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viernes, 7 de febrero de 2025
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Salto

«Las artes marciales son para evitar pelear; la vida es amabilidad, ayudar al otro»

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Ricardo Villarreal:

¿Cómo se presentaría a sí mismo?
Soy de Salto, República Oriental del Uruguay, nacido el 11 de mayo de 1956. Mi nombre es Ricardo Villarreal Luna y soy maestro director de Kung Fu, estilo Lung Tao («Camino al Dragón»), categoría 6to Dan. Pero me presentaría como un maestro de Kung Fu. En el 2013 tuve la graduación de 6to Dan, categoría Maestro, reconocido por el gran Maestro Germán Bermúdez Arancibia, 10°. Dan, representante para toda Sudamérica.

¿Cuándo y cómo se inicia en este camino?
Mi admiración por las artes marciales comenzó desde muy chico, recuerdo que en aquella época pasaban las seriales de Kung Fu en canal 8 y ahí empezó todo. Y mi hermano mayor viendo que yo sentía eso, que me empezaban a gustar las artes marciales realmente, de verdad, me anota por primera vez en una escuela de artes marciales, yo tendría 11 años. Además, empezaron a aparecer las primeras películas de Bruce Lee y ahí el fanatismo me fue creciendo cada vez más. Hasta hoy en la actualidad, con 65 años de edad sigo en el mismo camino, es decir que el Kung Fu, pasó a ser parte de mi vida.

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Un poco de historia… ¿Cómo surgen estas artes?
Surgen en los templos Shaolin, que se dedicaban a la meditación. Los monjes bajaban a los pueblos a repartir alimentos y los ladrones les pegaban para robarles comida, a algunos hasta los mataban, y ellos eran personas indefensas. En esa época, 500 años A. C. un monje de la India ve lo que pasaba y les empieza a enseñar los primeros movimientos. Ahí nacen las artes marciales, y después eso fue creciendo. Por eso digo que esto ayuda a sentirse fuerte, a saber, que nuestro cuerpo es fuerte, porque esto es a mano vacía, nosotros no andamos armados…

En su familia le han seguido los pasos, ¿verdad?
Sí, tengo tres hijos que practican desde chicos. A medida que van quedando grandes alguno se queda por el camino como el caso de David, que llegó hasta la categoría Rojo. Mi hijo menor, Jonathan, en la actualidad es categoría Cinturón Negro, continúa con las competencias y la enseñanza. Mi hijo mayor, Moisés, es Cinturón Negro 4to Dan, subdirector de la escuela Lung Tao, con más de 25 títulos sudamericanos, ganador de tres Champions, que son los títulos mayores de los torneos… Pero no solamente compite él, compiten sus hijas, Constanza y Candelaria, que hace un par de años se trajo tres títulos sudamericanos: forma, arma y combate. Es una alegría enorme para la escuela, y yo como abuelo imagínese como me siento… La verdad que seguimos todos unidos en este camino precioso que Dios nos brindó, que son las artes marciales.
¿Qué recuerdos le vienen cuando piensa en su trayectoria?
Me trae lindos recuerdos poder contar sobre los primeros torneos, cuando empecé a viajar a los torneos sudamericanos dirigidos por Germán Bermúdez Arancibia, mi gran maestro, compitiendo y conociendo a los Cinturones Negros que competían conmigo. Gente de Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, de todas las escuelas de Sudamérica, empezamos a competir juntos, nos fuimos haciendo amigos, compañeros, fueron pasando los años, fueron apareciendo los hijos y empezamos a ir presentando los hijos. Una gran familia marcial que todos los años nos juntamos, siempre unidos, siempre siguiendo los consejos de los maestros…Y parece mentira que hoy nos presentamos los nietos. Hemos traído tantos premios y hemos aprendido tanto escuchando al maestro que no solamente nos enseñaba la práctica de la defensa sino también la forma de vida, cómo ver las cosas diferente, cómo adaptarse a diferentes situaciones.

¿Por qué es importante saber Artes Marciales?
Porque te enseñan a vencer la timidez, el miedo, la vergüenza, te hace fuerte, te da tranquilidad, te enseña a no sentirte superior, que esa es una de las cosas que se ha perdido un poco, se enseña las artes marciales, pero no se enseña el equilibrio. Yo del maestro aprendí muchísimo, y enseño no solo a defenderse, sino que se aprenda el equilibrio, que ese alumno sea buen hijo, buen vecino, buen nieto… porque ese es el camino de las artes marciales, no es solamente romper tablas, romper piedras, competir en los torneos y traer premios. El Kung Fu enfoca otro ángulo, es parte de la vida, poder acompañar a un anciano que va a cruzar la calle, a una persona que va con un bolso pesado cuando sale del supermercado, una mirada amable, y ese es el camino, ser amable, agradecido. Agradecer a Dios que uno tiene la posibilidad de practicar algo maravilloso como en mi caso el Kung Fu, y poder enseñarlo.

¿Le ha sucedido tener que utilizar estas artes para defenderse?
He caminado mucho… Y el arte marcial siempre ha sido parte de mi vida y lo he podido aplicar, pero no solamente defendiéndome. En situaciones difíciles me he tenido que defender sí, pero lo que más alegría y placer me da es poder ayudar a la gente.

¿Cómo es su forma de ayudar desde esta escuela, sobre todo a los niños?
Trato de ayudar a que la gente salga adelante. Hoy en día, muchas veces los padres vienen cansados de los trabajos y maltratan a los hijos, les hablan mal, y los hijos empiezan a sentirse frustrados y eso los lleva a pensamientos malos. Van pasando los años y ellos todavía sienten esa parte fea, que de niños les decían: que no servís para nada, que sos esto o que sos lo otro, y cuando pisan mi escuela yo me doy cuenta de eso y digo: bueno, yo acá tengo trabajo. Eso es lo que a mí me encanta, empezar a trabajar para que se sientan seguros, y la verdad que uno empieza a notar el cambio. Después vienen los padres y te comentan que sacaron buena nota, que cambiaron la forma de ser, que tienen otra mirada, que les cambió la conducta, y para nada estamos hablando de peleas, estamos hablando de la vida, porque como le decía, el Kung Fu es parte de la vida. A medida que van creciendo, van practicando y les vamos sacando lo negativo y valorando lo positivo. Siempre les digo a los papás que somos tres pilares que tenemos que estar firmes: el padre, el alumno y el maestro. Ninguno de los tres puede fallar. Por ahí el papá está entusiasmado, el muchachito también pero el maestro se pasa hablando por celular en los rincones… Ahí se viene abajo todo.

Justamente, ustedes insisten en que esto no es para andar peleando, ¿es así?
Claro, no es solamente pelear, como muchas veces la gente confunde. Hoy usted va por la calle, lo chocan y lo miran como para pegarle, y no es así la vida, la vida es amabilidad, es ayudar al otro, ayudar a la gente que anda revolviendo la basura y darle una mano, y eso es curativo. Uno ayuda así sea con lo mínimo, así sea escuchando, y es curativo, da un placer enorme, y eso también es Kung Fu, es un estado que he aprendido de mi maestro… Es precioso. Y están equivocados los que creen que las artes marciales son para pelear; no, las artes marciales son para evitar pelear. Hay que quererse y enriquecer la salud, porque de la salud viene la felicidad. La felicidad es preciosa, pero no se puede comprar, se siente, y para sentir la felicidad hay que tener salud, son dos hermanas que van de la mano.

Ya que dice Salud, ¿qué reflexión le merece este tiempo de pandemia?
Hoy la gente se está dando cuenta lo que es la salud. Hoy Dios está mostrando una vez más que somos todos iguales. Con esta pandemia que vino al mundo nos damos cuenta que somos todos iguales, no hay de nombres, no hay de fulano o mengano, o que tenga los mejores médicos. Siempre aplicamos en la escuela la importancia de la salud, de sentirse bien, de poder caminar de la mano

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