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jueves, 1 de mayo de 2025
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¿Y si intentamos razonar con lógica? ¿Y si apostamos a la libertad interior?

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Diario EL PUEBLO digital
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Hoy puedo ver todo lo bueno que hay aquí

y admirar las tradiciones

que hacen grande a mi país,

como uruguayo quiero ser parte de ti…

Hoy puedo amar, puedo cantar, puedo reir…”

Ruben Rada

Empiezo a escribir estas líneas al ritmo de Ruben Rada, pero no para hablar de Mi país (así se llama la canción), como él, sino de Salto, mi ciudad y mi departamento.

Se me ocurre pensar, por ejemplo, que en el período de gobierno de Ramón Fonticiella, la ciudad estuvo en uno de sus mejores momentos en cuanto a recolección y barrido. Y que la preocupación por la caminería rural era un pilar fundamental, preocupación y manos a la obra por supuesto. Por dar un ejemplo más, conocedor de Casa Quiroga (obra de la administración Malaquina), Fonticiella no dudó en darle continuidad, crear nuevas salas y realizar varias mejoras, lo mismo hizo la administración de Germán Coutinho, que le dio otro impulso fundamental con más salas y mejoras de todo tipo. Obsérvese que hasta acá he mencionado a tres Intendentes, en todos los casos para destacar hechos positivos.

Podría agregar que durante el gobierno de Coutinho los salteños accedieron a un servicio de ómnibus mucho más barato y completo en días y horarios. O que los adultos mayores del Hogar de Ancianos tuvieron importantes beneficios económicos para su estadía, ya que se les redujo el monto que aportaban.

Así podríamos seguir con cientos y cientos de ejemplos…de todos ellos.

No podemos olvidar la decisiva colaboración del Esc. Malaquina para la Regional Norte, el CERP del Litoral (con sus residencias, masculina y femenina, y su comedor), el Centro de Lenguas Extranjeras, etc., etc.

Con errores probablemente sí, pero no quiero olvidar tampoco el apoyo de la Intendencia en manos de Fonticiella para la construcción de viviendas. Y puedo seguir…

De alguna manera, lo que estoy haciendo es mirar las cosas buenas. El lado positivo de las cosas. En tiempos de desánimo bastante generalizado a varios niveles, tiempos donde la depresión campea con cifras poco creíbles pero reales (incluso inimaginables para muchos), en tiempos donde abrimos las redes sociales o prestamos atención a las conversaciones en el almacén de la esquina y todo parece que estuviera mal, me parece que es bueno también observar la otra cara de la realidad.

Lo que pasa -y ya lo esbozamos brevemente en una nota publicada este sábado en página 3 de EL PUEBLO– es que hay gente que si ve algo hecho por una administración que no sea afín a su pensamiento político, por más bueno que le parezca no lo dirá. O peor aún, tratará de denostarlo. Sí, hasta yendo, en definitiva, en contra de su propia percepción.

Esa gente, la que solo observa todo a través del cristal político, suele manejar una estrategia, a nuestro entender completamente equivocada. Consiste principalmente en desviar el tema hacia puntos que no tienen nada que ver. Vayamos con algunos ejemplos…

Si digo que Salto estuvo muy bien en recolección y barrido durante la administración Fonticiella, o que trabajó muy bien en cuanto a viviendas, enseguida alguien aparece argumentando que no está de acuerdo con que haya incluido a su hijo como uno de los directores de la Intendencia.

Si digo que Coutinho dio un gran impulso a la cultura (me acuerdo ahora que entregó 12.000 libros para reforzar biblioteca en todo el departamento y crear las necesarias en las localidades donde no había), aparecerá alguien a decir que no está de acuerdo con que haya dejado el cargo de Intendente para hacer campaña por la Vicepresidencia junto a Bordaberry.

Si digo que me parece que las Termas del Daymán están preciosas gracias a una buena gestión en ese sentido por parte de la actual administración de Andrés Lima, alguien surgirá para decir que no es así, que las calles de la ciudad están con muchos pozos y que además las Termas del Arapey están muy mal.

¿Se entiende el desvío del que hablamos?

Esto tiene que ver claramente con los razonamientos lógicos. Si estoy hablando de Daymán, no puedo argumentar con Arapey; si estoy hablando de bibliotecas o Casa Quiroga, no puedo argumentar con que se postuló a Vicepresidente; si hablo de viviendas, no puedo argumentar con que el hijo era director de turismo. Es decir, si partimos de premisas o proposiciones falsas, arribaremos siempre a conclusiones falsas, porque estas se desprenden de aquellas. Regla elemental del silogismo.

Y mire que tomé al azar algunos ejemplos nada más. Mire además que yo estoy de acuerdo con que es un error que un Intendente ubique a su hijo en una dirección, y tampoco comparto que un Intendente deje su cargo para ir a pelear por una Vicepresidencia (que además sabía no iba a alcanzar), y estoy de acuerdo también con que las Termas del Arapey están bastante decaídas y ni que hablar con que la calles de la ciudad están muy mal, con muchísimos pozos por todos lados. Pero, ¿cuesta tanto entender que son cosas distintas?

Pienso que hay personas que quizás no se den cuenta que equivocan sus argumentos. Pero sé que hay muchas otras que lo hacen adrede. ¿Por qué?, por lo que decíamos antes: cuestiones políticas las enceguecen.

Y lo peor, es que esas personas se quitan libertad a sí mismas. No son libres de comentar lo que piensan en verdad, de opinar con sinceridad, de admirar y valorar lo que pasa a su alrededor…Todo lo miden con la vara de la política. Lo político es el filtro para ellos.

Démonos la oportunidad de mirar el vaso medio lleno.

Démonos la oportunidad de poner en un lado de la balanza también las cosas buenas.

Pero sin que importe de qué lado político vienen.

Eso se llama Libertad.

Ya lo decía muy bien el poeta italiano Arturo Graf: “Si no tienes la libertad interior, ¿qué otra libertad esperas poder tener?”

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