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Cuando perder, ¿es hecho vergonzoso?

FÚTBOL

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Ricardo Gareca es igualmente amigo personal del salteño Sergio Santín, más allá de ser el Director Técnico. 

De años a esta parte, el «Bocha» Santín (el 6 de agosto cumplió 68 años), es ayudante de campo del estratega argentino.

En la medida que se le pregunta a Santín, sobre los caudales intelectuales y analíticos de su amigo Gareca, el «Bocha» no deja de potenciarlo en el elogio y sobre todo apuntando a la encendida cuota de respeto que suele tener.


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Solo habría que limitarse a lo sucedido el martes pasado, tras la derrota de Chile frente a Bolivia por la nueva fecha de la eliminatoria para el Campeonato Mundial del 2026. Un periodista trasandino dinamitó la conferencia de prensa, cuando le espetó a Gareca respecto a lo «vergonzoso» de la producción chilena, cayendo como local ante la siempre cenicienta selección del Altiplano.

En lo inmediato, Ricardo Alberto Gareca, replicó con una interrogante: «¿qué se interpreta como vergonzoso, si hablamos de una derrota deportiva y nadie agredió a nadie y nadie mató a nadie? ¿Qué es lo vergonzoso? ¿Perder es una vergüenza, después de haberse ofrecido todo lo que se pudo ofrecer para que otro fuese el resultado?»-.

A Gareca no le faltó sentido filosofal. Fue hasta el hueso. No se quedó en la superficie de la mismísima banalidad.


El hecho es ese.
Puntualmente ese.

Nos involucra a nosotros también. Nos pega sin anestesia la interrogante, que aflora desde el amigo técnico del «Bocha» Santín. Porque en este Uruguay y en este Salto, solemos apelar a esa conclusión: LA VERGÜENZA COMO DERROTA. 

¿En qué momento lo es, o a partir de qué o cuántas situaciones?

Es cierto que el fútbol es un componente más de la sociedad y que suele actuar a veces como válvula de escape, para la recreación o para liberar broncas acumuladas. Solo así se entiende a esa escala que hemos llegado: separación de hinchadas en la divisional que fuese. 

La convivencia dejó de ser posible y la furia es capaz de salvajarse.  

¡La historia ejercita presión y no miente un rábano!

Pero al fin de cuentas, el manejo de determinadas calificaciones, ¿huele a cosa lógica o a cosa demencial? ¿No caemos en el exceso y en el sobredimensionamiento del fútbol en sí y de una derrota en sí?

Y cabe preguntarse si alguna vez llegará el tiempo de bajar los decibeles a una derrota deportiva, sobre todo en tiempos como estos, donde no se sabe bien cuándo y dónde se corta el hilo entre la vida….y la muerte.

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