Aquellos versos de Zitarrosa que en la columna del lunes pasado transcribíamos como acápite («En mi país, qué tristeza/ la pobreza y el rencor») podrían perfectamente hoy, nuevamente, encabezar estas líneas, aunque el tema sea otro, por supuesto. Sucede que, de lo que hablaremos seguidamente, comedores escolares (tema que vaya que dio que hablar en la última semana) también muestra por un lado pobreza, y por otro, cierto rencor de alguna gente al momento de tratar la cuestión, buscando ante todo una polémica que genere algún rédito político.
Justamente la semana pasada, sin ir más lejos, escribíamos que tiene tantas cosas para criticarle a este Gobierno Nacional quien quisiera hacerlo, que no se precisa inventar nada, absolutamente nada. Además, no es bueno andar por la vida inventando cosas con el único propósito de criticar, porque sería injusto con muchas personas que de repente está haciendo bien su trabajo y la criticamos sin fundamento, inmerecidamente.
¡Si habrá cosas para estar molestos y criticar!… El aumento de 250 pesos a los jubilados, que es una miseria, el precio de los combustibles que continúa subiendo y hace que todo suba (basta con recorrer las góndolas de un supermercado para comprobarlo), los sueldos congelados, que entonces permiten menos capacidad de compra, el precio alto de los servicios públicos, etc. etc. Recuerdo que escribíamos el pasado lunes: no precisa inventar que la garrafa subió a 1.400 pesos, porque no es verdad.
Pues bien, ahora decimos que no precisa inventar que «este gobierno no le permite a los escolares repetir el plato de comida en los comedores de las escuelas». Eso, simplemente, no es así. Deberíamos aprender que hay muchas cosas, que a veces (muy seguido lamentablemente) se sueltan al aire, se inflan y crecen como un globo, y hasta que no se desinflen siguen repitiéndose como lo que son: mentiras.
En primer lugar, si de comedores escolares se habla, cabría decir, en honor a la verdad, porque es la verdad y están los datos a la vista de quien quiera verlos, que desde que asumió este gobierno llamémosle «multicolor» que el Uruguay tiene ahora, se han registrado records históricos en cobertura de alimentación escolar. Es decir, se ha brindado alimentación una cantidad de días y a una cantidad de niños que nunca en la historia del país se había otorgado. ¿Tenemos que alegrarnos por esto y festejarlo? No, de ninguna manera, al menos quien esto escribe entiende que no se puede festejar, simplemente porque estamos hablando de una respuesta a una realidad muy complicada, muy triste, que nadie quisiera que estuviera viviendo este país. Pero decir que «son un desastre los comedores escolares», o que «este gobierno le niega comida a los niños», o que «se ahorra plata sacándole comida a los niños»…No! eso es repetir un verso que no es verdad, y que además, genera un resentimiento en la gente que no le hace nada bien a la sana convivencia en sociedad. Claro, aclaremos, lo genera en la gente que escucha y repite sin discernimiento alguno (a propósito o no), porque la gente que realmente se informe sobre cómo son las cosas, verá y comprobará que no es así.
Lo que pasó fue que voluntariamente (entiéndase porque quisieron, por decisión propia y no como respuesta a un llamado) autoridades de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) concurrieron al Parlamento a brindar información sobre su gestión. ¿Acaso ese tipo de actitudes no son algo para valorar también? ¿No es acaso «que den la cara y que sean transparentes» lo que siempre pedimos? Pero resulta que un grupo de legisladores de la oposición, tomó una frase que se dijo en medio de la discusión parlamentaria, e intentó, con absoluta mala intención, sacarla de contexto sugiriendo que a los niños ya no se les permite que repitan el plato de comida que se les brinda. Conocemos bastante de cerca los comedores escolares, y tal vez usted, estimado lector, también los conozca; entonces, ¿usted cree que si un niño pide un poco más de comida le van a decir que no? Es impensado que así fuera y, de hecho, no es así. Si a veces hasta los maestros almuerzan (y a veces dos platos), si a veces hasta funcionarios de las escuelas se llevan comida para la casa porque sobra, no es difícil comprobarlo para quien quiera hacerlo. Lo que dijo en esa discusión en el Parlamento la Directora General de Educación Inicial y Primaria, Graciela Fabeyro, fue que, como la porción (bandeja) que reciben los niños está adecuada o adaptada a lo que indican los nutricionistas, probablemente el niño no repita la comida. Después explicó que las bandejas que se dan (en aquellos centros donde se dan bandejas, porque hay escuelas en donde se sigue cocinando en enormes ollas) tienen lo aconsejado desde el punto de vista nutricional, que las bandejas tienen el peso y los nutrientes necesarios por edades, con el equilibrio justo, etc. etc. Allí también surgió el tema de la obesidad infantil, entre otras cuestiones que preocupan a pediatras y nutricionistas. Entonces, no es que se le niega al niño repetir la comida. No, eso no fue lo que se dijo, eso fue lo que interpretaron algunos (¿por problema de comprensión o por mala intención?) y otros repitieron. Curioso además, dicho sea de paso, que algunos legisladores cuestionaran tanto el sistema de alimentación por bandejas, como si fuera algo surgido ahora, cuando se trata de un sistema supervisado por nutricionistas que no es cosa de este gobierno, sino que viene del anterior, y que es bueno.
Lo cierto es que la mentira creció tanto, en redes sociales sobre todo, que seguramente todos hemos leído cosas tales como: «el gobierno hace pasar hambre a los niños porque le niega comida en los comedores». Insistimos en que eso no es así y que basta con acercarse a cualquier escuela y comprobarlo. Eso es, ni más ni menos, que una difamación. Si realmente fuera así créame, estimado lector, que desde estas páginas seríamos los primeros en salir a defender a los niños y seríamos los primeros en escribir que no puede permitirse que se gaste tanto en otras cosas y no en esto, pero, lo decimos una vez más: no es así.
Lamentablemente, el problema es que estamos ante un nuevo ejemplo de que todo se tiñe más que de política, de «politiquería barata». Tan barata y tan sin fundamento, que quienes hoy repiten esta mentira de que no se da comida a los niños, no dicen sin embargo que el récord histórico que se está dando en alimentación a escolares no es por un pobreza que empezó el 1° de marzo de 2020. Antes había hambre también, ¿o no?, antes había miles y miles de desempleados también, ¿o no?, y de trabajadores en negro también, que no podían darle de comer a sus hijos, y sin embargo no se brindaba tanta comida como ahora en las escuelas. Si vamos a hablar del tema, digamos las cosas completas, ampliemos la mirada, sin verdades a medias.
Cuando empezó esta divulgación de la mentira, esta difamación amplificada en redes sociales, el presidente de la ANEP, Robert Silva dijo textualmente: «Es muy triste que algunos actores políticos traten de sacar mezquino rédito político en redes sociales…». Y la verdad, tiene razón. Lo que hay que criticar se critica, lo que se critique tiene que tener fundamentos, pero inventar cosas solo por sacar rédito político, no. Así que es cierto, Robert Silva, «es muy triste» como dice usted, que algunos pocos hagan esto y que otros tantos lo repitan.
Contratapa por Jorge Pignataro