Nuestras emociones en la pandemia.Con la Licenciada en Psicología Fabiana Panizza
Cada uno de nosotros durante la pandemia, tuvo emociones desencontradas, que daban y continúan dando lugar a confusiones, temores e incertidumbre. En resumidas cuentas, lo que ha sucedido en el mundo, fue mucho dolor. Y en el siguiente diálogo, que nos permite compartir la Licenciada en Psicología Fabiana Panizza, nos muestra diferentes maneras de llevar adelante la difícil situación:

¿Qué es lo que recordamos y rescatamos de las emociones en la última época?
Dentro de un tiempo quizás hayamos olvidado lo que sucedió en nuestras vidas el año 2018, el 2015, o cualquier otro año.
Pero seguro, que jamás olvidaremos lo que sucedió el año 2020.
Palabras, en muchos casos desconocidas para la mayoría, como Coronavirus, COVID, SARS-CoV-2, epidemia, pandemia, o incluso confinamiento, han entrado a formar parte de nuestro vocabulario más utilizado. Y lo han hecho, probablemente, para quedarse.
La pandemia vivida a partir del 2020/21, es un acontecimiento histórico de la humanidad, de los que perduran en la memoria de grandes y pequeños. Jamás antes en nuestro planeta, habíamos vivido una crisis global. Ni siquiera las guerras mundiales, habían sido vividas de forma directa en todos los países del mundo, como ha sucedido con la pandemia provocada por ese pequeño virus, llamado SARS-CoV-2.
La supuesta sociedad del bienestar, en la que muchos países creían vivir, se desmoronó en cuestión de días. La libertad de movimiento y actividad, desapareció durante meses, para unos cuatro mil millones de personas. La economía personal y global, sufrió un colapso prácticamente total.
¿Cómo lo evalúa usted siendo profesional?
Han sido días cargados de retos, miedos, rumores, suposiciones, desencuentros, contradicciones, desinformación, etc. Además, ha habido medidas oficiales como la solicitud de permanecer en casa, que a su vez tiene impactos diversos en la salud, la vida y las relaciones de las personas. Al respecto, parece que, si bien hay importantes esfuerzos en materia de salud pública y para reforzar la economía, la crisis también presenta una oportunidad importante para abordar otros aspectos y vulnerabilidades, especialmente el trabajo con las emociones y con las relaciones, considerando de forma más integral a las personas y los grupos.
¿Qué fue lo que más ha aflorado y cómo lo afrontamos?
Miedos, inseguridades, angustias y muchas otras emociones en buena parte de las personas, haciéndonos tremendamente vulnerables. Mantenernos conectados con este tipo de emociones, habitualmente llamadas negativas, genera un enorme impacto limitante en nuestras capacidades mentales, emocionales y físicas mientras las estamos sintiendo.
¿Perdurarán en el tiempo?
Desgraciadamente, el peligro de estas emociones con las que hemos estado conectados con tanta intensidad, no finaliza cuando dejamos de sentirlas. Las memorias emocionales generadas como consecuencia de esa conexión emocional, nos acompañan posteriormente, manteniendo un importante impacto a nivel emocional y en especial, a nivel físico. Cuando sintonizamos intensamente con una emoción, a nivel cerebral se producen cambios importantes, activando redes neuronales, principalmente en el hemisferio derecho del cerebro, y limitando la actividad de otras áreas cerebrales. Aunque haya muchas cosas que permanecen igual, también son muchas otras las que han cambiado. Desde nuestros itinerarios, actividades laborales, escolares, domésticas, hasta hábitos de higiene. Cómo te lavas las manos y dónde dejas los zapatos, hasta cambios de alimentación, en la actividad física, en el sueño, en estados de ánimo, en las relaciones y en la comunidad de manera más amplia. En ese camino, se busca información para tomar decisiones, se conversa con familiares o colegas, puede ser que poco a poco y con mucho esfuerzo vayas haciendo ajustes y cuando menos te des cuenta, las cosas cambian aún más. Seguramente, seguirán cambiando: porque estábamos en fase 1, luego en fase 2, luego en fase 3… de retorno a la ‘normalidad’, con ajustes. ¿Cuál normalidad?
¿Realmente volveremos a la ‘normalidad’?
Pase lo que pase, las cosas no volverán a ser lo que eran. Habrá uno o muchos «antes y después» y hay que ir haciendo ciertos ajustes. Habrá mucho que ir procesando y gestionando estos días. Cambiará el contexto, cambiarán las personas nuestro alrededor, cambiarás tú.
Hay muchos análisis, algunos muy interesantes, de cómo incluso cambiará el mundo a raíz de este Coronavirus. Por eso, un punto de partida, es darnos cuenta del cambio.
Los invito a reflexionar, para que puedan identificarlo y sea más fácil hacerle frente. Entre más conscientes somos de lo que nos pasa, de con qué tiene que ver, de por qué nos pone en la montaña rusa con subibajas, más poder de decisión personal tenemos ante lo que nos ocurre.
Esto no quiere decir que, por decisión individual pura, vamos a poder cambiarlo todo. Lo que importa, es hacer visible que sí, hay aspectos sobre los que podemos decidir y posicionarnos, aunque haya muchos aspectos de contexto, que no están en nuestras manos. Si por pura voluntad personal fuera, seguro la mayoría quisiéramos que se acabara la pandemia, pero no es así de sencillo.
¿Estamos en una situación de emergencia hoy?
Sí. Lo que está pasando no es lo normal. No es como vivimos nuestro día a día habitual. Tampoco tenemos muy claro todavía, cómo esto que sucede, nos va a afectar.
La invitación aquí es a observar qué es lo que nos pasa muy en el fondo.
A veces nuestras reacciones son más automáticas, ciegas u obsoletas, no están actualizadas, no están al día.
Reaccionamos siguiendo pautas que funcionaron en otras circunstancias, aunque no sean útiles en este caso, hacemos todo en automático sin detenernos a reflexionar para evitar que las cosas nos afecten ¡aunque de todas formas nos afectan!, o no logramos conectar con el origen de lo que nos pasa, sólo le vemos la punta al iceberg.
Es por ello que trataremos de reflexionar integralmente en torno a algunos aspectos que muy probablemente podrán ayudarnos a ir elaborando con mayor consciencia a nivel emocional lo que nos sucede a partir del Coronavirus y todas sus implicaciones.
¿Podemos llamarles emociones negativas?
Las emociones por sí mismas, no son ‘negativas’ ni ‘positivas’, sólo son y al ser, nos están indicando algo. Por ello es importante aprender a observarlas, identificarlas, escucharlas y tomarlas en cuenta a favor de nosotros y nuestras relaciones.
La pandemia en sí:
La pandemia, unida a la gestión que se ha realizado de la misma, y a la toxicidad informativa de la que hemos sido víctimas, ha hecho aflorar una amplia gama de emociones en la mayor parte de la población.
Dolor: por las personas que han muerto, o siguen muriendo.
Pena: por no podernos despedir de nuestros seres queridos. La rabia por no poder actuar de forma proactiva y efectiva a corto plazo, para acabar con la amenaza del virus. Miedo a enfermar, a sufrir o a morir. La sensación de vulnerabilidad e inseguridad que aparecen, al tambalearse todos nuestros cimientos. La angustia y la frustración por la pérdida de libertad para podernos mover, o simplemente para decidir a dónde ir a cenar. La tristeza y la sensación de fracaso de ver cómo los esfuerzos realizados durante muchos años para crear, y hacer crecer una actividad profesional, ha saltado por los aires. La soledad por el distanciamiento social al que nos hemos visto encadenados. El rechazo social o la discriminación que todos podemos sufrir por padecer algún síntoma que despierte sospechas de ser portador del virus. El estrés y la tensión por la convivencia forzosa, durante las veinticuatro horas del día, con nuestra familia. La vergüenza y la impotencia por ser incapaces de acompañar a nuestros hijos en su educación, o tan solo por no vernos capaces de controlar nuestras emociones y reacciones. La apatía, desidia y falta de motivación al creer que no podemos hacer nada para cambiar la situación. Y, por supuesto, la incertidumbre ante un futuro totalmente incierto. Podríamos alargar esta lista para dar cabida a prácticamente todas las emociones que conocemos, ya que las consecuencias directas de lo vivido, nos abren las puertas de par en par para poder activar todas y cada una de ellas. Pero también, como lo dice Isabel Allende, debemos contar con «Memoria selectiva para recordar lo bueno, prudencia lógica para no arruinar el presente, y optimismo desafiante para encarar el futuro»
Por Mary Olivera