Una nota exclusiva de JUANJO ALBERTI, desde Montevideo
GALÁN DE FOTONOVELAS
Su vida transcurrió de éxito en éxito. Su ruta la empezó a marcar de casualidad, como las pequeñas grandes cosas de la vida. Llegaba desde el interior de Argentina, Concepción del Uruguay, Provincia de Entre Ríos, a la capital, para estudiar derecho, trabajar, y paralelamente prepararse para ser actor, academia mediante. El Servicio Militar estaba cerca y allí fue, para más tarde acercarse al Cervantes para forjarse en pocos años en lo que sería más adelante su profesión.
Mientras concurría a las clases con diferentes maestros, consigue que el teatro lo requiera como maquillador de los elencos que allí se presentaban en las obras en cartel.
No tenía experiencia en la materia, pero igualmente aceptó. Estaba solo y tenía que sobrevivir. Aunque abandonaría esa labor, debido a su avance en la interpretación que lo lleva a debutar en 1958, en «Electra» en la compañía de Luisita Vehil. «Era un muchacho del interior, que veía Buenos Aires y se me encendía el rostro. Deseaba convertirme en un actor dramático…» Diría Guillermo Bredeston más adelante en el tiempo. Su carrera lo convirtió en galán de fotonovelas, teatro, cine, y televisión -género dramático y comedia- hasta llegar a ser uno de los productores teatrales más importantes de la vecina orilla, con cadena de teatros en Mar del Plata, la ciudad feliz.
LA OBRA DE OSIRIS RODRÍGUEZ CASTILLO
El 24 de agosto -fecha de nostalgias- pero de 1934, llegaba a este mundo Guillermo Juan Bredeston. Su padre era empleado postal y en momentos de esparcimiento dirigía teatro amateur en Concepción del Uruguay. Observando lo que hacía su progenitor, Guillermo siendo pequeño, junto a su hermano y amigos, formó un teatro de títeres, que hacía entretener y divertir a buena parte del barrio donde residían. Las funciones se ofrecían en el jardín de su casa, cerca de las plantas que allí estaban, y los vecinos acudían a ver las andanzas de los chicos artistas. Su pasión por las tablas y el teatro no se hizo esperar, debutando con «1810, en mi ciudad», una muy buena obra del uruguayo Osiris Rodríguez Castillo, quien además llegó exclusivamente a Entre Ríos para dirigirla. Le seguirían «Justicia de antaño» y «La ley oculta» -dirigido por su propio padre- de la inspiración de Martín Coronado. Claro, que era algo muy de entrecasa, bastante lejos de lo que sería en forma profesional, pero le sirvió a Bredeston para iniciarse en el difícil rubro de encarnar personajes de toda índole.
LO LLAMA LA TELEVISIÓN
De buenas a primeras en Buenos Aires, fue requerido por varias editoriales para ser actor de fotonovelas. Hizo una cantidad para varias publicaciones.
Eso lo mostró al público y se constituyó en la figura masculina de las décadas de los sesenta y los setenta con apariciones en tiras del momento, al lado de la rubia Gilda Lousek, Elsa Daniel, Soledad Silveira, y Nora Cárpena, quien sería en breve su esposa por espacio de más de cincuenta años. Mas adelante también viajaría a España, para estrenar «La dama boba», dirigido por Margarita Xirgu, pero el «inventor de fantasías» Alberto Migré lo solicitó para «Teatro Palmolive en el aire» y volvió a Buenos Aires de manera definitiva alternando con la actriz Beatriz Taibo, en el canal de la palomita, el 9. En 1981 obtuvo el Premio Konex – Diploma al Mérito en la disciplina «Actor de comedia radio y TV». Además de la distinción Martín Fierro en mayo de 2016 por su trayectoria.
DILATADA ACTIVIDAD CINEMATOGRÁFICA
Entre sus filmes se encuentran «Pobres habrá siempre», 1958, «Las furias», 1960, «Dar la cara», 1962, «Allá donde el viento brama», 1963, «La familia Falcón», 1963, «La cigarra no es un bicho», 1964, «Pimienta», 1966, «Deliciosamente amoral», 1969, Quiero besarlo señor!, 1973, «El mariscal del infierno», 1974, y «Con mi mujer no puedo», 1978, y más. Entretanto le atrajo a Bredeston convertirse en productor teatral, y en eso también marcó toda una época, siendo ideólogo de cantidad de obras por cantidad de salas teatrales de Argentina. Desde hace muchos años, Guillermo Bredeston estaba arrastrando problemas de salud bastante complicados. Se fue el pasado sábado 28 de julio, al sufrir un accidente cerebrovascular. Había sufrido cinco ACV. Tenía 84 años. Más allá de la nostalgia.