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martes, 3 de junio de 2025
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Cuando el fútbol es la única religión que no tiene ateos…

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Diario EL PUEBLO digital
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Desde EL PUEBLO sumando a Eduardo Galeano en la antesala mundial

«Los niños no tienen la finalidad de la victoria, quieren apenas divertirse. Por eso, cuando surgen excepciones, como Messi y Neymar, son, entonces ellos, para mí unos verdaderos milagros».
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Desde la mágica pluma de EDUARDO GALEANO, ¿qué más generosa síntesis que esa a manera de introducción? Sucede que desde EL PUEBLO, tampoco está demás recrear algo de lo tanto del notable escritor tan muerto como vivo, pasional por siempre del fútbol, en este tránsito de cara al mundial de Rusia y con la celeste amasando ilusiones y tres salteños en un plantel de veintitrés.
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En «El fútbol a sol y sombra» o en más de un apunte de Galeano, tan idóneamente como siempre, para que la pelota vaya descubriendo secretos. Porque el escritor-poeta, ha sabido de conclusiones a su manera. Por ejemplo: «Yo no soy más que un mendigo de buen fútbol. Voy por el mundo, sombrero en mano, y en los estadios suplico una linda jugadita por amor de Dios. Y cuando el buen fútbol ocurre, agradezco el milagro sin que me importe un rábano cuál es el club o el país que me lo ofrece».
Por esta comarca salteña, la celebridad de esa frase fue prendiendo, sobre todo en la mente y espíritu de los románticos, aptos para el hallazgo del talento y la belleza, más allá del color de la camiseta.
¿Cuántas veces por estos lares, nos convencemos de la indiferencia de muchos a la hora del fútbol del domingo, porque la propuesta es un desencanto? Por eso Galeano cierra el círculo, con eso de «no soy más que un mendigo del buen fútbol».
¿Cuántos mendigos andamos por aquí?
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A LA HORA DEL GOL
Las últimas horas previas al inicio del Mundial. El 14 de junio está llegando y un día después, a escena el Uruguay del maestro y con Cavani y Suárez entre los 11. Ya no se trata de establecer vaivenes argumentales sobre quien es más salteño que otro.
Los dos salieron desde aquí. Desde las entrañas «naranjeras».
Al fin de cuentas, Eduardo Galeano otra vez: «¿En qué se parece el fútbol a Dios? En la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales».
El punto es ese: la devoción por la celeste. Por los nuestros también.
Y esos dioses salteños a la hora del gol. Con Cavani por aquí. Y Suárez por allá. Creemos también por estos lares. Ya el escritor sentenciaba desde su pertinaz elocuencia: «El fútbol es la única religión que no tiene ateos».
«YO TAMBIÉN GRITÉ GOL PARA NO SER MENOS»
En la edición de ayer en EL PUEBLO, rescate de esos salteños bien nuestros que afrontaron Campeonatos Mundiales. Desde Leandro Andrade en 1930 a este tiempo de locos sueños y con duendes fabricantes de goles y gambetas. La memoria potenció esa nómina para que las nuevas generaciones lo tengan en claro.
El jueves que viene está ahí. El mundial está llegando. Un pueblo detrás, con su algo más de tres millones, más la patria peregrina lejos de casa, pero abrochando sentimientos de victoria. De enamoramiento celeste y bien celeste. Mientras Galeano no nos concede la tregua.
Hay que volverlo a releer.
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«No tengo nada de original porque, como se sabe, en mi país las maternidades hacen un ruido infernal porque todos los bebés se asoman al mundo entre las piernas de la madre gritando gol. Yo también grité gol para no ser menos y como todos quise ser jugador de fútbol».
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Ahí está la vida.
Y ahí está el fútbol.
ELEAZAR JOSÉ SILVA-

 

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