Carlos Acosta, nació en Castillo. Vive en Palma de Mallorca. De andares y búsquedas
«Si alguien quiere reírse conmigo que me inviten a jugar al fútbol. Simplemente porque no es mi fuerte. Mis hermanos sí, con el fútbol, pero lo mío en aquellos tiempos de adolescente y de adulto también, relacionado al boxeo, al karate. Un hijo mío es Sub Campeón de España, en Artes Marciales Mixtas y tiene que ver también con la Lucha Olímpica, que es otra variable. Más allá de deportes donde se conjugaba la defensa o el repeler, en mi casa nos paramos en la actitud de enfrente. La actitud que vale es la que hermana, la que consiente el afecto y no lo denigra.
¿Por qué hay que discutir?…..¡Noooo, no discutamos! Hablemos, intercambiemos, aprendamos del otro que piensa distinto. Ahí están los casos de la política, el fútbol y la religión….y resulta ser que siempre estamos discutiendo. Y perdemos el concepto de búsqueda en común, de unidad. Que cada uno se conforme con la religión que tiene sin cuestionar tanto la otra.
Los indios profesaban más de una religión. Cada etnia también con lo suyo.
¿No todo es respetable, acaso? ¿Por qué no planteamos el respeto y ganarle un poco a esta intolerancia que ahora nos gobierna? La vida va enseñando. Pero hay que aprender y hay que aplicar. Ser desde cada uno lo que más importa: el mejor ser humano posible».

ESA PASIÓN CON
DOS DIRECCIONES
Tan solo unos días atrás, la comunicación de Alvaro Izaguirre desde Palma de Mallorca con EL PUEBLO. Alvaro, salteño él, colega y murguista, el que emigró a España, tras el sueño de ese nuevo destino.
El hecho es que aportó la señal, «porque el miércoles estará en Salto, Carlos Acosta, nacido en Castillo (Rocha). Es todo un referente de la música y de la vida en el colectivo de uruguayos que andamos por aquí. El «Gitano», que así le dicen, es de esos seres humanos que se hace querer, con profundo sentido solidario desde su canto y su guitarra. Tiene toda una historia de vida. Por las dudas, si quieren hablar con él».
Y el «Gitano» se vino al diario ayer al mediodía. Se caminó un montón de cuadras.
Desde el Cerro al Centro. Y faltaba más: su guitarra como síntesis de lo que es. De lo que siente.
Una compañera inseparable. Asociada a la emoción.
«Mi abuelo paterno me regaló la primera guitarra, cuando yo tenía 6 años. La-re-mi, las tres notas musicales que entonces asimilé. Es que siempre toqué de oído. Mayormente, ¿no?
No tengo ningún género específico. Ando por lo melódico, la rumba-pop y el candombe. Por sobre todo, mi pasión tiene dos direcciones; cantar y escribir mis cancione». Su último disco, es motivo de sentimiento. ¡Lo es!.
Carlos Acosta nació el 28 de agosto de 1965. A partir de su primer año de vida, los abuelos paternos se ocuparon de él. No deja de evocar a Isidoro Acosta y Rosa Amarilla, «quienes para mi fueron significando todo. Cuando yo tenía 13 años mi abuelo muere y a mi abuela la llevan para Montevideo. Terminé con un bolsito y en la calle. Me sumo a la vida gitana. Porque los gitanos tenían su carpa cerca de la que yo vivía con mis abuelos. Una vez le dijeron a los queridos viejos: ¿»nos presta a él, para que esté con nosotros?» Yo jugaba con los gurises gitanos. De ellos aprendí un montón.
Ahí me quedó el sobrenombre. Sentía por los gitanos una especial admiración y me encantaba la vida de nómades que llevaban. De aquí para allá.
No dejaba de rescatar de ellos la hermandad de la que hacían gala. La unión entre ellos. Podía existir algún enojo como en toda familia, pero que de afuera viniese alguien para complicar sus convivencias, definitivamente no. Ese querer mutuo desde cada uno de ellos y sobre todo, el valor afectivo que no les falta»