¿Cómo que no se puede proponer sobre la base de razones, que hacen a los equipos aptos para la ejecución, si los intérpretes válidos no faltan?
¿O acaso ese primer tiempo no fue de los mejores afrontados por un equipo salteño de años a esta parte?
Fue la comprobación de ese poder A PARTIR DE LA ACTITUD.
La actitud de ser fiel a una idea o un apego a la hora de sentir ese fútbol, que Ferro siente. Por lo menos sucedió en el primer partido final el domingo a la tarde en San José, en el marco de la primera final del Campeonato del Interior en la Divisional B.
No solo el 3 a 0 como resultado, sino el producto de lo alcanzado.
El tránsito que fue distinguiendo a Ferro Carril, situando perfiles que enriquecieron el valor de la propuesta,
En ese primer tiempo abarcador y resolutivo, ¿qué jugador de Ferro no respondió?. Todos, desde cada uno, a favor de la consistencia grupal.
De la expresión armónica y a la medida del fin.
Desde defender bien, a crear mejor y producir rentabilidad ofensiva. No caer en el pase anunciado, sino alentar la sorpresa como soporte.
Por eso a Campana de Libertad lo invadió la sorpresa y se quedó sin resguardos. Apagado para la reacción. No la tuvo.
Mientras Ferro fue la versión distinguida. Sembrador para jugar, pero además, implacable para decidir. Vargas por dos. El golazo de Lima.
En los tres, hubo un antes donde el talento no faltó. Hubo un después para entender, que el gol es también una consecuencia de combinaciones sustanciales.
El oportunismo. La magia de un remate. La búsqueda de un poste libre.
Al fin de cuentas, el gol no surge por generación espontánea.
No surge. Seguro que no surge.
Ferro pudo ser más aplastante en la recta final. No quiso. No tenía necesidad. Hasta se transformó en un acto de compasión.
El valor del oficio y el equilibrio del que Ferro Carril hizo gala, mientras el fútbol se quedó con el placer visual de ese primer tiempo.
Es saludable que la historia no se olvide. La lección de Ferro.
Una lección vital. Sugerente. Carbonera. Y letal.
-ELEAZAR JOSÉ SILVA-
