Antes que nada debemos decir que cuando se designó al Dr. Carlos Albisu al frente de la CTM fuimos de los primeros en aplaudir esta designación. Porque era un salteño (que se supone tenía un acabado conocimiento de la temática local), porque conocíamos a sus progenitores y podíamos decir que tenía muy buena cuna. Allí se desempeñó satisfactoriamente en lo últimos años y conocía el funcionamiento de la presa.
Hoy lamentablemente debemos asumir la decepción. Albisu se equivocó, cometió errores y lo que es peor , fue usado y no dentro de su partido precisamente.
Pero al menos tuvo la hidalguía de asumir sus errores y hacerse a un lado. Lo que entendemos es una buena acción. Lo que no entendemos es porqué se designaría en su lugar a un edil, cuando fue el órgano que integra uno de los mayores cuestionados por el caso de la designaciones directas en la represa de Salto Grande.
Como obviar esta designación que esperamos sea provisoria y lo más breve posible. Que sepamos no hay argumento alguno capaz de justificar el por qué se designa a un edil al frente del organismo binacional.
No tiene otro mérito que ser salteño. Su idoneidad para el cargo deberá demostrarla y honestamente quisiéramos equivocarnos, pero hasta ahora se ha buscado un ingeniero eléctrico o en hidráulica para dirigir la obra por los requerimientos que se necesitan y no sólo por ser político y buen negociador.
No es posible además que los designados durante la época de Albisu permanezcan en sus cargos, no es justo con los uruguayos que pagamos sus sueldos y sobre todo en un departamento de los que tiene mayor desempleo en el país.
Las designaciones directas son siempre cuestionables, pero cuando no sólo son directas, sino que muchos cargos fueron creados específicamente para la persona es inconcebible.
No somos partidarios de ellas y asumimos que quienes dirigen la represa, como el Intendente y otros cargos jerárquicos necesitan rodearse de jerarcas de su confianza y en estos casos deben ser los mejores y más leales, como forma de disminuir las críticas que siempre fluyen.
Otra de las cuestiones que parecen inconcebibles es el hecho de haber asumido que los funcionarios de la represa internacional no pueden ser destituidos, salvo por determinadas causas.
Esta medida inconcebible en cualquier lugar, pero máxime cuando se trabaja en un organismo que no está sometido a las leyes de los países que la erigieron, obliga a ser muy cuidadosos a la hora de las designaciones, cosa que entendemos no ha pasado precisamente.
A.R.D.
