ELEGANCIA Y PERFECCION VOCAL
En esa composición poética de cuatro versos de arte menor generalmente con rima asonante en las estrofas pares, llamada copla, ella supo ser la más auténtica y la principal. Era su forma característica de expresión, influenciada por la corriente anónima de ese estilo, sus cultivadores, y sus poetas, que se inspiraban en un modelo popular para crearlas, recogidas por la tradición e incorporadas a su propio caudal de voz y de entrega, así se distinguió entre muchas figuras, llamándola el gran público la reina de la copla: Conchita Piquer. Bajo el nombre de Concepción Piquer López, nació la estrella en Valencia, el 8 de diciembre de 1906, y supo ser cantante, empresaria, y actriz relevante de su época. Era muy buena profesional en lo que hacía, con elegancia, de gran perfección vocal interpretando las composiciones más famosas de la canción española, casi todas ellas obras de Valverde, Quintero, León, y Quiroga: «Tatuaje», «Lola Puñales», «Y sin embargo, te quiero», «Ojos verdes», «En tierra extraña», entre otros. En 1958, en el teatro Victoria de Isla Cristina, en la mitad de su espectáculo, y con ella en el escenario se corrió el telón muy rápidamente. El público que había llenado la sala para verla y escucharla, se sorprendió, es que la Piquer se había quedado sin voz. Su presentación finalizó, y en días venideros se oficializaba de que Conchita Piquer, no volvería a cantar, retirándose del mundo del espectáculo.

FUE UNA NIÑA PRODIGIA
Ramona López Ferrándiz, de Valencia, modista, y Pascual Piquer Catalá, de Gátoa, de profesión albañil, eran los padres de Conchita. Se trataba de una familia de origen humilde, que había tenido antes cuatro hijos, que fallecieron prematuramente. La muchacha estudió canto con el maestro Laguna, y siendo una niña de tan sólo once años, hizo su debut en teatro Sogueros de Valencia. Más tarde llegarían otras salas: Grao, Gandía y en los escenarios valencianos Apolo y Kursaal. Esas condiciones llamaron la atención al autor Manuel Penella, que sin pérdida de tiempo, le extiende un contrato que firman sus padres, para la representación en Nueva York, de su ópera «El gato montés», que había estrenado con suceso marcado en 1916 en Valencia. En el lanzamiento en La Gran Manzana, el 13 de septiembre de 1922, Piquer vocalizó en el entreacto «El florero», tema de Penella, y se llevó una nutrida sucesión de aplausos por todos los asistentes. Pasó cinco años en Estados Unidos, cantando en Broadway y en diferentes escenarios teatrales. En 1923, rueda un cortometraje parlante, «From far Seville», dentro de una de las muchas pruebas que Lee De Forest estaba realizando mientras experimentaba y perfeccionaba su sistema de sonido sincronizado Phonofilm. Su primera incursión en un largometraje fue haciendo un papel junto a Al Jonson y Eddie Cantor, en el primer filme sonoro de la historia cinematográfica: «El cantor de jazz», 1927.

EL BAÚL DE LA PIQUER
La Piquer y su pareja de entonces el torero Antonio Márquez Serrano, viajaban siempre con un montón de baúles, con ropa de mesa, de cama, y similares, pues tenían la costumbre de alquilar una casa en el lugar donde estuvieran de gira. Su compañero llevaba dos baúles llenos de botellas de aceite de oliva!.. A raíz de todo ésto, se hizo popular entre la prensa escrita de los periódicos, las revistas, y el público en general, la expresión «El bául de la Piquer». De regreso a la madre patria, actúa en el teatro Romea de Madrid y en el Coliseum de Barcelona, filmando en París «El negro que tenía el alma blanca», de Benito Perojo. Continuó con «La bodega», 1930, Benito Perojo, «Yo canto para ti», 1935, Fernando Roldán, «La Dolores», 1940, Florián Rey, «Filigrana», 1949, Luis Marquina, y «Me casé con una estrella», 1951, de Luis César Amadori. Después de su malograda actuación en teatro Victoria de Isla Cristina, donde Conchita tomó la decisión de no interpretar más en público, debió seguir cantando en los estudios de grabacion, ante un contrato vigente con la discográfica Columbia hasta 1963, siendo su estandarte el tema «Cinco farolas», en éste último período.

CASAMIENTO EN MONTEVIDEO, 1945
Conchita Piquer y Antonio Márquez, aunque ya vivían juntos y realizaban viajes, contrajeron enlace en Montevideo, en 1945. No lo hicieron antes ya que Márquez, ya se había casado antes en España, y allí no se podía divorciar y luego casarse nuevamente. Piquer y Márquez, tuvieron una hija que más adelante también saldría cantante, Concha Márquez Piquer. La última actuación pública de Conchita fue en la presentación de la Falla Plaza del Pilar en el año 1964. Como empresaria realizó buenos espectáculos por varios teatros, al frente de destacadas compañías de actores, cantantes, y elencos estelares. Dejó de existir el 12 de diciembre de 1990, en Madrid, a los 84 años, ante un paro cardiorrespiratorio. Valencia le dedicó una calle y convirtió en museo la propia casa de la Piquer. Fue una diva mimada por el régimen de Franco, en España, y por Eva Duarte de Perón, quien la reclamaba desde Argentina. Juanjo Alberti. Más allá de la nostalgia.
