Florencio de la Vega era oriundo de Yuquerí y gran parte de su vida la vivió en una estancia en Villa Zorraquín, aunque también trabajó en Los Charrúas.

Logró un quinquenio de oro ganando en la Tortuga Alegre la fiesta de la Boga y dando revancha en el bagre amarillo.
Era fino para el moquete, para encarnar con isoca y también con mburucuyá, y un feeling con las bogas y sobre todo, con los bagres amarillos, aunque después del tercer litro de Malbec, todos los bagres servían…
En Punta Viracho ganó diez campeonatos de zambullidas más lejos, y de tan lejos que iba debajo del agua, muchas veces se hizo chichones con pedregales que yacen en el medio del río.
Pero lo suyo, más suyo, era la pesca. En la Península de Soler supo pescar los peces que se encuentran en ésta zona, patí, boga, dorado, bagre, perca, chafalote, raya, manduví, manduvá, mochuelos y venenosos, porque nadie, por más buen pescador que sea, no engancha a un par de venenosos, dientudos, descarnadores, porquerías del agua, que solo sirven para hacer perder tiempo, según el lenguaje de enfadados pescadores..
Pero no sólo de pesca vive el hombre, la fama de Florencio de la Vega fue ganar por años la domas de Ñandú en La Criolla, el boleo de aperiá en Calabacilla, campeonatos de conga en Puerto Yerúa y al seven eleven en Osvaldo Magnasco.
Ni que hablar que arrasaba en cuanto torneo de taba se presentaba, en Basavilbaso, de tejos en Federación y de payana en Chajarí.
Así que su fama de campeón, era bien ganada, y más aún, de cantor como pocos, horas y horas dándole a la guitarra y la gola que no se le iba, atronaba y atronaba, de boliche en boliche, como Quique Villanueva….
Mujeriego empedernido, con hijos cada nueve meses a lo largo y ancho del Departamento de Concordia y en los barrios de la mismísima San Antonio de Padua de la Concordia y en departamentos vecinos. Hasta dicen los chismosos del barrio que a veces se cruzaba para Salto y alborotaba faldas de todas las edades.
El comentario era que había mas De la Vega que Rodríguez y Martínez, en la zona, las mujeres veían pasar esa estampa de criollazo y se derretían y la que le resistía la mirada y le esbozaba una sonrisa, nueve meses después tenía un recuerdo vivo de aquel torbellino humano y pasional, entrerriano de pura cepa, aunque no lo sepa..
Buenazo para curar bicheras, esa que los cajetillas de túnicas y guantes le llamaban “miasis cutánea, ulceriforme o cavernosa”, en el ganado vacuno y lanar.
Insuperable alambrador, magnifico trenzador, tractorero, as de los mosquitos y cosechadoras, guapo, muy guapo a la hora de cargar bolsas en los camiones y ganado en los corrales. Sembrador de soja como ninguno, ordeñador de 200 vacas, a mano por día, y de 400 con la ordeñadora eléctrica. Los que lo conocían, aseguraban que el hombre hasta lo que hacia mal, hacia bien, porque hasta en eso era prolijo.
Un día, encandilado por las luces malas del centro, en realidad, por ir a buscarle un regalo para su vieja, su tesoro más preciado llega a Buenos Aires. Su estampa criolla llamó la atención y en una recalada en un boliche muy fiestero donde abrevaban los fines de semana los bailarines de más fama del Gran Buenos Aires le ganó a La Mole Moli en cuartetazo, a Piquín y Noelia juntos, a Tito Speranza y a otros ases del Bailando, de aquellos años cuando todo el mundo decía que no miraba a Tinelli, pero que al otro día comentaba hasta los puntajes de Polino, Moria, Graciela Alfano y Pachano, y la mismísima Pampita, en sus comienzos…
Lo atrapó ese mundo de la fama, conoció a Sofovich a Ricardo Fort, a Tinelli y al propio Jacobo Winograd. Florencio de la Vega empezó a reinar en la farándula porteña, lo invitaba Mirtha, Susana, Nico Repetto, la Colorada Canosa, Rial, Ventura, Lucho Avilés y hasta el Teto Medina y tallaba alto, levantaba suspiros su varonil figura. Tuvo romances con todas las botineras, microfoneras y felinas gatitas del ambiente. Lo dejó chiquito al Matias Alé quien se agarró un gran complejo de inferioridad y dejó de ser conocido como el reuma porque atacaba a las viejas, la Alfano, la Colmenares y todas esas sesentonas de la vuelta, en ese entonces…
Y así fue, que con tanta fama, con tanto camino andado, Florencio de la Vega, un día se sintió mal, con problemas al ir al baño, con dolores en su zona de mayor masculinidad, heroica zona de miles de batallas, ganadas…
-Eso es la próstata Florencio, es la próstata, andá al médico, hacete un examen, no te descuide, sino, no vas hacer más patria canejo…
Y aquel gaucho nacido en Yuquerí , de larga y justificada fama, fue al médico, se hizo los análisis y algo cambió en su vida al descubrir….
-Dicen que me hicieron un examen rectal, vieja, yo lo único que sé es que la cosa fue por ahí, y no va a querer creer usted, mi viejita linda, desde ese día me gustó y cambié la personalidad, y de nombre, ya no soy más el Florencio, aquí por los Buenos Aires me conocen ahora como Flor…. de la V……me desapareció el encia y el ega…lo cierto es que ahora miro la vida de otra forma, y si no entendes, me cambié de camiseta, juego para el otro equipo…
-Ya no da criollos el tiempo…ahora es puro croissants…
CAMACA