Al momento de escribir estas líneas aún no sabemos que consecuencias tendrá la situación de los últimos días. Para nosotros el peligro principal sigue siendo el “que se vayan todos…porque todos son iguales…”.
Este es el principal peligro. Si se van todos ya sabemos quienes vendrán: los salvadores. Lamentablemente debemos decir que los casos que cocemos, porque los hemos vivido, ya sabemos quiénes son los salvadores.
Los que siempre están prontos, los que pueden reunir el poder en sus manos y los que pueden hacer y deshacer, sin rendir cuentas a nadie.
¡Cuidado con los que añoran las dictaduras! ¡Cuidado con los que dicen “a mí no me molestaron”!
Como todo sistema tiene sus aciertos y sus errores, pero nosotros somos acérrimos defensores de las libertades. De poder analizar y opinar libremente y si no tengo nada que ocultar, pongo mi vida y mi accionar en juego.
Si alguien sostiene que podía hacer esto en un gobierno militar, si podía ir a un cuartel militar a hacer preguntas “molestas” o a hurgar en un tema, está mintiendo. Nadie en su sano juicio podía “regalarse” en esto, sin sufrir consecuencias él o sus familias.
El “nunca más…” es para todos. Una dictadura no se instala de la noche a la mañana, ni cuando hay controles del pueblo por parte de gente honesta. Aquello de que el “poder corrompe” no es utópico y lo sabemos, cuando existe la posibilidad de controlar los abusos, desnudarlos y “ventilarlos” es lo que debemos cuidar.
La democracia, de la que tanto nos enorgullecemos, no es una democracia perfecta, no es impermeable, pero siempre es mejor que cualquier otro sistema porque da la posibilidad de expresarse libremente, de analizar, de dialogar, de debatir y de corregir.
Hay una cosa que está por encima de todo y que lamentablemente no la supimos preservar en otras ocasiones. La democracia uruguaya tiene un valor esencial, es que las instituciones deben preservarse por encima de todo y de todos.
Que hay gente deshonesta, como la hubo siempre. Que hay gente corrupta, como la ha habido siempre es innegable. Pero también hay que saber valorar y defender a las instituciones que dependen de quienes las integren.
Si no somos honestos nosotros, no podemos pedir honestidad.
Si votamos esperando un beneficio o un “puestito” y las cosas son vistas de acuerdo al cristal con que se lo mire no podemos esperar mucho más de lo que tenemos.
A.R.D.
