«Como todos los uruguayos, toditos, yo nací gritando gol». Para el escritor y periodista uruguayo Eduardo Galeano el fútbol fue más que un deporte, más que un simple juego con un balón. «No tengo nada de original porque, como se sabe, en mi país las maternidades hacen un ruido infernal porque todos los bebés se asoman al mundo entre las piernas de la madre gritando gol. Yo también grité gol para no ser menos y como todos quise ser jugador de fútbol». Galeano comenzó con esta reflexión dos de sus homenajes al deporte que lo hizo vibrar desde niño, su libro «Fútbol a sol y sombra» (1995) y su programa «Fútbol pasión», con el cuál se permitió viajar en el tiempo durante 13 capítulos en 2014 para observar con su particular mirada las leyendas, los mitos, las tragedias y los elementos que conforman el universo que gira alrededor de la pelota. Hincha de Nacional de Montevideo, amor que compartió junto a su compatriota y escritor Mario Benedetti, Galeano fue registrando con sus textos, cuentos y relatos la evidencia de una relación que muchos intelectuales y deportistas consideran imposible: fútbol y literatura.
Autodefinido como un «mendigo del fútbol, el escritor uruguayo pudo plasmar con palabras el sentimiento irracional de los aficionados al balón, dándole una voz a los millones de hinchas que cada semana se entregan a unos colores, un escudo, un club o selección.
¿En qué se parece el fútbol a Dios? En la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales
Eduardo Galeano – Fútbol a sol y sombra (1995)
Pero el amor de Galeano no aceptaba condiciones. Para él una linda jugada era como una caricia dentro de un juego de seducción y el gol «el orgasmo del gol». Es por eso que con motivo de su muerte, BBC Mundo recopiló algunas de sus frases más famosas dedicadas al balón desde que en 1968 publicó el libro «Su majestad el fútbol», palabras que, al igual que el resto de su obra, perdurarán en el tiempo.
1. «Siempre jugué muy bien, la verdad maravillosamente bien. Era el mejor de todos, pero sólo de noche mientras dormía. Durante el día, hay que reconocerlo, he sido el peor pata de palo que se ha visto en los campitos de mi país».
2. «En su vida, un hombre puede cambiar de mujer, de partido político o de religión, pero no puede cambiar de equipo de fútbol».
3.»¿En qué se parece el fútbol a Dios? En la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales».
4.»No hay nada menos vacío que un estadio vacío. No hay nada menos mudo que las gradas sin nadie».
5.»Los niños no tienen la finalidad de la victoria, quieren apenas divertirse. Por eso, cuando surgen excepciones, como Messi y Neymar, son, entonces ellos, para mí unos verdaderos milagros».
6.»Yo no soy más que un mendigo de buen fútbol. Voy por el mundo, sombrero en mano, y en los estadios suplico una linda jugadita por amor de Dios. Y cuando el buen fútbol ocurre, agradezco el milagro sin que me importe un rábano cuál es el club o el país que me lo ofrece».
7. «El fútbol es la única religión que no tiene ateos».
8. «El juego se ha convertido en espectáculo, con pocos protagonistas y muchos espectadores, fútbol para mirar, y el espectáculo se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos del mundo, que no se organiza para jugar sino para impedir que se juegue».
9.»El fanático es el hincha en el manicomio. La manía de negar la evidencia ha terminado por echar a pique a la razón y a cuanta cosa se le parezca, y a la deriva navegan los restos del naufragio en estas aguas hirvientes, siempre alborotadas por la furia sin tregua».
10.»Y yo me quedo con esa melancolía irremediable que todos sentimos después del amor y al fin del partido».
“La pasión de un domingo de tarde”
Para el autor de Las venas abiertas de América Latina (1971) el futbol «es la única religión que no tiene ateos». Y la religión futbolística de Galeano era Nacional de Montevideo, que «lo hizo vibrar con sus hazañas, sufrir con sus fracasos y fue una parte muy importante de su vida», como expresó el club en el mensaje de despedida. Pero también, con su reconocida sensibilidad, sabía apreciar el talento de los adversarios y por eso no ocultaba su admiración por Juan Alberto Schiaffino (1925-2002) o Julio César Abadie (1930-2014), que fueron estrellas de Peñarol, el histórico adversario de Nacional.
Más tarde en el tiempo se deleitaba con el astro argentino Maradona y últimamente con Lionel Messi, sobre quien inventó una teoría que le gustaba repetir siempre en broma.
«Así como Maradona llevaba la pelota atada al pie, Messi lleva la pelota dentro del pie, lo cual es un fenómeno físico inverosímil».
«Con ninguna otra actividad nos sentimos identificados los hombres de la Cuenca del Plata y particularmente los orientales», escribió Galeano en «Su majestad el futbol», publicado en 1968, obra a la que seguiría El fútbol a sol y sombra, en 1995.
A Galeano le gustaba el fútbol con lo que tiene de guerra y de fiesta, y por eso, cuando volvió del exilio, era común verlo en la tribuna compartiendo «euforias y tristezas» con millares de personas que no conocía y con quienes se identificaba «fugazmente» en «la pasión de un domingo de tarde».
En su casa del barrio Buceo, a escasos 10 minutos del centro de la ciudad de Montevideo, todavía se conserva un cartel que Galeano solía colgar en la puerta principal, durante los últimos Mundiales para desalentar cualquier visita inoportuna. El cartel advertía: Cerrado por futbol.
“Un signo primordial de identidad colectiva”
“Un vacío asombroso: la historia oficial ignora al fútbol. Los textos de historia comtemporánea no lo mencionaron, ni de paso, en países donde el fútbol ha sido y sigue siendo un signo primordial de identidad colectiva. Juego, luego soy; el estilo de jugar es un modo de ser, que revela el perfil propio de cada comunidad y afirma su derecho a la diferencia. Dime cómo juegas y te diré quién eres: Hace ya muchos años que se juega al fútbol de diversas maneras, expresiones diversas de la personalidad de cada pueblo, y el rescate de esa diversidad me parece, hoy día, más necesario que nunca. Estos son tiempo de uniformización obligatoria, en el fútbol y en todo lo demás. Nunca el mundo ha sido tan desigual en las oportunidades que ofrece y tan igualador en las costumbres que impone: en este fin de siglo, quien no muere de hambre, muere de aburrimiento”
(Ahora que a Eduardo Galeano se le antojó morirse, esta necesidad de rescatarlo desde DEPORTES EL PUEBLO también. Tanto de él. Siempre de él).