La selección uruguaya de Futsal de jóvenes con síndrome de
Down se está preparando para jugar en un campeonato a nivel mundial. Se trata de un campeonato de fútbol sala de chicos con síndrome de Down. El evento se desarrollará en Perú del 1ro al 10 de abril.
La Copa Mundial de Futsal Down se desarrollará por primera vez en el Perú, y será la segunda vez que se realizará en nuestra región.
«En nuestro país existen seis equipos integrados por jóvenes con síndrome de Down; uno de de ellos es Rodó Inclusivo de aquí de Salto», el único del norte del país» indicó a EL PUEBLO Gabriel Rosconi – integrante de la comisión directiva de la selección uruguaya.
De los seis equipos se formó la delegación uruguaya y serán doce los jóvenes que viajarán a competir al certamen mundial en la tierra incaica.
Para que el equipo pueda viajar se está organizando una campaña de recaudación de fondos.
La selección se encuentra practicando en la capital del país. Los doce chicos fueron elegidos de diferentes escuelas, tales como del club de fútbol Plaza Colonia, Peñarol Inclusivo, Creando Sueños, Pateando Mitos y Gigantes de la Costa.
Rodó Inclusivo – equipo representante de Salto – se formó hace poco tiempo y por ese motivo esta vez no habrá un integrante en la selección uruguaya.
Uruguay, Italia, Turquía, México, Argentina, Chile, Brasil, España, Francia, Portugal y Perú.
Está previsto que la delegación uruguaya viaje el próximo 30 de marzo a Perú.
El director a cargo del equipo uruguayo es Sebastián Rendo; la selección uruguaya está íntimamente ligada a la
Secretaría Nacional de Deportes a través de José Luis Bringa que se dedica a apuntalar los equipos inclu-sivos, en este caso el fútbol.
«Bringa nos está dando una mano muy valiosa, siempre está al tanto de todas las
necesidades» declaró Rosconi.
La práctica deportiva estimula a la persona con síndrome de Down a sentirse parte de un conjunto; proporciona oportunidades para probar y descubrir las propias capacidades, en unos sujetos que normalmente se encuentran sobreprotegidos y a los que se anula en su posibilidad de decidir en temas en los que podrían haber tomado sus propias decisiones.
Refuerzo no sólo personal sino también familiar, constituye
una ocasión de satisfacción para la familia el recono-cimiento de los méritos adquiridos.
La práctica deportiva ayuda a abandonar la actitud egocéntrica, debido a la necesidad de prever las acciones del adversario.
Esta anticipación conlleva el incremento en las habilidades de autonomía personal y del funcionamiento intelectual.
Desarrolla su sensibilidad social a través del aprendizaje de las reglas que rigen las normas de participación y
que han de ser respetadas.
En este aprendizaje de normas para todos, crece su confianza.
Los programas deportivos proporcionan un buen marco para la integración social.
La persona con síndrome de Down que practica un deporte proyecta una imagen mucho más cercana y normalizada, comparte con su equipo las ilusiones, las expectativas, el esfuerzo y el cansancio, las frustraciones ante el fracaso, los logros conseguidos y siempre en compañía de otros, nunca en solitario.