La publicación de esta foto, implica un estricto acto de justicia con Universitario y para que la historia no se olvide. Después de todo, ¿desde cuando es misión accesible la de ser protagonista de una final, después de un complejo tránsito, donde en las últimas etapas todo se hace más cuesta arriba?
En la secuencia previa a la final, Universitario le anuló el mañana a un copetudo de mil batallas como Lavalleja de Minas, justamente el ganador de la Copa 2019 ante los rojos. La valoración hacia Universitario debe ser lo más transparente posible y sin palabras que maquillen: su trayectoria jerarquizó al Torneo de OFI y potenció la imagen del fútbol salteño. No admitir el hecho, sería caer en el más penoso egoísmo. Ser segundo en un torneo, no es un resultado que se adhiera al menosprecio. Más bien, un dictado del bien entendido y legítimo orgullo.