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jueves, 24 de abril de 2025
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«Hipócrita lector, mi prójimo, mi hermano»Charles Baudelaire

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Hipócrita lector, como yo

Hipócrita es el adjetivo que se le da a quien actúa con hipocresía, es decir, a quien finge o aparenta lo que no siente, o finge ser lo que no es. La palabra «hipócrita» proviene del latín «hypocr-ta», que se deriva del griego Q (hipocrités), que significa «actor o actriz». Hipócrita es, entonces, aquel que actúa con falsedad.
Para el poeta francés Charles Bauldelaire, uno de los mayores poetas de todos los tiempos, el mal es la esencia del ser humano, que se encuentra movido por el Diablo, siempre tentado a caer en la maldad, lo que además le resulta inevitable y lo sabe, pero disimula (“hipócritamente”, según él) para poder vivir en sociedad. Todo un complejo tema que no amerita -ni daría el espacio- desarrollarlo hoy en esta página.
Pero créame, estimado lector, que la semana pasada, con todo lo sucedido con la joven Tamara Borges (primero la notica de su desaparición y después la confirmación de su asesinato), sentimos que no estaba lejos de la verdad, al menos no demasiado lejos, la idea del poeta francés autor de “Las flores del Mal”.
“Claro -podrá pensar usted-, lo dice porque quien cometió esa atrocidad lo hizo dejando aflorar toda esa esencia de maldad”.
Sí, es cierto, pero no solo por eso lo decimos. Además lo decimos por todo lo que inmediatamente se generó en la sociedad, donde entre las muestras de dolor por supuesto hubo sinceridad, pero también hubo falsas poses por doquier, muy falsos gestos, una hipocresía desparramada hasta con alevosía…
Si hubo gente que hasta tomó el caso para hacer política, ¿podemos creer que en verdad lo que sintió es dolor? Sin dudas que no. Solo sintió deseos de protagonismo y vio una oportunidad de sacar algún rédito personal, como para que la gente dijera: “qué buena persona que es fulano o mengano, cómo se acongoja con lo que le pasa a estas mujeres…”. ¡Cuánto de hipocresía! Si usted viera, Baudelaire…
Hubo quienes solo se dedicaron a criticar a las instituciones del Estado, y conste que no decimos que en muchos casos no sea una crítica justa, seguramente que sí. Pero, ¿alguien puede asegurar, por ejemplo, que instituciones como Inau “no quisieron hacer nada” por esta joven y otras en similares circunstancias? Nos consta que esa es una de las instituciones que durante su adolescencia trabajó con ella y su entorno, ¿no será que no se pudo hacer nada para evitar la tragedia? Tampoco tenemos la varita mágica para saber todo lo que se pudo o se quiso hacer y lo que no, menos para tener la solución a todo, pero estamos seguros que apresurarnos a juzgar nunca es buen camino.
Entre quienes escribieron algunas líneas a raíz del femicidio de Tamara, estuvo el actual Sereatario General de la Intendencia de Salto, Gustavo Chiriff. Escribió una columna titulada “Ni una menos”, que fue publicada en más de un portal de noticias de nuestro medio. Con Gustavo nos une una relación de respeto mutuo desde hace muchos años. Es un hombre que gusta de escribir, que suele hacerlo muy bien desde lo estrictamente lingüístico, y que en los contenidos de lo que expresa, muchas veces coincido. Pero lo que escribió esta vez me chocó, sinceramente, y no puedo ocultarlo, no puedo ni quiero dejar de decirlo.
Estamos en medio de un clima de dolor y preocupación por otra mujer que ha sido asesinada en Salto, también de incertudumbre por alguna otra denuncia de supuesto secuestro, alguna que otra desaparición más que por suerte no terminó en desgracia… Y Chiriff publicó el viernes una columna que comienza expresando: “Tenía 24 años, una vida difícil como muchísimas mujeres, cuatro hijos pequeños, peleándole todos los días para llevar un peso para sostener esa familia.
Era mujer y por esa condición murió, porque un hombre creyó que era su propiedad y podía hacer a su antojo de ella: feminicidio”.
Seguidamente nos explica: “el concepto de feminicidio lo introduce Marcela Lagarde (mexicana, feminista y defensora de los derechos de la mujer) a raíz de los secuestros y asesinatos de mujeres en ciudad Juárez.
Pero mucho antes, en 1976, la escritora feminista Diana Russell habló del «femicide», según ella, el femicidio es la palabra que mejor describe el asesinato de mujeres a manos de los hombres, motivados por el desprecio, el odio, el placer o el sentido de propiedad sobre ella. Esto es la manifestación del patriarcado absoluto de los hombres sobre las mujeres, pero no de pasiones o celo degenerativos de lo que puede ser un amor o un despecho, sino como la propia consecuencia de un sistema social basado en la propiedad privada y en una concepción machista en que la mujer es parte de esa propiedad privada que hago uso y desuso a mi propio antojo. Patriarcado y capitalismo se funden para dar al hombre el poder de cosificar a las mujeres, no por su condición de clase sino por su género”.
Luego pone énfasis en la “omisión” como uno de los elementos más perjudiciales en cuanto a la violencia y protección (o falta de esta) a las víctimas: «la violencia machista se ejerce mediante acción, pero también por omisión, en un marco de relaciones desiguales de poder, que directa o indirectamente afecta la vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica, sexual y económica, solo por el hecho de ser o sentirte mujer…».
Como no podía ser de otra manera dada la ideología de Chiriff, muy respetable por cierto, hace luego referencia a Marx, para explicarnos que “a mediados del siglo XIX analizó el suicidio de mujeres como evidencia social de la explotación y discriminación de género en el capitalismo, consecuencia de un modelo que mercantiliza a la persona y particularmente el “uso” de la mujer como objeto y en ese entonces concluía que, si se quiere eliminar de raí z el problema, ha de apostarse por la real liberación de la mujer, expulsando la sexualidad y su imaginario de las relaciones de dominio patriarcal y mercantilización capitalista”.
Sigue acusando al sistema capitalista: “Hoy el feminicidio constituye la actualización más cruel de esa evidencia en contra del mismo sistema. La mujer es propiedad de un «macho» que la exhibe y utiliza cual prenda «desechable».
Ello es, ni más ni menos, una crisis de civilización occidental (capitalista, patriarcal y hegemónica)”.
Ya sobre el final afirma que “en Uruguay, hubo 27 femicidios en 2021, 11 más que en todo 2020, pero muchos más crímenes perpetrados en contra de mujeres no se tipifican como femicidios por las circunstancias o por falta de elementos, y no se cuentan en las cifras oficiales…”. Y agrega: “Para luchar contra los feminicidios nos parece indispensable que la opresión que sufren las mujeres no sea ni postergada, ni subordinada, ni invisibilizada (…) Hoy ante el aumento que se registra en los feminicidios, es clave la movilización y concientización, que la raíz del problema esta en la sociedad en que vivimos”.
Bien, razonemos un poco a modo de síntesis y a modo de convertir, de nuestra parte, ese razonamiento en opinión:
“Una vida complicada”, dice… Es cierto. Pero no hay que politizar estas cosas, siempre lo decimos. No obstante, ya que Chiriff lo hace, enfatizando (con clara intención política) en que ahora están aumentando estos delitos, se podría contestarle con unas preguntas: ¿quién gobernó Uruguay la mayor parte de la vida de esta muchacha? ¿quién gobernaba y qué hizo ese gobierno para ayudarla durante su infancia, su adolescencia…? Es feo politizar así las cosas, ¿verdad? No lo hagan entonces, Sres. Políticos, no somos tontos, no nos obliguen a tener que salir con estas respuestas.
Pero lo más me llama la atención cuando habla de omisión, es por ejemplo que Lima cerró el refugio para mujeres víctimas d eviolencia. ¿Eso no es omisión? Además, ¿no es omisión que el Partido Comunista, al que pertenece Chiriff, no haya dicho nada sobre el abusador sexual de su propia nieta, referente del mismo partido en Salto? El FA lo hizo, pero el Partido Comunista no firmó… ¿De omisión habla? Y cuando se refiere a la triste realidad de usar a las mujeres vulnerables, de vida difícil… ¿Y las cientos de promesas a mujeres que hizo este Gobierno Departamental ofreciendo terrenos a mujeres?.

Dicho sea de paso, ¿no será también una forma de contribuir a que no haya omisiones, que el intendente explique, pero claramente, ese rumor que sigue oyéndose sobre sus problemas personales con la Justicia, por asuntos de violencia familiar? Y también de paso, que explique si es cierto que siendo estudiante de Derecho estuvo tiempo suspendido en la Universidad, sin poder dar exámenes. ¿Y si nos quitamos las máscaras, si dejamos de ser falsos actores? ¿Es cierto que entre los cargos de confianza de Lima hay golpeadores, hombres denunciados por violencia hacia mujeres? La gente de La Revuelta Subversiva dice que sí. Sería bueno saber su respuesta, Lima, Chiriff…
Porque hablar y escribir es fácil, sostener un discurso coon hechos no tanto. Y aferrarse a un caso tan triste como un asesinato de una mujer para ganar protagonismo y hacer política, está totalmente fuera de lugar.
¿No somos todos un poco hipócritas cuando estas cosas ocurren? ¿No solemos en esos momentos “poner el grito en el cielo” pero antes nada hicimos para cambiar las cosas? Seguramente usted que lee estas líneas, es también un poco hipócrita, y quien las escribe (yo) también, por eso usted y yo al fin de cuentas somos iguales: hipócrita lector, mi igual, hermano mío…, diría Baudelaire.

Contratapa por Jorge Pignataro

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ALBISU Intendente - Lista 7001 - COALICIÓN SALTO