Cuando entramos en el último año del gobierno actual nos sigue resonando aquella afirmación efectuada en las pasadas elecciones, cuando a poco de asumir el gobierno la actual coalición sostuvo que una de sus mayores prioridades para la región era la navegabilidad del río Uruguay.
Lo pensamos entonces y lo dijimos públicamente que se trataba de una obra inviable, no porque de por sí las escolleras de piedras existentes en varios puntos del río obligaban a una obra faraónica para transformar el curso de agua, sino esencialmente porque no veíamos interesados en usar el curso de agua como vía navegable.
Quien conozca el río desde a sus nacientes sabe que es esta una obra faraónica. En primer lugar porque limitarla al transporte desde Salto hasta ultramar en Colonia o Rió Negro, no compensaría sino en muchas décadas, por lo menos el costo de las obra.
Alargarla hasta Bella Unión supondría otras costosísimas inversiones a la altura de Itacumbú, donde existen otros obstáculos. Así lo han manifestado diversos técnicos en el tema.
Hasta el momento no nos consta que haya interés en Brasil o Argentina, de hacer esta obra por la sencilla razón de que Brasil por ejemplo llegaría probablemente en menor tiempo al puerto de Santos, en el Atlántico, por territorio brasileño exclusivamente y transporte carretero.
Otra de las iniciativas que consideramos fallida es el denominado puerto de barcazas. ¿Se hizo o no? ¿Quiénes lo usarían?
Por el momento disfrutemos de este rio que nos ha regalado la naturaleza y mientras Brasil no proyecte obras que lo comprometan celebremos que lo tenemos. Ya alberga varias represas en territorio brasileño y los planes descabellados, como fue la inclusión de la navegabilidad en el proyecto de Salto Grande, hace 50 años que esperan adormecidos (el canal de navegación nunca se hizo, como tampoco la esclusa de aguas abajo, solo la esclusa de aguas arriba está hecha junto a la represa).
Esperamos que las actuales autoridades se hayan convencido que la región requiere y merece otras obras tanto o más importantes que esta, sin que requieran tanta inversión. No basta con querer hacer, a las obras hay que planificarlas y sobre todo tener la apertura suficiente como para escuchar los argumentos de otras voces.
No es la primera versión, ni el primer intento que se anuncia por inaugurar usando las aguas del río. Esperemos que se reconozca.
A.R.D.
