Renée Díaz, más de 60 años vinculada al Magisterio
Esta semana que pasó, el 22 concretamente, los maestros celebraron su día. Una ocasión especial para conversar con quien es indudablemente una referente para los maestros de Salto, y para tantas generaciones de salteños: Renée Margarita Díaz Sarthou, quien además se desempeñó como locutora durante muchos años. En el ámbito educativo, su huella quedó marcada tras más seis décadas en ese ambiente: como estudiante primero, después como maestra, directora, inspectora, y formadora de futuros maestros.

“Estaba sacando cuentas y fueron más de 60 años; me recibí en el año 1964. Y lo bueno es que siempre uno se encuentra con alguien de una radio o de un diario, como ahora, que me pregunta cosas y entonces vuelvo a revivir, recordar es volver a vivir. Agradezco esta instancia porque a veces siento que estoy en esa etapa en la que ya no servís para nada y entonces es lindo que alguien me llame, me siento útil”, dice Renée en medio de una emoción que sobrevoló durante toda la entrevista.
En el interior profundo de Salto es también una persona sumamente recordada, dado que trabajó en ese ambiente durante buena parte de su carrera: “Yo tengo el sello de la escuela rural… Zanja de Alcain…una escuela perdida que ya no existe. Zanja de Alcain tiene toda la historia mía. Los niños estaban a tres quilómetros, contra el río, y hubo que conseguirles un traslado acá en la Intendencia. Entonces Don Ramón (Vinci) me dice: elegí el carro de la reina de Carnaval que quieras. Fui al Corralón, elegí el carro y pedí el dinero a una señora, señora de Méndez que vivía frente a Plaza Artigas, la Intendencia me lo arregló todito, el techo del carro, las cortinas celestes y rosadas, una belleza. Ese carrito que traía a los niños funcionó bastante, ahora ya no existe más”. Otros lugares que la tuvieron como maestra fueron Parada Herrería, Pueblo Biassini, y varios más.
El Magisterio la vio a Renée ascender por todos los cargos, desde maestra de clase hasta inspectora: “Es que la carrera del maestro, cuando te recibís, recién empieza. Y hay que luchar y luchar”, dice, y agrega que sus ansias de aprender y superarse siempre fueron fuertes: “Hay que saber, yo me acuerdo que me desesperaba porque sentía que no sabía trabajar en una escuela rural, no me habían enseñado eso, ¡seis clases a la vez!, entonces la desesperación mía era especializarme en eso, tratar de saber algo más, y me fui al Instituto Normal Rural, en Cruz de los Caminos, fui becada, becaban a uno por departamento; pasé un año por allá por el quilómetro 40 de la Ruta 5 y cuando volví, que me sentía preparada, mirá lo que son las cosas de la vida: me trasladan a Parada Herrería, que no es rural, pero todo eso que aprendí me sirvió mucho igualmente para la vida”.
Cuando se le pregunta por qué eligió ser maestra, responde casi automáticamente: “Porque no había otra carrera”. Y cuenta: “Yo quería ser abogada, pero mi madre me dijo que era imposible ir a Montevideo; vas a ir al Instituto, me dijo. Yo no sabía ni lo que era el Instituto, pero dije: bueno, voy. Apenas entré, las compañeras, la forma didáctica, todo me encantó, todo me atrapó. Y hoy sin dudas elegiría de nuevo ser maestra, nada de abogada como quería ser (risas). Magisterio tiene esa magia de encontrarte con las personas en la calle y que te abracen y te digan: gracias maestra. Es lo más lindo, poder servir a otro y que esa otra persona camine, que ande, que te traspase en el conocimiento y llegue a lo máximo”. De aquella época de estudiante recuerda por ejemplo que “Nacha Testa siempre estuvo cerca, Artegoytia, el “Pesado” Silva en Sociología, el “Balo” Fernández en Historia… En el examen con Balo me recibí, recuerdo que me preguntó algo que yo no recordaba bien, entonces lo mire de una forma que él se dio cuenta por mis ojos y me cambió la pregunta (risas)…”.
Renée suele decir que “todos somos un poco maestros”, consultada sobre eso comenta: “Es el concepto que tengo, una madre es una maestra, está comunicando cosas al hijo, un padre, un niño es un maestro con el hermanito más chico, por eso los chiquitos de una familia son tan especiales, porque tienen todos los maestros alrededor, eso es lo que me gustaría que en este momento todos sientan, que son maestros, todo lo que hagamos influye en el otro, lo bueno y lo malo, por eso hay que pensar y mirar muy bien alrededor”.
¿Antes los niños aprendían más? ¿Hoy saben cada vez menos?, estas son preguntas que a diario se escuchan. Nuestra entrevistada opina: “No, no es que ahora no sepan, pienso que no hacen ejercicio de los conocimientos. Mirá que nosotros también, a veces salíamos de la escuela y no nos acordábamos nada (risas)…pero igual se vive. No hay que entrar en eso de que las maestras de antes eran mejores, porque ahora tienen mucho más responsabilidades, les están pasando responsabilidades de la casa, de la familia del niño, no es fácil, se le han sumado cosas. Siempre digo que la diferencia que hay en los maestros, pero de todos los tiempos, es el corazón que se ponga en el quehacer, ese es un aporte grande al niño. Yo no era muy inteligente, no era alguien que sobresaliera, pero trabajaba con el alma y con el corazón, eso a los niños les llega. Por supuesto que la formación es importante, pero el maestro tiene que querer al otro, amar al otro, siempre…siempre. Y tener paciencia también, por supuesto”.
En la charla no faltaron temas de gran actualidad, como el de los comedores escolares que, sobre todo en días de paro, han dado mucho que hablar: “Toda la vida los directores de las escuelas fueron responsables de la alimentación en los comedores, y hubiera paro o no, la alimentación allí estaba. El director no hacía paro, y si hacía, iba igual a organizar eso. El cargo de director es tremendo, es el responsable de todo lo que suceda en la escuela”.
Pero René Díaz tiene otra pasión, que es la radio, y de eso también habló: Fui compañera de Inocencio Di Giácomo, nos iniciamos juntos allá por el año 62, éramos jovencitos, él ganó un concurso por la voz, yo no me había presentado pero me llamaron por la voz también, fui por Magisterio a hablar y de ahí no salí más. Ahí arranqué a trabajar en radio. Primero no me dejaban en mi casa trabajar de locutora, pero después mamá veía que se me caían las lágrimas y me permitió. Fue la gran historia de mi vida la radio, Radio Cultural, soy totalmente de Radio Cultural, me han invitado a otras pero no, yo seguí siempre la línea de Don Ramón Vinci, es tal el agradecimiento que me fue imposible estar en otro lugar”. Puntualmente sobre qué tareas hacía en la radio cuenta: “Antes era distinto, yo estaba más en las tandas, era más de vender, y después, sobre el año 70 acompañé el programa Remembranzas, que me dio muchas alegrías, aprendí sobre la historia de Salto y ahora estoy con un proyecto de editar todo eso en un libro que se va a llamar Remembranzas del Salto Oriental. Yo tuve un plus en ni carrera como maestra que fue justamente el de la radio, los niños me conocían no solo como maestra sino también por la radio. Usted es la que habla en la radio, me decían”.
Cuando charlábamos con Renée era 22 de setiembre, Día del Maestro, y ella se preparaba para celebrar: “Tenemos que celebrar, pero celebrar la vida, porque no sabemos si el año que viene en el Día del Maestro vamos a estar”. Su esposo, el gran compañero de toda su vida, Luis Alberto Chiappini, una noche se acostó a dormir y ya no despertó. Por eso insiste Renée, entre lágrimas, que “tenemos que celebrar que estamos vivos hoy, y disfrutar al máximo las gracias que te da la vida”.
JORGE PIGNATARO