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viernes, 11 de abril de 2025
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Hoy: poesía de Álvaro Dos Santos-Franco

Diario EL PUEBLO digital
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Dábamos cuenta en la edición de ayer domingo de la aparición del libro «Clases», de Álvaro Dos Santos. Compartimos hoy un fragmento del extenso poema que lo conforma. Y estos datos que se leen en la solapa: «A.C. Dos Santos-Franco («Cataure») nació en Salto. Tiene en su haber tres Licenciaturas en Letras (Literatura Española, Literatura Uruguaya y Filología Clásica). Realizó estudios post licenciaturas en la Universita degli Studi di Macerata (Italia) investigando allí sobre el impacto sociológico que causó el redescubrimiento de los clásicos en el Renacimiento italiano. Posteriormente obtuvo el título de Máster Universitario en El Mundo Clásico y su proyección en la Cultura Occidental en la prestigiosa UNED española. Ha traducido a Sófocles, Jenofonte y hasta una versión directa del sánscrito del libro milenario hindú Sri Isopanisad. Se ha desempeñado como crítico literario y crítico de la cultura, publicando decenas de artículos, reseñas y recensiones. También dirigió revistas de temas varios y publicaciones literarias. Actualmente sigue dos líneas de investigación sobre autores clásicos».

PRIMER AÑO

  • Parte II
    Es de noche ahora, aquí y en la tierra que engendró mi idea de estudiar en Humanidades. Cuando partí ¿me habrá visto alguien tomar el ómnibus aquel mediodía? Pocos: mis padres y algunos más. Durante el viaje iba cultivando un huerto: el del empecinamiento y la áurea voluntad de titularme algún día. Quería, quiero
    ser una
    flecha
    certera,
    una bomba
    extractora de
    saberes y un
    tipo
    que
    empolve
    y
    salpique
    los
    libros con aroma de naranjos. Ha pasado un tiempo desde que llegué y aún no me siento defraudado por nada pues los amigos son amigos de la amistad (llevan en sus alforjas no arena color oro sino oro mismo y, además
    la alegría de
    la sapiencia
    en sus
    manos).
    Mi única
    imprecación
    es contra
    estas
    veredas
    capitalinas
    que piso diariamente y que te pueden hacer trastabillar. Por lo demás adoro ese río como mar de enfrente, con mil rancios olores y que cuando la luna se refleja en él todo parece zumbar ¡gritar de contento! Y creo que este cielo es distinto al cielo de mi tierra: más negro: más abismal a partir de las siete de la tarde. Y me parece que en él
    también
    existen
    más moradas
    para los
    astros que
    titilan
    lejanísimos,
    la luna:
    más blanca
    más nítida
    ¿Será cierto todo esto? Por supuesto que no, pero trato de que lo sea con el único y exclusivo fin de sentirme viviendo en una ciudad de antología: por eso lo magnifico todo y recorro callejuelas olvidadas, señoriales, para que las geografías y los contornos que se me ofrecen parezcan o luzcan tan inolvidables como ciertos rostros que entreveo y que me plantan en sus antes y en un después. Ya son las once de la noche:
    letargo
    para que
    luego
    la
    resurrección
    se transforme
    en estudiante.
    Me entrego,
    en un
    santiamén,
    que en
    el decurso
    del tiempo
    es un
    siglo y medio,
    a la táctica de los bostezos y al recurso de empeñarme en cerrar los ojos. Silencio y más silencio: afuera algún coche que pasa y nada más: nunca hubo tanto silencio como ahora: ornato para mis oídos capitalinos a los que jamás se les da tregua. Afuera, entonces, la noche se me bifurca ante todas mis otras noches, aquellas las de mi tierra. Pienso: definitivamente hay magia aquí, magia que reverbera misterios y seduce una variada gama de iniquidades. Y así, antes,
    medio instante
    antes
    de
    dormirme
    una imagen
    intenta
    llevarme la
    contra: el
    rostro de
    Patricia,
    tan hermoso
    como una
    andanada de perdones o como el polvo de las catedrales. Me incomodo un tanto y repienso su sonrisa. Pero me digo basta, basta por hoy: patricia tal vez jamás haya pensado en mí, aunque ahora, ahora yo ya me duerma dentro de sus facciones crepusculares y las ganas de abordarla por ejemplo en cualquier salida
    de clases.
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