“La educación no es preparación para la vida; la educación es la vida en sí misma”
Jhon Dewey
Sobre el tema Educación, siempre nos parece importante volver, una y otra vez. Es que pocos temas, como ese, son tan importantes para una sociedad toda, en su conjunto. Puede por algún tiempo imponerse otro asunto, claro que sí, alguno vinculado a la salud tal vez, o a la falta de agua. Pero la Educación no puede ni debe perderse de vista, y más en momentos que resultan claves, como este en que acabamos de conocer (la semana pasada) los resultados publicados por el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INED), respecto al Ciclo Básico de Educación Media, correspondientes a los alos 2019-2020.
Se hace evidente allí algo que, a decir verdad, no sorprende demasiado, y es que los niveles en habilidades de matemática y de lectura han descendido. Sí, una vez más los números nos muestran que seguimos bajando.
Cuando empezamos a remarcar con insistencia esta caída y a decir (por ejemplo en notas periodísticas de EL PUEBLO) que el fondo del pozo estaba más abajo todavía y que llegaríamos pronto a él, hubo varias personas vinculadas a la Educación que nos tildaron de “exagerado”, “negativo”, “pesimista”, y varios calificativos más. Lamentablemente, cada vez que hay una medición, la razón nos asiste. No porque seamos “una luminaria”, simplemente porque día a día palpamos ese descenso, y sobre todo lo notamos en quienes forman a los formadores de las nuevas generaciones…de ahí toda la cadena…¿se entiende?… Aunque como en todo orden de la vida, hay excepciones por supuesto.
Pero lo cierto es que estos resultados que acabamos de conocer gracias al INED, muestran también otras cosas:
-que quienes menos aprenden son, en su gran mayoría, alumnos de contextos sociales desfavorecidos…
-que la “habilidades socioemocionales de los estudiantes” han descendido también…
-y como si fuera poco, que los alumnos se sienten cada vez más inseguros (tanto dentro de un centro educativo como en el entorno).
Veamos pues. Cuando hace dieciocho años atrás, ganó por primera vez el Frente Amplio el Gobierno Nacional, estaba encendida la ilusión de una mayor igualdad entre ricos, clase media y pobres, ¡al menos en acceso al conocimiento! Al menos en posibilidades de estudiar y aprender. Caramba; pasaron tres períodos de gobierno y la realidad indica que los pobres siguen siendo los que menos aprenden. Y hace tres años el gobierno volvió a cambiar, y con una promesa muy similar (¿no son siempre muy parecidas todas las promesas de campaña electoral?), sin embargo el panorama es peor todavía. Digamos más: la pandemia dejó aún más en evidencia esa brecha, porque al momento de contar con dispositivos electrónicos para trabajar, vaya que se notó la diferencia entre quienes tenían computadora, tablet, celular, y los que de repente solo tenían un celular para los cuatro o cinco miembros de la familia. No obstante, muchos solo se dedicaron, y se dedican, solo a alabar “la gran labor que hizo este gobierno, la excelente conectividad y bla bla bla”, y otros a elogiar a Tabaré Vázquez por su Plan Ceibal. Señores, estamos mal, estamos cada vez peor, nuestros gurises aprenden cada vez menos y entre ellos, menos aún los de bajos recursos socioeconómicos. ¿Quién puede rebatir esa afirmación? Invito a que lo haga, quien pueda.
Respecto a lo socioemocional, no es novedad que cada día vemos más cuadros, por ejemplo, de depresión y angustia en nuestros adolescentes. ¿Será en parte porque no encuentran buenos espejos (entiéndase referentes)? Será por ejemplo porque les decimos que estudien y se esfuercen para llegar a tener “un buen pasar” y resulta que la realidad muestra que los que mejor la pasan son los “acomodados” en todos lados, aunque ni siquiera hayan terminado una educación media? Da para pensarlo.
Y sobre la seguridad, ¿qué más decir que ya no hayamos dicho? Los alumnos se sienten inseguros en el liceo (salones, pasillos, patios, baños especialmente), como nos sentimos todos en cualquier lado. No está de más recordar que las administraciones frenteamplistas en materia de seguridad fueron muy malas, y que el gobierno actual, quiso aprovechar esa debilidad para prometer poco menos que pasaríamos a vivir en un paraíso. Y muchos se lo creyeron. Pero seguimos estando muy mal en seguridad. Números “maquillados” hubo y hay. Respecto al ámbito educativo en sí, ¿sabe usted que prácticamente a diario en las salas de profesores ocurren robos? Es decir, ¿sabe usted que los robos entre docentes es algo bastante habitual? Y ni que hablar la droga, y el abuso, y mil cosas más…Si alguien duda, lo invito a que me acompañe e investigamos juntos, pero investigar en serio. Denuncian sobran; personas que miran para otro lado también; mano firme es lo que falta. Es más, generalmente son docentes premiados a distintos niveles, porque hacen lindas carteleras, llevan al día lo administrativo o hacen paseos didácticos entretenidos. Terrible. Resulta hasta asqueante, es cierto, pero hay que decirlo, aunque sea en el límite de la impotencia y la rabia, como se están escribiendo estas líneas ahora, hay que deciro. ¿O usted cree que es casualidad o efecto de magia que tantos muy buenos docentes quieran cada día apartarse más de la educación y estén buscando otros caminos en sus vidas?
Hay otro aspecto que no es menor y por ende no debe dejarse pasar, y es que los resultados de aprendizaje en los centros educativos privados son mejores que en los públicos. Realmente preocupa. Hay quienes dicen: ¿y cómo, por qué, si los docentes son más o menos los mismos? No es muy difícil de entender. Entre otras cosas, tiene que ver con que los alumnos de los privados difícilmente pierdan días de clase: los docentes que suelen hacer paro en el público, al privado no faltan; si un profesor está de licencia, ese cargo se cubre inmediatamente; nunca va a pasar, como en el público, que estemos a mitad de año y haya grupos sin profesor en tal o cual asignatura; los equipos multidisciplinarios están al pie del cañón; etc., etc. ¿No le parece a usted, estimado lector, que es muy triste esto? ¿No es demasiado penoso que para aprender más, haya que tener dinero en la casa para pagar el colegio?
Todo lo que hemos expresado hasta aquí, creemos que no es nuevo para nadie. Y eso también aflige. Porque desconocer algo no es pecado; el pecado -y muy grave- es conocer una realidad y no querer actuar en consecuencia. Autoridades, docentes, sindicatos, familias (que a veces se las convoca para una reunión y va una cada 10), alumnos…Todos, todos sin excepción somos o deberíamos ser conscientes de lo que estamos viviendo. Algunos muestran indiferencia. Otros mucha soberbia desplegada en cataratas de discursos demagógicos.
Digamos finalmente que los datos que ahora se conocieron corresponden a matemática y lenguaje. ¿Y en las otras áreas cómo estamos? Créame que igual o peor. Así que desde aquí, decimos simplemente que queremos empezar a ver algunas soluciones, cosas concretas: el famoso liceo 8, para cuya construcción sigue sin haber fecha aunque el proyecto es de 2012 (es decir, desde hace más de una década se evidencia esa necesidad); no más grupos sin docentes; no más “solo virtualidad” sabiendo que hay hogares que no acceden a la tecnología, y así podríamos seguir…
Pero por hoy, la dejamos por acá.
