APUNTES EN BORRADOR

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Edición Año XVI N° 855, lunes 1° de abril de 2024

TIEMPO. Y así como quien no quiere la cosa, hoy debutamos en el cuarto mes del año. El tiempo pasa imparable, y si bien pareciera que el año nuevo fue ayer, han pasado muchas cosas en Salto y en el país, y las que todavía resta que pasen.

Liliana Castro Automóviles

Lo cierto es que una de las pocas cosas irrecuperables en la vida es el tiempo, así que deberíamos comenzar por disfrutar de cada minuto y agradecer la vida que tenemos que nos permite seguir de pie peleando por las cosas que queremos y en las que creemos. Y aquellos que hoy están pasando un mal momento, siempre tendrán la posibilidad de salir adelante, siempre y cuando así se lo proponga, porque también pasa por la fuerza de voluntad que cada uno tenga, de ahí aquello de que la esperanza es lo último que se pierde.

Así que bienvenido sea el mes de abril, el cuarto mes del año, porque este seguramente será un gran mes para todos. Que así sea.

***

POSITIVISMO. La vida me ha enseñado, o quizás los años (¿no es lo mismo?), que es mejor tratar de ver siempre el vaso medio lleno a verlo medio vacío. Termino prefiriendo el ser un tipo optimista a ser pesimista. Los pesimistas no construyen su vida, la destruyen y además tratan de llevarse a alguien más con ellos.

Los optimistas soñamos en un mundo mejor para cada uno, y nos sentimos con la suficiente fuerza para ser un eslabón más en la construcción de ese mundo mejor. Está claro que uno solo no hace patria, como dicen, pero muchos, juntos, unidos (que no implica unanimidad) podemos hacer el esfuerzo de buscar un mundo mejor, no solo para nosotros sino fundamentalmente para quienes nos siguen por la misma ruta.

Por eso creo en poner a la persona, al ser humano en el centro de todos nuestros desvelos, más allá de corrientes de pensamientos economicistas que busquen tener, como debe ser, sus cuentas ordenadas. Pero nada justifica que la prioridad no sea la gente.

***

DESAFÍO. El ser optimista en un mundo como en el que vivimos nos plantea desafíos. Uno de ellos se presentó de pronto esta semana cuando veo un titular en la prensa capitalina que no solo despertó mi interés sino que además, una sensación amarga.

“Niños dados de alta viven durante meses en el Pereira Rossell porque no tienen a dónde ir” (El País, 30.3.24), refiriéndose a “los menores heridos en balacera de Pinar Norte; Justicia demora meses en tomar definiciones” (ídem).

Ser una persona optimista no nos transforma ni en personas ciegas de la realidad ni obsecuentes de la misma, máxime si pretendemos dejar un mundo mejor a nuestros hijos y futuros nietos, nos pone en alerta, con la convicción que cada quien desde su trinchera de lucha en la vida, se tomará el tiempo para preguntar a quien pueda resolver este tipo de problemas por qué se vuelven negligentes en cuestiones tan básicas como las de asegurar el futuro de unos niños en extrema situación de vulnerabilidad.

Hasta la semana que viene…

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