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domingo, 11 de mayo de 2025
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«Lo que admiro, sigo admirando siempre, es el interés que tienen los países por la conservación de los patrimonios»

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Diario EL PUEBLO digital
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Betania de Souza, Restauradora salteña:

Betania de Souza Remedi tiene 45 años de edad y es una destacada Restauradora salteña, cuya formación principal la recibió fuera del Uruguay, sobre todo durante algunos años de residencia en Estados Unidos. Durante algún tiempo (entre los años 2013 y 2018) dictó un taller de Restauración y Pintura Decorativa dependiente de la Intendencia de Salto, tanto en la ciudad como en el interior. Hoy ya no continúa dictándolo, aunque sigue siendo contratada por la Intendencia para realizar trabajos de restauración, al tiempo que brinda talleres en APLAS.
Así conversaba Betania con EL PUEBLO, para protagonizar nuestra sección «Al dorso» de hoy.

¿Qué significa ser «Restauradora»?
Restauradora significa realizar la tarea de restaurar y preservar patrimonios, es decir muebles, objetos de arte y colecciones, monumentos…

¿Cómo fue su aprendizaje? Por ejemplo, ¿dónde estudió esta disciplina?
Estudié en Estados Unidos, en Argentina, México, Perú, y en estos momentos estoy haciendo on line unos cursos de conservación en Chile. En Estados Unidos viví diez años, dentro de los cuales tuve la oportunidad de trabajar con restauradores, y en Argentina (concretamente en Buenos Aires) me iba a hacer cursos cortos, que a la vez eran muy intensos.
Los de México, Perú y Chile fueron on line, cursos de conservación, principalmente el de Chile que es asesoría de conservación de monumentos públicos.

Ahora en Salto, ¿a qué se está dedicando?
Hoy en día me dedico a la restauración de los patrimonios en la ciudad de Salto y la restauración de colecciones y muebles. El trabajo que estoy haciendo actualmente es contratado por la Intendencia de Salto, porque estoy trabajando con los patrimonios de nuestra ciudad.

¿Qué trabajos de restauración que haya hecho destacaría por algo en especial?
Los trabajos que hice fueron muchos… Pero en la ciudad nuestra por ejemplo el Ateneo Municipal, que fue restaurado completamente en el año 2012.

Después estuve bastante tiempo restaurando el Museo María Irene Olarreaga Gallino, toda su mampostería pieza por pieza; en el Museo del Hombre y la Tecnología restauré unas cuantas piezas y los sillones de Batlle que se encuentran en el Palacio Córdoba.

Estuve ayudando en el inventario del Museo Nacional de Artes Visuales y en estos momentos estoy trabajando en el Teatro Larrañaga, restaurando todo el techo de chapón de la entrada, que no se había restaurado ni mantenido desde los inicios del teatro.


¿Sobre qué valores patrimoniales de Salto le gustaría trabajar más?
Me encantaría poder dejar el Teatro Larrañaga en todo su esplendor, y los museos también.
Pero también existe la posibilidad de restaurar en otros departamentos al norte del Río Negro, porque el director de Patrimonios del Uruguay está muy conforme con mi trabajo y sugirió que como la restauración no da abasto, me ocupe de este sector. Entonces, los monumentos que me gustaría seguir atendiendo, y que lo necesitan, son el Teatro, el Ateneo y los Museos.

Más allá del edificio, en cuanto al funcionamiento de estos lugares, ¿en qué le gustaría innovar luego de haber visto otros ejemplos en el mundo?
Para los museos me gustaría que fueran muestras itinerantes, o sea que se forme un espacio en cada museo para poder tener exposiciones que cambien cada tres meses, con propuestas patrimoniales pero que cambien y que sean temáticas, eso se está haciendo en casi todos los museos del mundo para que cuando la gente entre siempre tenga algo nuevo que mirar y no sea lo mismo de siempre; la gente se aburre de ir a los museos…
Ese sería un proyecto que tengo en mente, y que ya se está aplicando en el Museo del Cabildo.

Recuerdo que alguna vez dictó talleres también de Pintura en la entonces Casa de la Cultura y en el interior del departamento, ¿es así?
Sí, los talleres eran de Restauración y Pintura Decorativa.
Tenía además talleres en Colonia Lavalleja, para que tuvieran una fuente de trabajo, era un trabajo social, ellos hacían cosas útiles como mesitas, bandejas, etc. y se utilizaban técnicas de pinceladas dentro de la pintura decorativa, todo lo que hacían era utilitario para sus casas, por eso lo podían vender y eso les generaba una fuente de trabajo, incluso hacían ferias.

Acá en la ciudad era más por distracción para jubiladas y por terapia.
Ya hace dos años que no los estoy dando por parte de la Intendencia, pero sí en APLAS.
Le propongo retroceder en el tiempo: ¿dónde y cuándo nació? ¿Algunos recuerdos de infancia y juventud?
Nací aquí en Salto, el 8 de agosto de 1975 y desde los 18 años tengo este interés, primero por la pintura y después, gracias a que viví en Estados Unidos y pude ver otras cosas, pude inclinarme por la restauración, ahí sabía qué era lo que quería.
Hasta los ocho años fui a la escuela de Baltasar Brum, en Artigas, porque mis padres vivían en el campo. Mi madre (María Isabel Remedi), maestra, y mi padre (Nery de Souza) trabajaba en el campo.
Tengo dos hermanas, Sabrina y Marisabel. Después nos vinimos a Salto y fui a la Escuela 81, luego al Liceo 3 hasta segundo año y después al Colegio Salesianos, y terminé bachillerato de Humanística en el Liceo 5.

Luego de esa experiencia de vida en el exterior, ¿qué destacaría en cuanto al valor que se le da al arte en otros países?
Lo que admiro, sigo admirando siempre, es el interés que tienen los países por la conservación de los patrimonios. En Estados Unidos aprendí que todo lo que se restaura se lo hace ya como la última alternativa, porque tienen cultura de preservación, o sea, casi nada lo restauran, a no ser que se rompa o lo hubieran abandonado porque no sabían su importancia. En países como México, Chile, Perú, España y Estados Unidos, todo tratan de mantenerlo, lo preservan, así no tienen que llegar a la restauración.

Ha trabajado también con la gente del Patrimonio Histórico del Uruguay, ¿qué puede contar?
Sí, y tengo muy buena relación también, cabe destacar, con la gente de Patrimonio del Uruguay, y con las personas del Cabildo y el Museo de Artes Visuales.
Tuve unas experiencias maravillosas con ellos, fueron muy amables y me ayudan y ayudaron en todo lo que necesité siempre, y de mi parte también, mientras que pueda siempre trato de colaborar en todo lo que me pidan.
Hacemos intercambios de conocimientos y eso es lo que tendríamos que hacer todos por el bien de este patrimonio que tenemos, que es muy rico y sin embargo a veces no lo sabemos apreciar.

Hoy por:
Jorge Pignataro

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