Desde luego que el problema carcelario no es nuevo, ni mucho menos propio de nuestro país, porque que sepamos en ninguna parte del mundo las cárceles cumplen el papel que se les asigna, vale decir la recuperación de los delincuentes para ser seres socialmente responsables.
Es que en la mayoría de los países las cárceles son manejadas con el criterio de sancionar y erradicar de la sociedad a los delincuentes, cosa que sin lugar a dudas ignora que los delincuentes en países como el Uruguay estarán algunos años presos y luego volverán a la sociedad.
Creer que las penas de privación de libertad, vale decir la cárcel los habrá de escarmentar para que no vuelvan a delinquir es errado. Una vez que queden libres, los delincuentes volverán a la sociedad y si no le hemos dado herramientas o no han querido adquirirlas, no les quedará otra que volver a delinquir o hundirse en situación de calle.
Mal que nos pese es lo que le sucede a la gran mayoría de los privados de libertad. Basta con señalar donde vive, generalmente en un asentamiento, para que quede inmediatamente raleado de un trabajo. Si no lo cree, haga la prueba y cuando alguien se presente interesado en trabajar y le diga que se domicilia en algunos de los barrios más conflictivos o en un asentamiento, inmediatamente será dejado de lado. Obviamente que, con cualquier otra excusa, no con la real y verdadera, que nadie admite, pero todos sabemos que es la que verdaderamente incide.
Creer que el problema se arregla con más cárceles, mejorando la situación locativa en que se hallan los privados de libertad, es errado. No pensamos en «aflojar» la represión del delito, pensamos en darles a las cárceles los recursos necesarios para cumplir un rol diferente, una verdadera recuperación sobre todo de quienes están interesados en rehabilitarse.
Sin lugar a dudas que esto no es fácil. Se requiere un cambio cultural y nada ni nadie puede garantizar que arroje buenos resultados, porque estos no serán siempre buenos, pero al menos será sabido que todo aquel que prefirió pagar su deuda con la sociedad y emprender otro camino, pudo hacerlo.
En tanto si seguimos insistiendo en caminos de la represión, sin complementar y darles posibilidades de intentar siquiera recuperar al que pretende hacerlo, sólo cabe esperar caos y crisis y no otra cosa, porque el único que habrán de conocer los ex reclusos será éste.
A.R.D.