Cuando alguien hace referencia la guerra, difícilmente pueda evaluar todos los aspectos que esta involucra. Lo más visible y lo primero que se muestra, es la destrucción de hospitales, escuelas, hogares, ciudades enteras. No pretendemos negar esta destrucción, que evidentemente existe y resulta tremendamente lamentable.
Pero hay que saber también que a veces (y no todas las veces) existe en esto el interés de manipular y volcar la opinión pública hacia un lado concreto. No decimos que siempre sea así, ni tampoco que haya intereses detrás de lo que se muestra o informa y es una posibilidad que no se debe desestimar sin tener todos los argumentos en la mano.
Hay que tener en cuenta que los muertos, los lesionados (a veces para el resto de la vida) y la destrucción siempre la ponen los pueblos. Los “señores de la guerra”, los que fabrican las armas, los que dan las órdenes, declaran las guerras para satisfacer sus ambiciones de poder, no aparecen tan fácilmente.
Hay otro aspecto. Algunos productores y recaudadores, acumularán mucho más dinero de lo habitual porque la escasez de alimentos y la destrucción en otros casos hace subir los precios, en los hechos, un informe de un organismo especializado da cuenta que los “super millonarios, (que no son más de 50 en el mundo), han tenido más ganancia en los dos últimos años, con pandemia y guerra) que en los 23 anteriores, en que pudieron reunir sus suculentas ganancias.
Lo “señores de la guerra”, los que fabrican armas, si no hubiera guerras, no tendrían “negocio”. Es un aspecto nada despreciable, por supuesto y habitualmente poco o nada visible.
Entendámonos bien. De nada sirve escandalizarse cuando un joven fuera de sus cabales (o con sus facultades mentales alteradas) toma un arma de fuego y la emprende contra niños y otras personas inocentes, si al mismo tiempo estamos fabricando y proporcionando las armas que alimentan las guerras.
No ignoramos que la ambición humana debe ser frenada de alguna manera y llega el momento que las gestiones diplomáticas se agotan. Pero no nos escondamos, somos parte del problema porque si no hubiera ambiciones, no habría conflictos.
Para nosotros la única salida llegará cuando se haga carne aquella máxima atribuida al Papa Pablo VI, “si quieres la paz trabaja por la justicia”. Es el único camino válido. El único que puede poner freno a las ambiciones humanas, que se encuentran en la raíz de todo conflicto.
A.R.D.
