Fuiste soñador de fútbol y te convertiste en jugador de fútbol.
Fuiste un líder natural. De primera línea. Puntual. Incorregible.
Fuiste de esos jugadores a los que hubo que perdonarle una pifia o un anticipo a destiempo, porque en cada pelota dividida o en cada trancazo….ahí tu coraje siempre.
El valor de esa entrega sin condiciones…¿te das cuenta, Martín?
Porque no todos se atreven a exponerse al error, cuando la eficacia colectiva es la pretensión en el horizonte…¡por qué ese es el secreto más genuino y conmovedor de la solidaridad!
Pero además, fuiste soñador de grupos….por eso creaste esa condición de referente.
Por eso del carisma, de tantos locos afectos derramados y por ese brindar, por la familia de tu sentimiento, por los amigos del fútbol, en el equipo que fuese.
¿Fuiste acaso, un jugadorazo?: no.
¿Fuiste acaso, un apto para ejercitar el repertorio a la medida de lo sabio?: no.
¿Fuiste acaso, alguien que transformó a la técnica en un estandarte?: no.
Pero y entonces….¿cómo se entienden tantos años de vigencia, de camisetas defendidas con lágrimas si fuese necesario y esa convicción que tenerte a vos en un plantel, era el paso esencial para que el amparo surgiese?
Entonces, a tu trascendencia hay que buscarla en esos valores incanjeables del espíritu combativo, de prevalecer en el mano a mano, de evitar conceder ventaja frente a la pelota rebotada, de inflar el pecho generoso, bravío y pleno, para que la coraza defensiva se tornarse resistente. ¿Te das cuenta que fuiste tanto eso?: GENEROSAMENTE, ESO.
Después ese tiempo, no querido. Con la enfermedad jodiendo, perturbando, creyéndose con derecho sobre vos. La muy cretina metiéndose con tu querer de vida….¿te das cuenta?
Entonces….fuiste un guerrero….la enfrentaste.
Entonces….fuiste un valiente y corajudo…. dejaste el alma para que no truncara los sueños.
Entonces….fuiste el humano de siempre…. para enseñarnos como hacer para no doblegarse, como hacer para descubrir cada amanecer….y como hacer para que la vida siga valiendo la pena, a pesar del cuerpo padeciendo, pero con tu corazón como bandera.
En esa primera línea de batalla. Para no aflojar. Para seguir creyendo.
Una vez. Y otra vez. Tantas veces….tantas.
Al fin cuentas, tu extraño y singular caso MARTÍN CAVALHEIRO.
¿Cómo irse de esta vida para alcanzar otra seguro con más paz, en medio de tantos afectos colectivos?
De tus amigos del fútbol, de tus compañeros de equipos, de adversarios en la cancha, de Directores Técnicos, de dirigentes, de cronistas deportivos.
Los que viven en Salto o los que se fueron a otros lares, como Gustavo Ferraz en Montevideo, Pablo Quiñones en El Salvador o el «Negro» Jorge Errecalde en España.
Porque la conclusión esa: ¿por qué tanta calidez afectiva hacia vos?
¿Cómo interpretar ese dolor que se fue volviendo llanto, porque partir también es dejar de vernos?
Te das cuentas, vos Martín, ¿lo que fuiste? ¿Las emociones que nos despertaste con tu lucha apasionada, humana, por la vida a la que no dejaste de querer?
Ser lo que fuiste. Ser lo que creaste. Ser lo que nos trasmitiste.
Desde tu temple en la cancha y en la vida….acaso….¿no fue una enseñanza?
Para que entendamos algo o mucho de lo que es posible más allá de los porfiados desencuentros…y que no siempre hay que endurecer la piel.
Para que la ternura Martín, no guíe un poco.
Tan solo… un poco más. Un poco más…
-ELEAZAR JOSÉ SILVA-