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domingo, 11 de mayo de 2025
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Ocultando los hechos nunca lograremos
evitarlos

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Diario EL PUEBLO digital
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Con mucha repercusión en los medios de comunicación se logró cambiar la figura delictiva del homicidio especialmente agravado, en el caso de que la víctima sea una mujer, por la de “femicidio” (figura que se verifica cuando se asesina a una mujer por el sencillo hecho de su género).
Honestamente para nosotros, la modificación no era necesaria, ni el esfuerzo que se puso en lograrlo, pero somos respetuosos de las decisiones del soberano y por lo tanto asumimos que se dieron los pasos legítimos para la modificación y es válida y legítima la decisión. Lo que nos sigue sin cerrar es “por qué el asesinato de una mujer debe ser diferente al de otra persona, inclusive al de un niño”. Debemos saber que el suicidio de una persona es treinta veces más frecuente que el asesinato de una mujer”.
No consideramos equivocada la decisión, si quizás exagerada. Se nos dirá que mientras en un femicidio hay un asesino, en un suicidio es la propia persona la que se infiere el daño. Es al menos opinable, ¿en qué medida no es la sociedad toda que integramos la responsable por omisión o desentendimiento de un suicidio?.
Más diremos, seguimos sin prestarles debida atención a los suicidios. Es más creemos que se impone revisar la política que hemos seguido hasta el momento en materia de difusión de estos hechos.
Subsiste al menos a nivel de muchos medios la convicción de que un suicidio no es noticia, a menos que el suicida sea notorio en la sociedad. Es diferente si se suicida un intendente o un jefe de policía con el debido respeto a los actuales), que si se suicida un vecino cualquiera, para este concepto.
Se basa en la convicción y tenemos entendido que en su momento hubo una solicitud expresa de destacados psicólogos para que no se dieran a conocer públicamente los suicidios, debido a que tenían un efecto de “contagio” entre personas depresivas.
Se acuñaron términos como “autoeliminación”, “trágica determinación” y demás. Todos eufemismos para no enfrentar el tema de fondo.
Uruguay tiene un triste récord, al mantener una de las tasas mundiales más altas de suicidios. Significa que la política de ocultamiento que hemos seguido hasta hoy no ha servido para evitar nada.
En el fondo entendemos que es equivocada. Como también lo es evitar la palabra “muerte”, usando fallecimiento, “dejó de existir” y demás. Es como la palabra “cáncer” tan resistida en su momento. Solo cuando la enfrentamos y la aceptamos sin exageraciones comenzamos a entender la cuestión.
Es hora que lo hagamos.
A.R.D.

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