Si EL PUEBLO calla, el pueblo será menos libre
Con familiares, amigos, conocidos, suelo hablar de Diario EL PUEBLO. Y lo hago casi siempre con cierta objetividad, señalando aciertos y criticando errores, más como si hablara de algo apartado de mí que de un medio en el que todos los días participo activamente. Cosa curiosa es que hoy, que debo hablar de EL PUEBLO para un público más amplio, me toque hacerlo con toda la carga emocional y afectiva que implica la subjetividad.
Hace 20 años me dedicaba exclusivamente a estudiar Profesorado de Literatura y a escribir poemas y cuentos. Asistía al Taller Literario Horacio Quiroga, que orientaba Leonardo Garet. Fue él quien me dijo un día que me convenía escribir notas periodísticas, porque «el periodismo es una muy buena fragua para quien pretenda escribir». Ya desde antes me gustaba el periodismo, pero ese fue el impulso justo. Porque fue además, el momento en que se abrió la puerta que necesitaba: Garet habló con José Luis Guarino y este aceptó que más o menos cada quince días yo le enviara una nota para su página de Cultura de Diario EL PUEBLO. Así fue que empecé a colaborar con algunas breves notas –que le acercaba a Guarino en disquetes- referidas a los distintos monumentos, placas recordatorias, bustos, que existen en la costanera sur.
Unos años después, en enero de 2010, recibo la llamada de Adriana Martínez que me proponía hacerme cargo de la página de Cultura dos veces a la semana: jueves y domingos. Empecé el domingo 7 de febrero. Debe observarse y sobre todo valorarse el gesto –inusual sin dudas- que un diario del interior decidiera pagarle a alguien para que se dedicara exclusivamente a lo cultural.
Pasaron nueve años más y, aparte de esas páginas, me sumé al trabajo en la Redacción, todos los días y no solo con notas culturales. Con muy pequeñas variantes, es lo que hago aún hasta hoy. Cumplí también, durante algunos meses, la tarea de Corrector, lo que me permitió adentrarme más en cada sección del diario.
EL PUEBLO me ha dado mucho. Me enriqueció. No hablo de riqueza monetaria, aunque también en ese sentido ha sido una ayuda (siempre ayuda un trabajo remunerado). Pero me enriqueció especialmente porque me puso en contacto con otras realidades que sin el periodismo seguro no hubiera conocido.
En doce años de trabajo ininterrumpido, jamás se me señaló desde la Dirección de este diario ni desde su entorno, lo que tenía que opinar sobre algún tema. Pude siempre opinar lo que quise, lo que pensaba. Compañeros periodistas de esta misma casa, tienen otros pensamientos políticos, religiosos, filosóficos, diferentes opiniones sobre el arte y la cultura… También a ellos se les permite expresarse sin censura de ningún tipo, ni explícita ni solapada, ninguna. ¿Puede existir una demostración más clara de pluralidad? ¿Y de libertad para ejercer el periodismo?
Es que sin libertad no hay periodismo. Y seguramente, sin periodismo no hay libertad, por eso es que si EL PUEBLO callara su voz, el pueblo de Salto sería, seguramente, un poco menos libre, y no nos resignamos a permitirlo.
JORGE PIGNATARO
Reflexiones personalísimas
Desde que comencé a recorrer el camino del periodismo los formatos que conocía bien eran el radial y el televisivo. Pero comencé a sentir que me faltaba probar suerte en el periodismo gráfico para sentirme completo. La oportunidad llegó con una efímera experiencia que solo podía venir del ingenio de Luis Giovanoni, donde surge mi columna «Mentiras Verdaderas» que hasta hoy he mantenido en EL PUEBLO con 779 ediciones (750 exclusivas de EL PUEBLO).
Cuando se dio por concluida esa primera experiencia de 29 semanas de lo que fue «La República de Salto», envié una carta a la Dirección de EL PUEBLO ofreciendo mis servicios, que tras alguna referencia dada por el «Ruso», me reúno con Adriana Martínez para comunicar mi ingreso al diario, al principio con dos columnas semanales, «Mentiras Verdaderas» los domingos y «Apuntes en Borrador» los lunes. Así comenzó mi participación en EL PUEBLO el domingo 8 de abril de 2007.
Desde entonces, todo ha sido crecimiento para mí, pues unos pocos meses después, y ante la licencia de un compañero, se me propone hacer un ciclo de entrevistas centrales que saldrían publicadas los días domingo durante agosto de ese año y solo por ese mes. La primera entrevista se publicó el domingo 8 de agosto de 2007 y a partir de ahí, cada domingo sin falta (excepcionalmente algún sábado) ha aparecido una entrevista realizada por mí llegando a totalizar al día de hoy 747. Todas y cada una de ellas me ha dejado alguna enseñanza. Paralelamente y ese mismo año comenzó a salir el suplemento empresarial LINK, quedando a cargo desde el inicio de la sección Jóvenes Emprendedores y al poco tiempo se sumó la entrevista central de dicho suplemento. Al menos ahí fueron otras 700 entrevistas. Más mi colaboración concreta en algunos suplementos especiales, coberturas de conferencias de prensa, jornadas de economía en la capital y un largo etcétera que incluye la cobertura casi permanente de las sesiones de la Junta Departamental en estos 14 años y 8 meses de trabajo sin descanso en EL PUEBLO.
Lo peculiar de todo esto es que nunca trabajé en la redacción del diario. Cada nota que ha sido publicada la escribí desde mi escritorio en mi casa, como una confirmación de lo que anticipó en 1980 Alvin Toffler en su gran y reconocida obra, «La Tercera Ola», pero siempre con un diálogo permanente con la Dirección y con Alberto Rodríguez en su condición de Jefe de Redacción hasta que emprendió su merecida jubilación luego de más de 40 años de incesante labor en EL PUEBLO.
EL PUEBLO fue el trabajo que más tiempo me ha durado en los medios de comunicación en estos 23 años y medio de oficio periodístico, y eso ha ocurrido esencialmente por el respeto hacia mi trabajo y a la libertad con la que lo he podido hacerlo. Creo en la diversidad de opiniones y en la tolerancia, y si hay reciprocidad desde arriba, nos vamos a entender mejor. Eso no quiere decir que todo haya sido rosas, pero conversando y entendiéndonos hemos ido sacando las espinas una a una. De todas maneras, han sido pocas para tantos años de relación laboral.
Como sea, me había hecho la idea que, como tantos, podría llegar a jubilarme tranquilamente trabajando en EL PUEBLO por lo cómodo que me he sentido en todos estos años, pero ya lo ve amigo lector, amiga lectora, aquí estoy nuevamente en mi escritorio escribiendo sin saber si ésta será la última vez que lo haga para EL PUEBLO.
Como sea, que estas últimas palabras no suenen a despedida sino en un hasta pronto.
Leonardo Silva Pinasco
Gladys Flores de Maidana encabeza una familia que “siempre tuvo puesta la camiseta de EL PUEBLO…es de EL PUEBLO”
Gerardo Maidana falleció sorpresivamente hace dos años. Era un hombre que había dedicado más de 30 años de vida a la venta de Diario EL PUEBLO. Pero en verdad había empezado con tal actividad porque primero lo hizo su hijo (también llamado Gerardo), a quien todos conocen como Lalo. Y en verdad, no era solo él, ni ellos dos, fue toda la familia la que poco a poco comenzó a vender este diario, y lo sigue haciendo hasta hoy: Gladys Flores y sus hijos Lalo y Adolfo (Toto).

Gladys y Toto hablaron estos días sobre lo que ha significado hasta ahora este trabajo.
Hace 30 años
“Si hará tiempo (dice Gladys muy emocionada, lagrimea)… Hace 30 años que estamos vinculados a este diario, empezó mi hijo Lalo vendiendo diarios como un hobby; nosotros no le creíamos, porque de un día para el otro nos dijo que iba a vender diarios…No le creímos hasta que un día fue a El Pueblo y apareció con cinco diarios. Él tenía 12 años, recién salía de la escuela, iba a empezar a estudiar carpintería pero no le gustó y entonces de un día para otro salió a vender diarios, tenía 12 años y hoy tiene 48. Me acuerdo, si no me falla la memoria, que el diario costaba 3 pesos los días de semana y 5 pesos los fines de semana; si hará tiempo…”.
Fueron creciendo las
ventas
Toto también se integra a la conversación y agrega: “Lalo salía caminando y como todo pequeño emprendimiento, de a poquito, llegó un momento que pidió para comprar una bicicleta porque ya los clientes le estaban quedando medio lejos para andar caminando, y ahí se compró la bicicleta. Después se sumó ella (su mamá), que es una persona emprendedora, que la vida hizo que no tuviera sus estudios, entonces le tocó remar siempre, vendió rifas, ropa, ropa interior… Y entonces le tocó vender diarios, le dijo a Lalo que lo iba a ayudar y de ahí en más no pararon de crecer. Recuerdo que la primera moto que tuvimos, una Zanella Pocket, se compró para eso mismo, para reparto de los diarios. Después de eso se sumó mi viejo, porque les quedó grande el reparto, entonces mi viejo dio una mano. Eran otros tiempos, allá por el año 2001 en plena crisis…”.
Mucho sacrificio
Gladys habla además de lo que significa ir a vender diarios “a San Antonio, a Parada Herrería, a Barrio Albisu, a Colonia 18 de Julio, todos los días en la moto, llueva o no llueva, todos los días. Es un trabajo muy sacrificado…”.
Toto también ayuda en la venta de EL PUEBLO: “ellos arrancan, mejor dicho arrancamos, porque yo les doy una mano, yo tengo mi propio emprendimiento y a la vez les doy una mano con el reparto de ellos, arrancamos la jornada 4 y 30 de la mañana, y es un trabajo muy sacrificado porque el canillita así llueva o haga mucho calor, tiene que salir. El canillita tiene muy pocos feriados en el año, hay meses que nunca tiene libre…”.
Amargura
Gladys, ante la noticia del inminente cierre de este diario, está “muy amargada, desde la semana pasada que me enteré. De mi parte, digo que mientras tenga fuerzas voy a salir a vender el diario”. De todas formas, dice sentirse “esperanzada de que si el diario no sale todos los días, esté la posibilidad de que salga algunos días”.
Es entonces cuando Toto plantea que si se hubiera concretado un antiguo anhelo de su padre, tal vez hoy la situación sería más llevadera: “En el pasado hubo muchos proyectos, recuerdo que una vez mi viejo intentó agremiar a los canillitas, hacer más que un gremio una cooperativa, para que de cada venta fueran sacando un porcentaje para formar un fondo, eso antes que fuera el boom este de las cooperativas de viviendas. El problema es que son pocos los canillitas que se dedican realmente a esto. Algunos lo toman como un trabajo pasajero, entonces fue difícil agremiarse, pero ahora que uno lo ve después de 20 años, hubiera sido lindo por el hecho de que el diario es el sustento del día a día, ella (Gladys) no tiene otro ingreso, no tiene una jubilación, hace 30 años que está en esto pero lamentablemente el hecho de no haber aportado nunca, complica. Si hubiera surgido aquello, tal vez hoy tendría algún tipo de pensión, de jubilación, igual son otros tiempos… Creo que hoy es más fácil poder organizarse y poder aportar. Pero bueno, uno lo ve con el diario del lunes, después que pasan las cosas”.
El diario es la vida
Toto mira a su madre y sostiene que “para ella el diario es la vida… (se emociona)…se me hace difícil hablar y lagrimeo porque pienso que si bien había otros diarios ella siempre tuvo puesta la camiseta de EL PUEBLO. Ella es de EL PUEBLO…”. Y finalmente cuenta: “Los clientes, mirá si haremos recorrido, van del barrio Norte hasta Saladero, nos cruzamos de punta a punta la ciudad, y desde la Plaza Artigas, donde tenemos clientes, hasta barrio Uruguay, todos los días… Ella se recorre el 80 % de la ciudad te diría. Ella tiene su motito y anda en la moto desde que falleció mi viejo. Mi viejo tenía un Renault 12 y andaba en el auto con el Lalo, él la ayudaba de esa manera, hacía reparto en el auto de 4 y 30 hasta las 8 más o menos… Ahora ella en la motito arranca con Lalo 4 y 30 de la mañana y hasta la 1 reparten, como dije yo les doy una mano desde las 4 y media, soy el que levanto los diarios, hasta las 8 que le dejo la moto a mi señora que se va a trabajar, les facilito un poco el reparto”.
Miguel Quintana, corresponsal en Bella Unión, no se imagina la vida sin Diario EL PUEBLO
Para de alguna manera reconstruir la historia de EL PUEBLO como lo plantea hoy este informe dominical, era pertinente buscar también la palabra del periodista Miguel Quintana (ahora jubilado), el hombre de Bella Unión, el comunicador que durante casi 30 años comunicó en su página información de aquella localidad «cañera», como él mismo suele llamarle. Se piensa y se habla muchísimo estos días sobre el posible cierre de este diario. Ante esa posibilidad, dice tajantemente Miguel: «Trato de no pensarlo… Es que viene siendo parte de mí desde hace casi 29 años».

Y entonces rememora:
«Tengo fresca la memoria cuando una tarde dominguera de fútbol en el entonces Estadio Los Olivos, a la salida, Walter Martínez Cerrutti me dice: Quisiera hablar contigo, ¿podrás ir mañana a Salto? Era diciembre de 1992. Recuerdo que llegué hasta la casa central de Cambio Bella Unión y allí me hizo pasar a su escritorio. El planteo era que fuera el corresponsal en Bella Unión de un diario que había adquirido.
Ese diario, es nuestro diario EL PUEBLO».
Son muchos los recuerdos, las anécdotas que surgen cuando este hombre habla sobre el tema. «Llegué de Salto –prosigue- y entonces vino el planteo a nivel familiar. Para ello debía dejar uno de los dos trabajos que tenía en aquel entonces. No dudé. Dejé uno que ya hacía siete años trabajaba en él. El 15 de enero de 1993 comencé mi labor en Diario El Pueblo. Desde entonces estoy ligado a él».
La familia Martínez tiene un significado en la vida de este periodista, que no puede ni quiere ocultar: «Hasta octubre 2012, fecha de la partida de mi querido amigo Walter y luego a este presente con su hija Adriana, nunca he tenido un solo inconveniente, discusión, problema. Una excelente relación en estos casi 29 años».
Respecto a la libertad de expresión, de lo que tanto se habla, sostiene que «siempre he podido con total libertad ejercer mi periodismo». Quintana define lo que ofrece a los lectores como «un cóctel de noticias, informaciones y artículos de opinión en la página de Bella Unión, que recordamos, hasta el 2002 eran dos páginas y que tras la crisis financiera del país, aquel año llevó a una restructura del diario».
Finalmente desliza esta reflexión: «Por aquel inicio y por tantos años posteriores, es que no me imagino mi vida sin EL PUEBLO. Por mis lectores, tanto salteños como bellaunionenses, no me imagino mi vida sin ellos. Estos días de incertidumbre sobre el futuro de EL PUEBLO vienen siendo realmente duros. Por Adriana y los compañeros de labor, la fe será lo último en perder.
Miles y miles de páginas de EL PUEBLO con noticias de Bella Unión, son parte de un rico archivo desde aquel lejano enero de 1993.
Por eso no me imagino, que pueda existir una bajada de telón. Una salida habrá. Quiera Dios y los gobernantes que así sea».
“Son muchos los recuerdos que no olvidaremos jamás”
Luis Massarino fotógrafo de EL PUEBLO por más de dos décadas
Luis Massarino – fotógrafo de extensa trayectoria, llegó a EL PUEBLO hace más de dos décadas atrás “cuando todo se hacía con mucho sacrificio
porque había que hacer el revelado de la foto, un proceso mucho más largo y prácticamente artesanal y era una carrera contra el tiempo.
Massarino guarda gratos recuerdos y muchas son los sucesos que guarda en su anecdotario, también valiosos aportes al periodísmo gráfico que quedarán en las memorias del diario.
Entre tantas anécdotas, Luis recuerda algunas en particular, como las que vivió con su hijo Vicente – quien siguiera sus pasos – y que empezó a trabajar en el diario con apenas doce años.
“Una vez que hubo un asalto en Alfredito (emblemático comercio de nuestra ciudad) me avisaron del diario y yo no estaba pues me encontraba cubriendo una fiesta particular. Mi hijo Vicente – que en ese entonces tenía doce años – agarró una cámara pequeña y decidió ir por su cuenta al lugar en una motito que teníamos. Lo cierto es que esa foto salió en primera plana. Entonces hablamos con él, con mi señora y luego con el diario. Sacamos un permiso de INAU y empezó a trabajar formalmente.
A muchos lugares lo llevábamos y el hacía su trabajo.
Nosotros teníamos los cinco gurises y en muchas oportunidades se cubrían varios accidentes, notas y conferencias porque cada uno andaba con una cámara.

- ¿Qué reflexión compartiría de las experiencias vividas en el diario?
- “Las vivencias en verdad son intransferibles. Es muy gratificante ver como la gente nos empieza a conocer y a apreciar. Siempre le expliqué a mi hijo que cuando fuera a sacar fotos de algún siniestro de tránsito, debía primeramente hablar con las autoridades que estuvieran allí presentes y explicar que era del diario y que de esa forma no tendría mayores inconvenientes. Siempre manejándose con educación.
Otro de los momentos inolvidables que recuerdo son las fiestas que el diario EL PUEBLO organizaba en la Plaza Artigas, que reunía a miles de personas. El maestro de ceremonia era Carlos Ardaix y más de una vez teníamos que subir al escenario a decir algunas palabras. Eran fiestas que reunían mucha gente y los comercios donaban importantes regalos se sorteaban licuadoras, lavarropas, diversos electrodomésticos, pelotas de fútbol… son recuerdos imborrables”. - Sucesos que lo hayan impactado…
- “Un accidente que hubo en la esquina de la caminera y la rotonda.
Una vez que un camión pasó por sobre un auto… fue un accidente fatal y murieron varias personas. También una chiquilina que iba cruzando, saqué varias fotos y la hora de la verdad vino cuando éstas fueron reveladas. Realmente muy doloroso e impactante. Cuando llevé las fotos al diario y se las mostré al secretario de redacción, Alberto Rodríguez, no podía creer lo que había sucedido.
Hoy con el adelanto tecnológico, podemos ver las fotos en el momento, todo es digital. Después tengo varias anécdotas del fútbol. Estaba sacando fotos de una final de fútbol hace muchos años. Siempre me ponía sobre la raya al costado de la cancha. Se originó un problema porque algunos decían que había sido gol y otros no. Cuando nos íbamos el juez me consultó en voz baja, pues yo había sacado la foto del momento del gol y le dije que se quedara tranquilo, que había sido gol. Es increíble la trascendencia que puede tener una sola foto lograda en el momento justo. Otro de los momentos que más recuerdo es la vez que saqué la foto en Zanja Honda de un supuesto ovni. Estaba allí con mi hermano en un campamento y de repente un objeto se deslizó por el cielo y se escondió detrás de un monte. Hablé con Alberto, el secretario de redacción y la foto fue publicada y la repercusión que tuvo fue inesperada. Me llamaron de Canal 10 de Montevideo, de la Fuerza Aérea de Colonia y como si fuera poco, de Cabo Cañaveral donde está la NASA. Me hicieron muchas preguntas y al final dijeron que se trataba de chatarra espacial. Otros dijeron que en realidad la NASA no quería revelar la verdad y que se trataba de ovnis.Lo cierto es que me llamaron de todos lados, hasta de Córdoba y de la Cordillera de los Andes”
Luis Massarino es amante de su oficio de fotógrafo y de la pesca… le gusta de cuando en cuando disfrutar de un buen churrasco, pescado, tomar vino y jugar truco con su hermano.
LA LAGUNA “BLANCA”
Acaeció un accidente en Colonia Itapebí donde volcó un camión que transportaba leche. Como a 23 cuadras en repecho había un riachuelo y la leche del camión fue a parar allí, dejando la laguna totalmente blanca… la foto que testimonió ese hecho quedó impresionante.
«Siento que este es un momento muy difícil, por lo que es el diario y por la cantidad de personas que trabajan allí»
Julio Fernández, 42 años imprimiendo Diario EL PUEBLO:
Julio Fernández es para Diario EL PUEBLO, de esos funcionarios emblemáticos que tienen algunos lugares. Dedicó a la labor en esta casa más de la mitad de su vida. El diario está entre sus afectos y es mucha la gente que supo compartir horas de trabajo con él, que lo recuerda como un excelente compañero.

Ante la pregunta de cuándo se vinculó con EL PUEBLO, piensa apenas un segundo y responde: «Empecé cuando terminé la UTU, yo tenía 19 años, y fíjese que ahora tengo 70. Tuve después un paréntesis de unos 3 años más o menos en los que dejé, pero después volví…Fueron en total 42 años de trabajo, y siempre en horario nocturno». Lo suyo fue siempre el trabajo de impresión: «Siempre trabajé en la impresión; para que la gente lo entienda bien, la parte de impresión es el final de todo el proceso de elaboración del diario, después que se escribe, que pasa por computación, que va a fotomecánica, después de todo eso viene la etapa de impresión para luego salir a la calle…». El diálogo con Julio Fernández le permitió además rememorar aquellos ya lejanos tiempos de sus inicios en este trabajo. Entonces cuenta que:
«En aquella época estaban trabajando ahí Israel Bacci y Severino Añasco. Al tiempo pasaron a Severino para la parte de linotipo y empezamos a trabajar junto a otro muchacho nuevo, Juan Núñez, que también trabajaba en el canal; y Alfonso también, un muchacho que falleció hace poco. Tengo fotos incluso de nosotros trabajando en la rotoplana (máquina utilizada como paso previo a la rotativa; consiste en pasar un rodillo que aplasta la hoja contra la platina compuesta en tipografía entintada)… Puedo contar también que en aquel tiempo en que empecé, el Director del diario era el Escribano Enrique Cesio».
Y a medida que habla, a Julio le siguen brotando recuerdos:
«Recuerdo también cuando se estaba programando para traer el sistema Offset, es decir cambiar el sistema de impresión, entonces estuve un tiempo trabajando en la obra Don Orione, porque ahí había una máquina que era igual a la que se iba a traer acá. El que me orientó mucho fue Acosta, que antiguamente había sido encargado allí en el diario y era además encargado en el Diario El Día».
Ahora ya jubilado, Fernández siente que si Diario EL PUEBLO llegase a apagar su voz, Salto perdería mucho, pero se lamenta muchísimo sobre todo por los trabajadores que quedarían sin trabajo: «Siento que este es un momento muy difícil, por lo que es el diario y por la cantidad de personas que trabajan allí. Todos sabemos cómo están las cosas ahora, y quedar sin trabajo es complicado, se hace muy difícil. Más porque hay compañeros que viven solamente de esto, del diario…».
«Siento mucha emoción por haber sido parte de este diario muy importante en la vida de los salteños»
Para Gladys Vlaeminck, trabajó 25 años en EL PUEBLO
Gladys Vlaeminck trabajó veinticinco años en diario EL PUEBLO, paso que recuerda con alegría y profunda emoción. Cuando uno llegaba al diario siempre nos recibía a todos con una sonrisa, siempre de buen humor y muy compañera con todos.

- ¿Cuál era su área de trabajo?
- Estaba en el departamento de publicidad, hacía la diagramación en las páginas indicando dónde iban las publicidades. Por ejemplo, un cliente me decía que quería la publicidad a pie de página en la página uno o en la contratapa, ese era mi trabajo, además de hablar con los clientes porque hacíamos los clasificados y todas las semanas cambiaban los textos de las inmobiliarias, las publicidades de las automotoras. Yo me encargaba de hablar con esos clientes para ver si estaban conformes, si querían cambiar algo, si había algo nuevo, después que se armaba volvía otra vez a mi escritorio y se corregía por si había algún error, por los precios que pasaba el cliente o alguna posible falta de ortografía que nos llegase en el texto, ese era mi trabajo. Pero también ayudaba en las cosas que se necesitaban, a veces trabajaba en el frente atendiendo al público cuando alguna compañera estaba muy ocupada o por una enfermedad no iba, yo siempre estuve.
- Recuerdo que su escritorio estaba en la redacción, ¿cómo era la convivencia con los periodistas?
- Bárbaro, siempre me llevé bien con todos, fui muy respetuosa, cuando necesitaban silencio lo hacía, siempre me llevé muy bien. Prácticamente la mayoría eran todos hombres, pero también estaban Fernanda, Sarita, Wanda y Eugenia que eran periodistas, y Elizabeth que hacía la parte de sociales. Durante la tarde siempre estaba sola con todos, que también fueron muy respetuosos, cariñosos, todas buenas personas con las que nos llevamos bien. Nunca tuve problemas con nadie, siempre fui cero problemas, cuando algo pasaba me callaba y después lo hablaba con esa persona, nunca fui de estar con mala onda con nadie.
- Fue una testigo privilegiada de lo que es la adrenalina en una redacción, como cuando llegaba la hora de cerrar la edición y todavía no se tenía resuelta cuál sería la tapa del día en el diario.
- Ah sí, todo eso era durante el día, porque llegaba la tarde y había que llenar las páginas, la página tres, la cuatro, la cinco, donde de acuerdo a las publicidades que tenía diagramada en cada página, con el espacio que quedaba libre ellos iban y hacían la nota cuando veían los caracteres que quedaba para completar. Y se tenían que ir llenando las páginas porque se tenían que ir cerrando desde temprano. Una adrenalina bárbara, que ahora que estoy jubilada se extraña.
- ¿Cómo ve la situación que hoy está viviendo EL PUEBLO?
- Me da mucha tristeza… (se emociona) Los compañeros del diario que hoy tienen que pasar por esto son muy queridos por mí y se pierde una fuente de trabajo muy valiosa. Hay gente que seguramente podrá salir porque tiene otro trabajo o tiene una preparación que le permitirá salir adelante, pero hay gente que depende solamente del diario. Es todo muy doloroso. Me pasó algo similar cuando trabajé en Tribuna Salteña, obviamente antes de EL PUEBLO, y cuando cerró quedamos todos sin nada. Se sufre mucho, los entiendo, sé por lo que están pasando porque yo ya lo viví. Todo muy doloroso, más ahora con todo esto de la pandemia que todo está mal, que la economía está mal, todo muy duro.
- Me contó antes de empezar esta charla que con la llegada de la pandemia ha salido muy poco de su casa, pero antes de la pandemia seguramente saldría para hacer los mandados el domingo, donde en cada esquina se ve a un canillita con EL PUEBLO, ¿qué sentía al verlo?
- Una alegría bárbara cuando los veía en las esquinas, como en la de acá cerca en Nacional (Julio Delgado y Avenida Barbieri), donde el muchacho que estaba ahí o su señora, los veía vender uno tras otro, se notaba porque tenía muchos diarios y al rato una pasaba y veía que tenía que reponerlos porque se les terminaban. Impresionante lo que vendían de diarios en esa esquina. Y esa familia vivía prácticamente toda la semana de lo que vendía ese domingo. Pero además, me queda como una mezcla de alegría con orgullo porque se trata del trabajo de quienes fueron mis compañeros hasta hace poco.
- Si tuviera que definir esos veinticinco años que trabajó en EL PUEBLO con una palabra o con una frase, ¿cuál elegiría?
- Siento mucha emoción por haber sido parte de este diario muy importante en la vida de los salteños. Es muy querido por mí, todos quienes fueron mis compañeros, la dirección, el personal, los avisadores con quienes generé un vínculo personal después de tantos años. Hoy siento que soy feliz por haber pasado por EL PUEBLO.
«Al diario uno lo lleva en el corazón, y ver que se apaga otra vez, cuesta»
Para Ricardo Lorenzelli, con 40 años en EL PUEBLO
Ricardo Lorenzelli ingresó a diario EL PUEBLO el 2 de mayo de 1972 y se retiró el 31 de agosto en 2012, cuarenta años de su vida se la dedicó a nuestro matutino. En un rápido recorrido por sus recuerdos, las emociones afloraron en cada párrafo, en cada anécdota.

- ¿Entró al diario al día siguiente del Día de los Trabajadores?
- Sí, y cumplí cuarenta años adentro. Hice dos etapas, porque una fue cuando estaba la imprenta, linotipo, talleres, después cuando la remodelación. Cuando cerró, me fui, y después con Martínez entré otra vez y me quedé hasta agosto de 2012.
- ¿Cuál era su función dentro del diario?
- Entré con veinte años para atender el timbre, recibir los avisos y las invitaciones fúnebres, después estuve en redacción, hice un tiempo de secretario de redacción, luego tuve que batallar con el taller en la conexión entre tipógrafo, linotipista, todo ese sistema. Luego con la nueva versión, empecé diagramando en la computadora cuando finalizó la primera etapa.
- ¿Se emociona?
- (Visiblemente emocionado) Y… cuarenta años, una lucha y, además, compartir todo con compañeros que pasaron y se fueron.
- Prácticamente toda su vida dentro de diario, ¿qué le dejó?
- Muchas cosas. Una, sentimientos. Otra, el vínculo entre el personal, uno mismo y a su vez con el público que venía porque uno siempre intercambiaba charla con la gente. El diario no fue una fuente de hacer plata, sino que toda la vida fue a los ponchazos, siempre hubo inconvenientes porque los insumos del diario cuestan mucha plata.
- Una característica particular surge el domingo cuando en cada esquina aparece un canillita vendiendo EL PUEBLO. Cuando ve esa imagen, ¿qué siente?
- Confort porque veo que el diario sigue saliendo, tristeza si vuelve a cerrar, sobre todo por los demás compañeros que están adentro. Es una vida y uno lo siente de corazón, al diario uno lo lleva en el corazón, y ver que se apaga otra vez un diario, cuesta, y más EL PUEBLO, donde uno estuvo toda la vida, batallando con todo, porque hubo jornadas buenas como jornadas malas. Uno entraba a las 19 o 20 horas y había días que me iba para casa con el diario ya impreso, siempre surgía algo de último momento que había que atender.
- En cuarenta años pasaron muchas cosas, ¿qué historia o anécdota le quedó grabada?
- Una fue cuando falleció el Papa Juan Pablo I, que duró treinta días en el Papado. Me llamaron a las tres de la madrugada para avisarme que había fallecido el Papa, ahí lo llamé a (Enrique) Cesio, que era el director en ese momento, para darle la noticia. Nos vinimos para el diario para componer una notita para que saliese ese mismo día. En otro momento recuerdo cuando vinieron las maquinarias nuevas, que vivimos el advenimiento de una máquina nueva, y que todavía están ahí. Hay una cantidad de anécdotas de compañeros con los que pasamos una lucha fuerte y digna acá adentro.
- Me imagino la adrenalina que habría cada noche a la hora de cierre.
- Claro. Además, el compartir y estar con los compañeros, intercambiando diálogos, opinando una cosa y otra, viendo qué material va y cuál no, cuál era toda la información que se podía dar, salir a hacer las notas. Todo eso era un trabajo que había que salir y rastrear. Ahora es muy diferente, pero en aquel entonces había que salir a trillar la calle.
- Pasó muchas horas de su vida en la redacción de EL PUEBLO, ¿se imagina esa misma redacción vacía?
- (Se emociona) No puedo… en este momento que está silencioso el diario, es algo que deprime. Uno lo conoció en plena efervescencia. Los suplementos nomás, cuando se hacían tanto de ganadería, como de Salto Grande.
En esos tiempos se hacían dos o tres grupos para que trabajasen, uno lo hacía a la mañana, otro a la tarde, y el último a la noche, para así poder sacar la cantidad de páginas que se sacaban y de paso armar esos suplementos. Por eso había que organizar todo el movimiento interno, tanto el tipógrafo un día, lo mismo con el linotipista, tarde y noche para luego cubrir con normalidad la misma edición del día del diario. - Si le digo diario EL PUEBLO, ¿qué es lo primero que le viene a la mente?
- Es la vida de uno acá adentro, cuarenta años de compartir con cantidad de compañeros.
El Prof. José Luis Guarino hizo de EL PUEBLO un ícono de la
Cultura en Salto
En más de 20 años de labor…
hora ya jubilado, José Luis Guarino, además de profesor de literatura, es un periodista de larga y prestigiosa trayectoria, principalmente en Diario EL PUEBLO. Entre los años 1988 y 2006 (aunque desde antes ya se ocupaba periodísticamente de otros temas) tuvo a su cargo una página diaria de Cultura, incluyendo noticias, comentarios y reportajes locales, nacionales e internacionales. Luego de 2006, siguió siendo un valioso colaborador.
Para varios periodistas que pasaron por EL PUEBLO, «el profesor Guarino, además de escribir lo suyo, era el hombre que nos orientaba a nosotros en la redacción, al que le consultábamos, el que nos indicaba algunas cosas sobre cómo escribir», recuerda el periodista Juan José Díaz.

Pero lo cierto es que ha sido una constante a lo largo de los años, identificar a este diario con la Cultura en general y en particular con el acontecer cultural salteño.
Eso, en gran medida, se debe a la meticulosa labor de José Luis Guarino.
Porque sucede que Guarino no publicaba solamente una página por día, también editó varios suplementos. En esa larga cadena de publicaciones, uno de los eslabones más recordados fue el de los «Apuntes de Literatura», allá por los años 90, que marcó a varias generaciones de estudiantes y docentes. «Basado en los programas para estudiantes liceales, este material acompañaba el desarrollo de los cursos de literatura de las clases de tercero, cuarto, quinto y sexto de liceo, abarcando biografías, obra publicada, características de época y de estilo, y algunos aspectos característicos de cada autor», explica Guarino, y recuerda que «se realizaron tres ediciones sucesivas, acompasando las nuevas incorporaciones a los distintos programas».
PUBLICACIONES CULTURALES
Pero además, consultado sobre otros materiales específicamente de corte cultural que pudo publicar a través de EL PUEBLO, hace esta síntesis:
-Suplemento 30 años de la inauguración del monumento a María Auxiliadora en Corralito (1994).
-75 años del Colegio Salesiano (1995).
-50 años del Museo de Bellas Artes (1995).
-125 años del IPOLL (1998).
-Suplemento Histórico – Cultural 60 años de la Creación del Departamento de Salto (1997).
-Suplemento Histórico – Cultural de Salto II (1998).
-Suplemento a 10 años de la visita de Juan Pablo II (1998).
-Suplemento Histórico-Cultura de Salto III (1999).
-80 años de la Presencia Salesiana en Salto (2000).
-80 años de la fundación de Corralitos (2004).
-Suplemento de homenajea Marosa di Giorgio (2004).
-85 años del Colegio Salesiano en Salto (2005).
-Bodas de Brillantes de la Parroquia Catedral (2011).
-Suplemento 25 años de CANTARES (2002).
-Suplemento 110 años del Colegio Sagrada Familia (2007).
-Suplemento 30 años de CANTARES (2007).
-Suplemento homenaje a Amalia Zaldúa (2012).
-Suplemento a 25 años de la visita de Juan Pablo II (2013).
-Bodas de Oro de la Obra Social Don Bosco (2014).
Actualmente, para la mayoría de los medios de prensa escritos, dedicar una página por día a asuntos culturales, resulta impensado. Escudados en que «lo cultural se lee poco o no se lee», o en que «a la gente le interesan más otras cosas», no lo hacen, a veces ni siquiera periódicamente.
Sin embargo, casi como nadando en contra de la corriente, EL PUEBLO apostó siempre a la Cultura y le dio un importante espacio. Las pruebas están a la vista, lo enumerado por José Luis Guarino es parte de ellas.