Me remontaré a 22 años atrás, para contar que era el año 2000 y yo estaba en Juan Carlos Gómez casi Uruguay, en la puerta de la Intendencia, mirando un show de fuegos artificiales que se ofrecía a la población. Tengo idea (capaz me ayuda la buena memoria de algún lector) que era un festejo por el nuevo milenio al que entrábamos… Pero, ahora que pienso, podría ser algo más bien político también, porque a la vez el recuerdo se me mezcla con la imagen del Intendente Malaquina saludando desde el balcón, junto a Julio María Sanguinetti. Así que tal vez fuese el festejo por un nuevo triunfo electoral del Esc. Eduardo Malaquina. No sé… No lo tengo del todo claro en la memoria.

Lo que sí recuerdo claramente son los fuegos artificiales, y también las críticas que trajeron inmediatamente. Mucha gente decía: cómo se va a quemar plata así, con la falta que hace, con la pobreza, con el hambre, con los niños mal alimentados que hay, etc., etc., etc. Le digo más, hasta hubo una murga (creo no equivocarme si digo que fue La Nueva, aunque no quiero asegurarlo) que tomó eso como parte de su repertorio, y decía algo así como: “la gente miraba esas luces en el cielo y alucinaba que eran churrascos, chuletas…”. Por el hambre, ¿vio? Yo en aquel momento tenía 18 años, y pensaba: ¿qué tendrá que ver una cosa con la otra?, ¿acaso no se puede combatir la pobreza y a la vez hacer algún espectáculo como este?
Eso pensaba en aquel momento…
Pero después, el tiempo me fue enseñando que lo simbólico también es muy importante en la vida. Y que, hasta simbólicamente es violencia “quemar plata” cuando hay gente pasando mal. A mí, desde niño siempre me enseñaron que si estaba comiendo algo por ejemplo, y había un compañero mirando, yo tenía que invitarlo o si no, no mostrarle, “para no hacerlo desear”, me decían.
Seguro que usted, estimado lector, podrá estar pensando: ¿y adónde quiere llegar este hombre con todo eso?, ¿por qué todo ese preámbulo? Bueno…aquí voy con la explicación…
Se lo voy a hacer muy sencillo: me tiene un poco enojado (o bastante a veces) ver la plata que en nuestro querido Salto están “quemando” los políticos de todos los colores partidarios, siendo que tenemos en el departamento casi un 14% de desocupación y gurises pasando mal y una pobreza evidente.
El que se quiera enojar, que se enoje, pero lo diré con todas las letras: Salto Grande por un lado, la Intendencia por otro… Cada día nos enteramos de más y más gente que entra a trabajar allí (y se habrá dado cuenta que estoy hablando de partidos políticos diferentes, por lo que no pasa por ahí la cuestión), pero a trabajar en cosas en las que no tienen ni idea, y a cobrar casi 200.000 pesos por mes. ¡Es una vergüenza! No se me ocurre otro calificativo: vergonzoso. Todo tiene un límite. ¿En serio después tendrán cara para salir a los barrios a pedirle el voto a un jubilado que no llega a 15.000 pesos? ¿En serio van a tener ese rostro después? Y sí…seguro lo van a tener. Y hablo de Lima y de Albisu y de Coutinho… Que son “maquinitas de acomodar gente”, guste o no guste hay que decirlo. Lo hacen escudados en que se actúa dentro de las leyes. Creo que es lo peor que pueden decir: demuestran insensibilidad; porque las leyes son letras frías, pero también hay que tener corazón, y hay que tener eso otro que no figura en las leyes, y que es la ética, siempre tan necesaria. Y cuando uno escucha que fulano o mengano se pasó de un partido a otro, o que fulano “habló pestes” del otro y ahora lo adora, délo por hecho que hay cargos de por medio, hay puestos a dedo, a mí ya no me quedan dudas, hay en juego sueldos de casi 200.000 pesos mensuales… Se van para el partido de quien les va a dar el cargo o, se van porque donde están no les dieron tal o cual cargo que les habían prometido y tienen esperanzas que sí se los dé el nuevo partido al que pasan no solo a integrar sino a adorar. Hasta risa daría, si no fueran cosas muy serias. Todo cuestión de cargos…¿se da cuenta usted?
¿Y las ideas políticas para mejorar la sociedad dónde quedan? ¿Y la vocación de servicio dónde queda? ¿Y la mano tendida con el que más necesita dónde queda?
Yo hablo todos los días con políticos y a veces no puedo creer lo que escucho: Que a mí me prometieron el Mides. Que a mí una Dirección en la Intendencia. A mí 10 puestos para mi gente en Salto Grande. A mí la secretaría de un diputado o senador… ¡¡¡Mamita querida!!!, diría un amigo.
De pronto dice el Intendente Lima: que aquel que era dirigente colorado venga para acá, que haga política para mí y yo lo pongo allá arriba en el escalafón municipal; y dice Coutinho: que este, este esta y aquella otra que entren a Salto Grande, ¿y Abisu dice amén a todo? Albisu no critica estas cosas que están pasando en la Intendencia, ¿será porque no es su estilo entrar en esa confrontación o porque lo suyo en Salto Grande es peor? A mí me deja dudas..
En fin, molesto estoy, molesto… Y pienso que estos no son los políticos que Salto se merece. Pero ¿sabe lo que pasa?, que se ha instaurado tanto esta forma de hacer política, que la gente honesta termina huyendo, o ni se arrima. ¿Y sabe qué me preocupa también? ¿Cómo les decimos a los gurises: prepárense, estudien, supérense que así van a llegar a lo que usted quieren, si después tenemos como modelos de la sociedad, como grandes señores, a personas que no saben ni leer o escribir bien, tirados para atrás en buenos sillones y con 200.000 por mes en el bolsillo?… y de repente todavía mirándonos en la calle por arriba del hombro.
Ya lo dije varias veces ahora hace tiempo no lo decía: honesto, político e inteligente. Hay momentos en los que llego a creer que es cierto que una persona solo puede tener al mismo tiempo dos de estas características, nunca las tres. ¿Me entiende?
Si es político y es honesto, no es inteligente (lo van a usar). Si es político y es inteligente, (va a “hacer la suya”) no va a ser honesto. Si es inteligente y es honesto (elegirá otros rumbos para su vida), no se va a meter de político.
Una pena que sea así.
Contratapa por Jorge Pignataro