
El comunicado difundido por la Mesa Política Departamental del Frente Amplio de Salto el pasado lunes marca un hito alarmante en la política local. En su afán de reafirmarse como oposición, esta fuerza que dice abanderar el progreso, la pluralidad y el respeto a la institucionalidad, ha optado por un lenguaje duro, excluyente y marcadamente antidemocrático.
El texto no deja lugar a interpretaciones: “La fuerza política Frente Amplio no forma ni formará parte del Ejecutivo Departamental de coalición de derechas liderado por el Intendente electo Carlos Albisu”. Esta afirmación, que en principio puede parecer una definición política legítima, rápidamente se convierte en una advertencia autoritaria cuando se aclara que “quienes tengan participación en el nuevo Ejecutivo Departamental serán pasibles de las sanciones disciplinarias correspondientes”.
¿Desde cuándo ser parte de un gobierno elegido democráticamente se transforma en un acto pasible de sanción? ¿Acaso el servicio público deja de ser un deber cuando la conducción no es de su agrado? Estas preguntas deberían inquietar a cualquier ciudadano que aún confíe en la política como herramienta para mejorar la vida de la gente.
El Frente Amplio local no solo se autoexcluye de cualquier construcción conjunta por el desarrollo del departamento, sino que además amenaza con castigar a sus propios miembros si deciden anteponer Salto a los cálculos partidarios. Esta actitud no es solo mezquina, es profundamente retrógrada. Y lo que es peor, contradice el accionar del mismo Frente Amplio a nivel nacional, donde ha construido coaliciones diversas y ha convivido con sectores ideológicamente dispares en aras de la gobernabilidad.
En otro tramo del comunicado, se jactan de que “el Frente Amplio ejercerá el rol de oposición seria y responsable desde la fuerza política y el Legislativo Departamental”, pero lo hacen dejando en claro que no habrá diálogo posible con quienes gobiernen el departamento. ¿Cómo puede haber oposición responsable cuando se impone una lógica de trincheras? ¿Qué responsabilidad hay en negarse a colaborar en soluciones concretas para los salteños, simplemente porque las lidera otro partido?
También se menciona con orgullo que “la mayoría de salteños y salteñas eligieron al presidente Yamandú Orsi para liderar el gobierno nacional”, como si eso invalidara la elección local que ungió a Albisu como Intendente. Una afirmación que, lejos de mostrar coherencia democrática, exhibe un desprecio por la voluntad ciudadana cuando esta no favorece a su espacio político.
Este comunicado no solo es una mala señal para el presente, sino también una advertencia para el futuro: una fuerza política que se dice plural y moderna no puede condicionar la participación ni actuar como tribunal ideológico de sus propios militantes. En momentos en que el país necesita tender puentes y unir esfuerzos, el Frente Amplio salteño ha elegido levantar muros.
Lo que Salto necesita no es más confrontación. Lo que Salto necesita es grandeza. Es hora de dejar la mezquindad política de lado y pensar como devolvemos a nuestro departamento al sitial que supo tener y jamás debió perder. Eso implica diálogo, implica cooperación, implica madurez. Y sobre todo, implica entender que el progreso no se construye con amenazas, sino con respeto y amor por la tierra que nos vio nacer.
La noticia que supongo generó esta reacción de la Mesa Política del Frente Amplio fue el comunicado del equipo de gobierno entrante en el que figura el actual Presidente de la Junta Departamental de Salto, el frenteampista Pablo Alvez: