Nuevamente comenzó la presencialidad de los niños en los centros educativos, luego de haber estado mucho tiempo sin contacto con sus compañeros y maestros.
Otra vez algunos padres comienzan a sentir las siguientes palabras o frases de sus hijos:
«no quiero ir a la escuela», «mis compañeros se burlan de mí», nadie quiere jugar conmigo».
Tradicionalmente cuando se hacía mención a acoso se referían a la adolescencia, pero hoy en día se ha visto un gran aumentó de acoso o bullying en la etapa infantil.
Caracterizado por maltrato psicológico, físico o verbal que se da entre los niños tanto en el ámbito educativo, así como también en la actualidad por las redes sociales (ciberbullying).
Todos los niños se pelean alguna vez, en el recreo, clase y suele transformase simplemente en un conflicto del momento, pero el bullying es mucho más que eso, «va más allá de una cosa de niños», es cuando alguien utiliza su poder para controlar o perjudicar a otro, es violento y tiene como finalidad el daño moral y físico sostenido en el tiempo.

Algunas formas de bullying son:
Verbal: insultos, humillación, envío de mensajes o realizar llamadas amenazadoras.
Social: exclusión y aislamiento de la víctima.
Psicológico: amenazas que provocan miedo, tristeza, llanto.
Físico: producir daños de objetos, o la propia víctima.
El niño que siente acoso se sentirá triste, nervioso, solitario, sentimientos de culpa, síntomas depresivos, respuestas emocionales extremas como llanto incontrolado. También este estado afectara sus relaciones sociales y su rendimiento académico.
El agresor que provoca el bullying no tiene por qué padecer algún trastorno, pero si en muchos casos ha padecido violencia en su entorno de forma regular.
El bullying afecta no solo al niño, también afecta su entorno familiar, social, toda la comunidad educativa, deteriora la convivencia, teniendo consecuencias negativas en el bienestar y desarrollo de los niños. Muchas veces las victimas requieren de terapia psicológica para superar los efectos negativos que le ha causado el acoso, incluso poder combatirlo y seguir una vida normal.
Pero por otra parte el agresor también necesita de terapia para tratar las causas que le llevan a ejercer violencia y acoso en otras personas.
Son varios los indicadores que nos pueden hacer sospechar que un niño este sufriendo acoso, todos los adultos en contacto con los niños, fundamentalmente sus padres, referentes, educadores tendían que estar atentos a cualquier indicio de sospecha. Por eso es fundamental que los educadores fomenten un clima de respeto y empatía en las aulas, así como las enseñanzas del hogar basadas en valores e inclusión.
Lic.Daniela Todoroff Psicóloga