Las imágenes captadas el sábado a la noche en el Parque Ernesto Dickinson, como testimonio resultan letales. Desde el segundo gol de Palomar, a ese tiempo de la grosera conclusión, cuando el partido se transformó en una batalla campal. Los puños hablaron y la pelota en rol secundario. Ya nada trascendió desde un juego llamado fútbol y la agresión por la agresión misma, «como caldo de cultivo». Todo el repertorio a cuenta de quienes optaron por la violencia. Poco importaría que esa lección de barbarie, trascendiera al mundo (así de simple) y que la imagen al fin de cuentas de la propia Liga Salteña de Fútbol, se gane más de una tachadura.

Las manchas ahora no faltan. Esas imágenes no traicionan. Victoriosa ella: la violencia.
*Imágenes que proponen una interrogante sin más vuelta: ¿cuál es el rol de la policía, a la hora de la seguridad? En medio de la trifulca, de las reacciones irracionales, la terna de jueces aparece custodiada por agentes de la policía, que atinan tan solo a observar qué sucedía a pocos metros. Al margen de la intervención. Por lo tanto, cabe preguntarse si fue un acto de indiferencia o caso contrario ESE Y NO OTRO ES EL ROL.O sea: se les paga a cuenta de la seguridad de los árbitros y se deslindan de todo lo que acontezca en sus radios visuales. Se pueden generar agresiones QUE PONGAN EN RIESGO LA VIDA DE MÁS DE UN JUGADOR DE FÚTBOL, SIN QUE LOS AGENTES INTERCEDAN. Si es definitivamente así, hay que suponer que los tiempos han cambiado.En décadas pasadas en caso de producirse una gresca de esta magnitud, a tal punto que 11 jugadores fueron denunciados, la policía no lo pensaba dos veces: entraba y actuaba.No asumía pasividad ninguna. Tampoco aguardaba el consentimiento de los jueces: frente a la distorsión deportiva y ante la aparición de violentos en escena, los uniformados sintetizaban LA ACCIÓN CONTRARIA a quienes pretendían traicionar AL JUEGO-ESPECTÁCULO.Las imágenes de los videos, a la manera de documentos. Los que se pegan a mansalva por un lado y los que observan desde el nada hacer o intentar evitar. Una penosa contradicción.Demasiado penosa.
