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¿Ignorancia?… ¿O fascismo?

Diario EL PUEBLO digital
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Solo una mente educada puede entender un pensamiento diferente al suyo sin necesidad de aceptarlo”

-Aristóteles-

Si usted sigue esta columna habitualmente, recordará que la hemos dedicado en alguna ocasión -hace alrededor de un mes atrás- para reflexionar con detenimiento y dar nuestro punto de vista sobre conflictos que se estaban viviendo en la capital del país y que tenían a estudiantes de un liceo (el IAVA) como protagonistas.

Pensábamos -y queríamos que así fuese- que allí se terminaba el tema. Pero han seguido ocurriendo cosas que no podemos dejar pasar. Es más, como comunicadores tenemos que decirlas y, lo más posible, llamar a las cosas por su nombre, sin titubeos ni medias tintas. Quiero decir, en los últimos días, un muchacho de 16 años ha salido otra vez en diferentes medios pero ahora, con una actitud que a nuestro entender fue “una gota que rebosó el vaso”. Ha pasado los límites más inimaginables de la prudencia y la buena educación, lo que choca aún más al venir de una persona que, además y nada menos, pide respeto, diálogo y negociación. Contradictorio, muy contradictorio lo suyo.

Se habrá dado cuenta usted, estimado lector, que estamos hablando del muchacho que suele aparecer en publicaciones que rápidamente se han hecho virales, vistiendo una especie de camisón verde y a veces hablando con megáfono.

Ni más ni menos (lo entrecomillado son sus palabras textuales) este joven reconoció que lo que hace es «hostigamiento», y que así seguiría “hasta que este gobierno cambie». Démosle la razón que siempre se puede hacer cosas para manifestar disconformidad con un gobierno, reconozcámosle que es cierto que no tenemos que ser completamente sumisos siempre y que, felizmente vivimos en una democracia que nos permite expresar esa disconformidad. Pero también recordémosle que ese gobierno del que habla cambiará a partir de las próximas elecciones, cuando una vez más sea el pueblo -y no un pequeño grupo de personas- el que decida. Pero no solo eso dijo, también manifestó que como la LUC le parece «injusta» y no lo «representa», no tiene por qué «respetarla». Además, dijo que “los milicos no son trabajadores».

Qué pena, digo con total sinceridad que causa mucha pena asistir a estos episodios en que alguien tan jovencito es usado, sí, usado de esta manera. Y lo digo porque me consta que altos dirigentes políticos en conversaciones privadas -pero que en algún momento salieron a luz- comentan que “es importante” que “este gurí insista”, que “hay que apoyarlo para que siga en esa línea que agarró fuerza”. ¿Se dará cuenta él que lo han convertido en títere o marioneta? ¿Alguien cercano podrá advertirle, abrirle los ojos? ¿O él será consciente y aceptará gustoso sus minutos de fama? De todas maneras, ¿nadie le avisará que los están “quemando” socialmente?

El viernes 12, el gremio de estudiantes del liceo ya mencionado (30 agremiados en 3.000 estudiantes), cortó calle Acevedo Díaz y desde allí hubo una marcha por 18 de Julio hasta la ANEP, para luego cortar la intersección de Avda. del Liberador y Colonia. Entonces, ¿qué hicieron las autoridades? Lo que hay que hacer: actuar de acuerdo a Derecho. Por lo tanto el Ministerio del Interior, amparado en el artículo 468 de la Ley N° 19889 (de la LUC) fue hasta el lugar y le explicó a los jóvenes que estaban infringiendo la ley. No está de más recordar de qué ley estamos hablando: son «ilegítimos los piquetes que impidan la libre circulación de personas, bienes o servicios, en espacios públicos o privados de uso público».

Hay asimismo un video registrado por Canal 10, donde se escucha al joven que ha tomado el papel de vocero (de 30 que por momentos se creen 3.000) decirle a los efectivos policiales que, como la LUC le parece injusta y no lo representa, no tiene por qué respetarla, ni siquiera por la fuerza. Dice textualmente: «La LUC a mí no me representa y creo que a ninguno de acá, porque fue súper injusta. No hay posibilidad de que a los estudiantes nos calmen, y mucho menos asustándonos con una patrulla, unos palos, unos cascos todos sucios».

Además, como si no fuera suficiente todo esto, usó sus redes sociales para insultar a la Policía, compartió el video que recién comentábamos y agregó estas palabras: «Los milicos son represores, ellos no son trabajadores; defienden a la burguesía y cagan a palo a los pobres. Los milicos afuera, que se vaya el SIFPOM (sindicato policial), hay que echarlos a todos de nuestra convención».

Decíamos en las primeras líneas, que tenemos la responsabilidad de decir las cosas con la mayor honestidad y llamándolas por su nombre, sin eufemismos. Es por eso que decimos que quien piensa que las leyes pueden no respetarse porque así se le antoja, y que puede insultar a quien quiera porque no le gusta el trabajo que está haciendo, quien decide no respetar lo que el pueblo elige y pretende imponerse con violencia, es ni más ni menos que una persona que seguramente aplaude dictadores, sean de derecha o de izquierda. Porque esas actitudes son dictatoriales y fascistas, no hay otra manera de calificarlas. Y este joven al que hacemos referencia es un pichón de fascista y dictador, así como un gran atrevido, por supuesto. Insistimos: ¿nadie se lo hará ver? Hay quienes piensan que nosotros, como medios de comunicación, no deberíamos darle el protagonismo que está teniendo. Puede ser; pero tampoco podemos dejar pasar estos atropellos, que duelen incluso (y quizás en primer lugar) por él mismo, por quien los comete, no sabemos si de forma consciente o no.

Y lo que más duele es que de sus palabras se desprenda tanto odio, tanto rencor, tanto resentimiento llevado a su máxima expresión. ¿Nadie le aconsejará que disfrute la vida, que es una sola y que él apenas está comenzando a transitarla en una etapa preciosa que le permite ir construyendo una sociedad mejor, donde nos respetemos todos? ¿Dónde está la “educación en valores” que tanto se reclama? ¿qué formación en valores tuvo hasta ahora un muchacho, estudiante, de 16 años, que piensa que las leyes pueden cumplirse o no según si me parecen justas o injustas, si creo que me representan o no? ¿Recibió educación o adoctrinamiento? ¿Se le brindó herramientas para pensar con cabeza propia o se lo llevó por un camino como única verdad?

Leyendo un artículo periodístico estos días, nos encontramos con la referencia a un excelente libro titulado «Sin legalidad no hay libertad», del jurista italiano Piero Calamandrei. Allí expresa por ejemplo: «La legalidad es condición de libertad. Sin certeza del Derecho no puede existir libertad política». Clarísimo. Explica también que la autoridad de las leyes proviene «de la convicción moral de que la ley expresa una libre competición de opiniones y permite al opositor poder invocar mañana, en su propio favor, el mismo respeto a las reglas del juego que hoy se hace valer frente a él». Es decir, debo respetar las leyes siempre, porque son ellas mismas las que me protegen frente a mi adversario ideológico. No se puede invertir las cosas y no respetar las leyes para atacar a otros. El orden legal tiene que respetarse más allá de si la legislación me gusta o no, si me parece justa o no.

¡Qué sería del mundo si cada ciudadano decidiera qué ley respeta! Así que el argumento que da el jovencito es infantil. Porque siguiendo su línea de pensamiento, que lamentablemente muchos fogonean, podríamos preguntar: ¿un delincuente podría entonces decir que va a robar, rapiñar o asesinar porque la ley que regula esto no lo representa?

Estamos ante situaciones absurdas, pero sobre todo peligrosas, porque esto no es otra cosa que querer imponer el totalitarismo. En el libro que mencionamos se explica la estrategia del fascismo italiano, y es tal cual la forma de manejarse a la que parece adherir este muchacho de Montevideo.

¿Reclama justicia? ¿Sale públicamente a rebelarse contra lo que considera injusto? Perfecto, siempre decimos que nos agrada que los jóvenes se involucren en la actualidad y no sean meros espectadores de la vida, pero hay cosas elementales, como entender que «el sentido de la justicia puede hacer sentir la injusticia de la ley e impulsar a modificarla; pero no debe destruir el sentido de la legalidad -como escribe Calamandrei-; el compromiso de respetar la ley mientras esté en vigor es una de las garantías de libertad, que encuentra en ese respeto el modo de eliminar la injusticia de aquella sustituyéndola por una mejor».

¿Será tan difícil entenderlo? En verdad preocupa que se desconozca o se quiera desconocer -en los dos casos es grave- lo más básico de una Democracia. Si se desconoce, estamos ante un caso de plena ignorancia (que quizás, en parte, podría entenderse en alguien tan joven, pero nunca de parte de quienes lo utilizan como títere o marioneta); si se quiere desconocer, estamos ante un caso de fascismo puro, eso tan nefasto a lo que todos queremos decirle ¡Nunca más!

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