En nuestro país existe el Día de la Tradición. La fiesta de la Vendimia, el Día del Vino, el Día de la Primavera, el Día de Patria y demás. Pero a nadie se le ha ocurrido festejar como es debido el Día del Agua Dulce y ha tenido que ser la propia naturaleza la que ha venido a recordarnos cuán importante es y los capitalinos pueden dar fe de ello ahora.
Mañana se habrá de celebrar el Día Mundial del Agua fijado por la ONU, pero en nuestro país ha pasado siempre sin trascendencia alguna.
Siempre ha sido un recurso abundante en nuestra región al punto que hemos visto muchas iniciativas que tomen este insumo como algo “característico” de la región y por lo tanto nuestra misión ha sido derrocharlo. Tomarlo como algo “gratuito” que siempre ha existido en la naturaleza.
Una población sin agua dulce está inexorablemente condenada a desaparecer rápidamente. Hoy se habla de muchos millones de dólares ya sea para desalinizar el agua de mar, para extraer el agua de los acuíferos o para trasladarla a miles de quilómetros.
Días pasados escuchábamos la explicación de una científica sobre la existencia del agua subterránea y los acuíferos. Recordaba en la entrevista de referencia que esta agua no existe de por si en la naturaleza, sino que se ha ido depositando allí a través de millones de años y sólo en los lugares donde halla suelo capaz de contenerla, y sin fracturas por donde pueda escapar.
El acuífero Guaraní o Botocatú es uno de los más estudiados por parte de los científicos, debido a que se trata de una de las reservas de agua más importantes del planeta entero cuya existencia se ha comprobado en todo el Mercosur, vale decir en Paraguay, Uruguay, Argentina y Brasil. Ahora se habla mucho del uso de sus aguas como insumo imprescindible para la producción de Hidrógeno verde. Se ha dicho que una producción de este tipo usaría millones de litros de agua y nadie lo ha desmentido.
Tampoco es inagotable y su preservación depende de lo que hagamos con él. Cuando sostenemos que es una aberración “levantar” el agua del Río Uruguay unos pocos metros más acá de la desembocadura del arroyo San Antonio, el mismo que recoge todos los desperdicios que desde el vertedero municipal impregna la tierra y el agua del arroyo, nos preguntamos si ¿no se justificaba en lugar de tomarla desde donde se ubica la Toma de OSE, gastar un poco más y llevarla, a aguas arriba del arroyo, donde se supone que el agua que llega es más limpia que la que pasa por el arroyo San Antonio?
Es hora de que nos preguntemos que estamos haciendo con un recurso tan valioso como el agua. El Estado tiene la palabra, porque que sepamos poco y nada se hace para preservarlo tal como lo hemos recibido.
A.R.D.
