Siempre la desproporción de las cosas, es mala. Así podríamos empezar esta página hoy. Y podríamos seguir con esto: muchas veces me han dicho: «por algunas cosas que escribís en tus notas del diario, pareciera que siempre estás en contra de los sindicatos». Y siempre respondo que no, que no es así. Es la verdad: de los sindicatos no estoy en contra pues sería caer en una generalización muy injusta; sí estoy en contra de algunas actitudes de algunos sindicatos, actitudes que lamentablemente se vienen repitiendo mucho, demasiado para mi gusto.
El sábado conversaba con gente del sindicato policial (SIFPOM), que me contaba de los logros que obtuvieron el día anterior tras reunirse en Montevideo con el Ministro del Interior Luis A. Heber. Logros en varios aspectos, por ejemplo en Salto fueron capaces de negociar y obtener convenios con una empresa de cuidado de enfermos y una empresa fúnebre. ¿Cómo voy a estar en contra cuando los sindicatos hacen ese tipo de cosas? Cuando ganan estas cosas, cuando logran mejoras para el trabajador (es ese el objetivo esencial, ¿verdad?), solo hay un camino posible: reconocerlos, valorarlos, estar en contra no.
Además, quienes sentimos afinidad con algunas formas del pensamiento socialista y batllista (nunca nos «dolieron prendas» reconocerlo), ¿cómo vamos a estar en contra de los sindicatos?
Ahora bien, supongo que usted ha visto días pasados, estimado lector, lo que ocurrió en ANCAP con su sindicato (FANCAP). Supongo que usted vio el desastre que hizo el sindicato de ANCAP. No solo que paralizó todo, con todos los perjuicios que eso ocasiona, sino que además varios de sus integrantes rompieron, destruyeron instalaciones, que repararlas cuesta millones de pesos. Solo eso me eximiría, creo, de tener que explicar a qué conductas me refiero cuando digo que estoy en contra de algunas conductas.
El sindicalismo en Uruguay hoy está desgastado, ha perdido credibilidad, de ahí que muchos de sus dirigentes (en especial los más «históricos») hablan de una «urgente autocrítica y corrección del rumbo en determinados aspectos»; de ahí también, seguramente, que su nivel de aprobación en la ciudadanía es tan bajo como lo muestran distintas encuestas realizadas en los últimos tiempos. A propósito, es de muy recomendable lectura el libro «La cara oculta de los sindicatos en Uruguay», de María Urruzola.
Esto del otro día en ANCAP es un ejemplo que puede explicar ese descreimiento: la desproporcionada medida sindical adoptada por la Federación de Funcionarios de Ancap (que incluyó la paralización de la refinería de la Teja) es una muestra más del estado actual del sindicalismo uruguayo.
Desde nuestra óptica, hay al menos un par de asuntos claves a corregir. Por un lado, lo desmedido de algunos reclamos (como llegar a romper las instalaciones del propio lugar de trabajo); por otro, ya no la cercanía sino ahora la casi integración del sindicalismo como una sola masa con un partido político, el Frente Amplio.
Porque, a decir verdad, no se veía tan preocupados a estos mismos sindicalistas cuando años antes se gastaba desmedidamente, en algunos casos hasta «oscuramente» por parte de la empresa… ¿No habrá sido aquello lo que llevó a poner a ANCAP al borde de la quiebra? Sin embargo, ahora reclaman cuando se intenta alguna solución que incluye, es cierto, acuerdos con privados (emerge enseguida la famosa frase «¡Privatización no!»), pero cuando hubo quienes arrastraban a ANCAP al precipicio, poco o nada se los escuchaba reclamar.
Vea usted que de 2005 a 2020, la unidad de cemento-pórtland de ANCAP dio pérdidas por encima de los 500 millones de dólares acumulados. Según han explicado en más de una oportunidad las autoridades, todas las plantas que administra el Estado, ¡todas!, tienen problemas.
Fíjese usted lo que pasa en la planta de Paysandú. Desde hace más de cinco años trabaja 200 días al año cuando debería trabajar 300 para ser rentable. Sin embargo, en circunstancias que aún no están claras, durante el año 2014 el gobierno adquirió un horno de 80 millones de dólares que, como si fuera poco, nunca se instaló debido al alto costo que significaba hacerlo (unos 100 millones de dólares). En tanto en la planta de Minas, se necesita una inversión de 100 millones de dólares si se la quiere reflotar… ¿Por qué? ¿Cómo se llegó a esta situación? Por los despilfarros, o ¿qué otra explicación existe? Otro ejemplo: Treinta y Tres, donde Ancap tiene una planta de cal, el Estado invirtió 140 millones de dólares en un negocio con un único cliente…Absurdo.
En conclusión, cada año que pasa la unidad de cemento-pórtland de ANCAP pierde entre 8 y 10 millones de dólares… Hay un atraso tecnológico muy grande, hay ineficiencia… ANCAP accede a la mitad del mercado, ya que las compañías privadas producen y venden a mejores precios.
Es por esto que el nuevo directorio ha decidido generar una asociación con capitales privados, para salvar el negocio del pórtland y los puestos de trabajo. Sin embargo, una vez más con el viejo discurso de «Privatización no», el sindicato tomó la medida de paralización de la refinería de La Teja, algo inédito desde el año 1973.
Es decir, mientras el directorio busca soluciones para garantizar la continuidad de todos los trabajadores, el sindicato toma una medida extrema cuyo perjuicio económico se calcula en más de medio millón de dólares.
Uno se pregunta… Inevitablemente uno se pregunta: ¿será casualidad que medidas de esta desproporción, de esta desmesura, se tomen en plena campaña por un referéndum que tiene a los sindicatos uruguayos con fuerte protagonismo? Justo cuando la economía y el mercado de trabajo comienzan a dar señales de mejora y habría que aprovecharlo.
A quienes paralizaron todo, a quienes rompieron cosas, ¿les importa realmente el presente y el futuro de ANCAP? ¿Les importa realmente el presente y el futuro de sus trabajadores? Créame, estimado lector, que uno hace el esfuerzo por creer otra cosa, uno que tiene todavía un poco de confianza en los sindicatos quiere creer otra cosa, pero termina comprobando, lastimosamente, que al fin de cuentas lo único que importa es volver a cogobernar la empresa junto a un gobierno, como el anterior, que les permitía hacerlo y cuyos resultados están a la vista.
Es así…y es lamentable que sea así.
