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viernes, 14 de marzo de 2025
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«Por suerte, Uruguay, es un país agrícola excedentario, que produce más alimentos que los que consume»

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Rubén Flores Agreda – Representante de la FAO en Uruguay

El coronavirus impacta en muchos aspectos de la vida, la otra cara de la pandemia, podría decirse, llegando, inclusive, al suministro y la demanda de alimentos y a la producción de los mismos, viéndose afectados también, los medios de subsistencia. Es una realidad más preocupante en los lugares particularmente vulnerables del mundo, pero hay aspectos que atender en Uruguay cuya esencia agropecuaria es fundamental aunque existan al mismo tiempo ollas populares para paliar la necesidad de muchas personas. Rubén Flores Agreda, Representante de la FAO en Uruguay explica la incidencia que la pandemia ha venido teniendo, resaltando, por otro lado, la tradición y capacidad de nuestro país en el manejo de la tierra y en la producción alimentaria en general, destacando lugares como Salto, donde hay una extensiva producción en diferentes rubros que van desde la horticultura hasta el cultivo del arroz.


Impacto del COVID en el sistema alimentario
La oferta de alimentos se ve afectada cuando la enfermedad impacta en la vida y el bienestar de las personas que los producen y, además, debido a los esfuerzos de contención que restringen la movilidad y también porque los costos se elevan y hacer negocios cuesta más.
Por otro lado, el COVID-19, genera un aumento significativo de la demanda a sus inicios y el costo de una dieta saludable podría aumentar con el incremento del precio de los productos básicos perecederos.
Eso podría tener un efecto adverso en los hogares de menores ingresos y dificultaría alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en Uruguay y en el mundo.
Luego, después del pico y del aplanamiento de la curva del contagio, a medida que pase el tiempo se va a reducir la demanda, si mantenemos el confinamiento. Debido a la incertidumbre, va a primar la cautela y el aumento de los costos hará que las personas reduzcan gastos.
La producción agrícola
Por suerte, Uruguay, es un país agrícola excedentario, que produce más alimentos que los que consume y siguen circulando mercaderías.
Vastos territorios se dedican a producir alimentos, especialmente provenientes de la tierra, como el arroz, la soja, el tomate, el trigo, la cebada, el citrus, hay olivares, viñedos, lechería, etc., constituyendo la parte hortícola un bastión esencia. Departamentos como Salto, por ejemplo, explotan varios de dichos rubros lo que permite decir que, Uruguay, si bien se ha visto afectado como todos en sus diferentes actividades, en esta específicamente, el golpe ha sido menor.
Las ferias vecinales de alimentos se mantienen en todo el país y el Mercado Modelo de Montevideo funciona, en Salto, por ejemplo, a pesar de la pandemia, se continuó apostando a la creación de la Central Hortícola que es fundamental para el desarrollo de la temática de la que hablamos, permitiéndole al productor mayor y mejor margen de movimiento. Además, Uruguay, sus productoras y productores tienen, en la fuerte cobertura de Internet con la que cuenta el país, una aliada que facilita el comercio a distancia, reduciendo el riesgo de aglomeraciones.
Es esencial que todas las personas accedan a fuentes de alimentos suficientes, diversas y nutritivas, en especial cuando sus países están afectados por el virus.
Si no atendiéramos este punto, podríamos estar ante una crisis alimentaria inminente, pero en Uruguay se están adoptando medidas con rapidez.
Por otro lado, el país y sus productoras y productores contribuyen a mantener operativas las cadenas mundiales de suministro de alimentos, en beneficio de la población de otros países y de la economía nacional.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que varios países aplican controles más estrictos a los buques de carga, y eso puede afectar el transporte marítimo. Además, la adopción de nuevas normas sanitarias puede implicar un periodo de adaptación para las industrias alimentarias.
La contención a través de mecanismos como las Ollas Populares
El mundo es un reflejo de la interna de cada país ante el coronavirus. Hay sectores –y países- más expuestos, que requieren una atención particular. Ya antes de la actual pandemia, 820 millones de personas en el mundo padecían hambre crónica: no consumen suficientes calorías para poder llevar una vida normal. 
Sería especialmente preocupante que el COVID cobrara fuerza en los 44 países que dependen de ayuda alimentaria externa, o en 53 países donde viven los 113 millones de personas que padecen hambre aguda, tan grave que supone una amenaza inmediata para su vida o sus medios de subsistencia.
Estas personas no pueden permitirse ninguna otra interrupción de sus medios de vida o de acceso a los alimentos que el COVID-19 pueda generar.
Viniendo al Uruguay, la aparición de ollas populares ha permitido mermar la necesidad de muchos uruguayos en cuanto a su acceso a la alimentación, y tenemos entendido que ha sido en base a donaciones de muchos productores de la tierra, entre otros tantos, que las mismas han podido permanecer durante todo este tiempo.
Por otra parte, consideramos que suspender los programas de comedores escolares por la pandemia pone en peligro su seguridad alimentaria y debilita su capacidad para afrontar las enfermedades y, con conciencia, Uruguay lo está evitando en comparación con otras partes del mundo.
El suministro de alimentos
La cadena de suministro de alimentos implica a productores, insumos agropecuarios, transporte, plantas de procesado, transporte marítimo, etc. Por ahora, el suministro de alimentos es adecuado y los mercados están estables. Las reservas mundiales de cereales tienen buenos niveles y las perspectivas para el trigo y otros cultivos básicos importantes para el año, son positivas.
Aunque es probable que se reduzca la producción de alimentos básicos de alto valor (frutas y hortalizas), hasta ahora, no se percibe. Lo que sí se está viendo son dificultades de logística para transportar la producción en algunos países.
El bloqueo de las rutas de transporte es particularmente perjudicial para las cadenas de suministro de alimentos frescos y puede aumentar los niveles de pérdida y desperdicio, al cual los gobiernos y los productores deben estar atentos.
Es importante prever que la escasez de mano de obra podría afectar a la producción y elaboración de alimentos, en particular en los cultivos que necesitan mucha mano de obra en ciertos momentos.

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