Es probable que las denominadas “nuevas generaciones” (o generación “milenium”, como también le llaman) no lo sepan o lo hayan soslayado, pero el primer objetivo del proyecto de construcción de la represa de Salto Grande ha sido siempre el de asegurar el abastecimiento de agua para las poblaciones ribereñas, fundamentalmente Salto y Concordia, que dependen del Río Uruguay.
Cuando se registran estos veranos con altas temperaturas, se replantea este objetivo y además se entiende el acierto de aquellos pioneros que tanto lucharon por la construcción de la represa.
Si no nos equivocamos el tercer objetivo era y es el de generación energética (que ha ocupado la atención), porque antes se incluía la generación de un polo de desarrollo regional basado en los dividendos que dejaría la represa.
Los salteños que hemos vivido algunas décadas más, recordamos que el problema tradicional e infaltable de todos los veranos era el abastecimiento de agua a los barrios alejados, comenzando por la Zona Este.
Quizás en esta oportunidad, cuando el calor se hace sentir con altas temperaturas y una sequía pronunciada, sepamos valorar debidamente el hecho de contar con agua y sobre todo que aprendamos a valorarla como se debe.
Es uno delos recursos naturales cuya existencia y sobre todo su preservación en las condiciones ambientales debidas, está seriamente amenazada. Basta mirar la desembocadura de nuestros arroyos. Lo que hasta ayer era agua limpia, fresca, donde nos bañábamos sin mayores inconvenientes, hoy consiste en un agua verdosa, maloliente y llena de mugre, imposible de darle aquellos usos.
El Río Uruguay que conocimos ya no existe. No sólo en su transcurso frente a nuestro país y la argentina, sino esencialmente en sus nacientes brasileñas, y luego su trascurso entre Brasil y Argentina. Es así que no sólo las cascadas que dieron nombre a nuestro departamento, sino también los saltos transversales del Moconá y tantos atractivos más se han perdido y han quedado sumergidos.
Pero no es esto lo más grave, ni siquiera las numerosas represas que se han levantado en su transcurso, sino el descuido y los malos tratos a que les sometemos cotidianamente, como si pensáramos que hagamos, lo que hagamos el río siempre existirá y nos proporcionará su vital elemento.
Ojalá cambiemos de conducta frente a los recursos naturales antes que sea demasiado tarde, que nunca lleguemos a arruinarlo por completo porque seguramente sería catastrófico.
A.R.D.
