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miércoles, 2 de julio de 2025
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El peso del Estado

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Diario EL PUEBLO digital
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Reiteradamente hemos escuchado que una de las mayores dificultades que tiene nuestro país es la de los altos costos de los servicios que brinda el Estado.
Sobre el particular pretendemos detenernos hoy. Cuando se muestran los gastos, o el costo que tiene el Estado para solventar el parlamento, 99 legisladores más otro tanto de secretarios, asesores y “ainda mais”, más los gastos de viáticos, los gastos de celulares y de prensa que requieren para su “trabajo” (aunque dudamos que algunos conozcan todos los recintos del parlamento), se sorprenderán. Y se preguntarán ¿son necesarios?
Es más, conocemos legisladores y ex legisladores, que han pasado allí su vida, en el Parlamento ”defendiendo” los intereses de ese pueblo que paga sus sueldos y al que nunca serán capaces de confesarle sus ingresos.
Es más, sabemos de cargos que se compran y se venden (lo usual es que se “aporte” determinado dinero para la campaña, bajo condiciones inconfesables). Piense un poquito quien o quienes ha sido nuestros representantes en el parlamento y que han hecho allí.
Infórmese de cuánto gana un presidente en el Uruguay, por cuanto tiempo y otros beneficios que le “resarcen” del descuido (¿?) de sus intereses personales mientras fue legislador.
Este es el sistema que tenemos en América Latina. Seguramente que requiere cambios pero ¿qué cambios requiere? Eso es diferente.
Seguramente que el “peso” del Estado uruguayo no es menor a la hora de considerarlo en el valor al que se debe exportar, pero hay que ser sinceros y honestos ¿Dónde se requiere ajustar y en que podemos ahorrar?
Nadie en su sano juicio puede considerar que es posible gravar más o sacarle más a los trabajadores que ganan un sueldo mínimo, cuando es sabido que la caída salarial existe y no precisamente para los empresarios, que pueden fijar libremente el precio que entienden vale sus producciones.
Tenemos el país que queremos y por supuesto que los cambios están en nuestras manos, pero primero hay que saber donde hacerlos, a quien y en qué momento. –Que el país necesita inversiones no es novedad ninguna, pero no es endeudándonos cada vez más, que estamos tratando de dejarles un mundo mejor a nuestros sucesores.
Cuando se enajena o se concede la explotación de un recurso natural a un extranjero, es hora de saber qué exigencias le hemos puesto para que se termine la sangría actual que genera ganancias exorbitantes para algunos y pobreza y penurias para otros.
A.R.D.

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