Quizás nunca encontremos un ejemplo más evidente del divisionismo que existe entre los uruguayos –tema del que reiteradas veces nos hemos ocupado- como el que sin querer hallamos hace un par de días recorriendo Facebook, cuando vimos que se había planteado una discusión –a nuestro entender absurda, por supuesto- acerca de si era «mejor» vivir al sur o al norte del Río Negro. Y hasta llegaron a insultarse algunas personas…Increíble. Es un ejemplo además, muy cargado de simbolismo, porque se estaba planteando una división entre dos mitades del país, geográficamente hablando, pero que desde el punto de vista simbólico puede entenderse en clave de lo que habitualmente significa vivir en una sociedad partida en dos.

Todo parece ser coalición de gobierno (multicolor) o coalición opositora (frenteamplista), como si todo fuese blanco o negro, sin posibilidad de matices. Pareciera que hay que ser de Peñarol o de Nacional, como si no se pudiera ser hincha de otro cuadro, o de ninguno.
Y a propósito de fútbol, resulta que ahora ni la Selección Uruguaya se salva. Fíjese que en los últimos partidos, los de este mes, no faltaron los que se dedicaron a «dar manija» respecto a si hay más jugadores de tal o cual cuadro entre los seleccionados por Tabárez, si son más los de Peñarol o los de Nacional, actuales o ex.
Y hubo quienes se pasaban horas discutiendo: que en definitiva sí son casi todos de Peñarol, «por eso es una selección en dos colores» han dicho algunos (en referencia al amarillo y negro, claro), pero como el jugador que hizo el gol del triunfo ante Ecuador (Gastón Pereiro) había jugado en Nacional, entonces «será en dos colores, pero los goles importantes son en tres colores» decían otros (en referencia al azul, blanco y rojo). ¿No le parece hasta tonto todo esto? Es la Selección, y punto. Es el país, y basta. ¿Hasta en eso vamos a intentar estar unos para un lado y otros para el otro? ¿Hasta en ese terreno ingresaremos con el ellos y nosotros, con los malos y los buenos?
Sin embargo, de lo que queremos ocuparnos hoy es de la vacunación contra el Covid 19 que está realizando Uruguay. ¿Y entonces qué tiene que ver todo lo anterior?, puede estar preguntándose usted, estimado lector.
Sucede que si bien es cierto que hemos evolucionado bastante respecto a los primeros días de vacunación, allá por marzo, increíblemente todavía hay gente que intenta hacer una campaña en contra de la vacunación, con lo que únicamente logra, una vez más dividir a los uruguayos: los vacunados y los no vacunados; los que defienden la vacuna y los que la atacan. Sinceramente, nos parece lamentable. Sabido es que no es una vacuna obligatoria, y por ello entendemos que hay que respetar la decisión de cada uno, pero permítasenos decir igualmente que nos parece lamentable oponerse. ¿Por qué? Sencillamente porque creemos que ya está más que claro que son efectivas las vacunas. Es más, hasta nos parece que hay gente que solo lo hace «para llevar la contra». Eso es capaz lo más triste del caso, aunque nos resistimos a pensar (¿o a aceptar?) que se trate en realidad a una oposición con trasfondo político.
Veamos algunos datos. De las personas que (en todo el país) actualmente están internadas en CTI por Covid-19, el 95% son no vacunados. Es lo que indican estudios de la Sociedad Uruguaya de Medicina Intensiva (SUMI). Por otra parte, vea qué interesante lo que ocurre en Canelones. El departamento registra un incremento de los casos de Covid, que se elevaban a 495 (el viernes último); a partir de ese incremento, la Dirección Departamental de Salud divulgó un comunicado en el que se señala que un rastreo llevado a cabo por el Departamento de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública, evidencia que ese incremento se produce «a partir de casos índices de personas que no se han vacunado».
De ahí que coincidimos plenamente con lo que algunos especialistas han afirmado en los últimos días, en cuanto a que «ahora la pandemia se viene convirtiendo en una pandemia de gente no vacunada». Pero hasta la Organización Panamericana de la Salud, nada menos, lo ha entendido así.
Su directora, Carissa Etienne, hablando con preocupación sobre países de la región que aún mantienen baja cobertura de vacunación, ha dicho que «surgirán nuevas variantes mientras el virus SARS-CoV-2 continúe propagándose. Nos enfrentamos a una epidemia de no vacunados y la única forma de detenerla es ampliar la vacunación», y agregó que «la propagación de variantes sólo empeora las cosas».
En definitiva es lo que está ocurriendo, por ejemplo, en Estados Unidos, donde desde julio se viene registrando un alarmante crecimiento de los casos de infectados por la enfermedad.
Y no es casualidad que ese crecimiento coincida con un estancamiento en el ritmo que venía teniendo la vacunación, que pasó de 3,4 millones de dosis diarias (a mediados de abril) a 421.000 (en la primera semana de julio). Y el 99,5%, es decir casi la totalidad de los casos de internación por Covid 19 son personas no vacunadas.
Creemos que el Uruguay, en líneas generales, más allá de algunos inconvenientes en la agenda electrónica, etc., viene haciendo las cosas bien si de vacunación hablamos. Por supuesto que hay todavía una buena cantidad de uruguayos no vacunados, por ejemplo los menores de 12 años, porque todavía no se ha autorizado la vacunación para ellos. Pero por otra parte, sigue habiendo gente que se resiste a vacunarse, y esa es la actitud que no compartimos. Hay quienes tienen temor por los supuestos efectos secundarios de largo plazo que las vacunas podrían tener; y también –hay que decirlo- porque son convencidos por cierto fanatismo anti-vacunas que sigue estando presente sobre todo en las redes sociales.
Digamos finalmente, que nos parece más que fundamental continuar insistiendo en la importancia de vacunarnos. Si alguien aún no cree en su efectividad, puede razonar los datos numéricos que manejábamos en líneas anteriores, y otros similares. Si aún así no logra convencerse, entonces habrá que pensar, con pena, que la intención es solo la de «llevar la contra». O la de querer dividir: vacunados y no vacunados, ellos y nosotros, tal como si se tratara de Nacional y Peñarol, una división de la que no se salva ni la Selección Uruguaya de Fútbol.
Contratapa por Jorge Pignataro