Andrea Zunini, comunicadora, publicista, docente y futura psicóloga.

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“Estoy feliz y agradecida de tener esta oportunidad de volver a estudiar de grande”

Si tuviéramos que definir a Andrea Zunini, podríamos decir que se trata de una incansable mujer que busca y evoluciona. En esta charla con EL PUEBLO alcanza a mostrarnos apenas una veta de su permanente peregrinar en su evolución personal.

1. ¿Qué recuerdos tiene de su infancia?

Liliana Castro Automóviles

– Tengo 50 años muy felices vividos, nací frente al Parque Solari, soy de la Zona Este, ferrocarrilera de corazón, me crie ahí, donde aún viven mis padres, Daniel y Olga, mis abuelos en su momento y ahora mis tíos frente al Parque, algo que marcó mi infancia, una época hermosa en la que la barra de amigos iban a jugar. Fui a la Escuela 3, al Liceo IPOLL, después al Liceo 5 porque en esa época era donde los bachilleratos de Humanística se llevaban adelante, hice la opción Derecho. Tengo dos hermanos, yo soy la mayor, luego me siguen Álvaro y Celia.

2. Uno puede nacer con la vocación o la otra posibilidad es que vaya surgiendo con el tiempo, ¿cómo fue en su caso?

– Creo que la comunicación es algo que me define, me siento comunicadora. De niña era muy conversadora, tenía mucha facilidad de palabra, era muy sociable, lo sigo siendo, pero de niña me marcaba así como el gusto por la escritura. Como me gustaba mucho escribir aquellas famosas redacciones en la escuela, a los 9 años mis padres me motivaron a participar en un concurso de cuentos nacional, así que escribo un cuento, “El vendedor de sueños” que terminó siendo seleccionado, por lo que viajé a Montevideo a recibir el premio. Ahí pude ver que lo que escribía podía gustarle a otros, más allá de la maestra y mis padres. Así que continué escribiendo en mis diarios íntimos y leía mucho, fui una niña muy lectora.

3. En ese caso podía haber derivado al estudio de la literatura y de las letras, sin embargo terminó encarando para la parte de la comunicación publicitaria.

– Claro. De muy chiquita participé de un Taller de Escritura Creativa con Leonardo Garet en Casa de Nuna que me marcó mucho, y fue en ese momento que tuve que resolver qué estudiar. Mi gusto por la literatura me hacía pensar que quería ser bibliotecóloga o profesora de literatura, pero fue cuando comenzó a sonar lo que era esta carreta de Ciencias de la Comunicación que era algo muy nuevo, no conocía a ninguna mujer que hubiera estudiado. Había dos referentes salteños, Mario Kroeff la había cursado y Pablo Bonet la estaba cursando, hace 30 años no era algo tan común como lo es hoy. Y lo que me llevó a elegirla fue mi gusto por la escritura y la prensa escrita, la asociaba mucho al periodismo. Al entrar a ese mundo de la comunicación, vi que no solo era la prensa escrita sino que todo mi lado creativo se plasmaba más en lo que era la redacción publicitaria.

4. ¿Cómo descubrió esa faceta?

– Fue la redacción de donde venía ese perfil creativo. Elijo Ciencias de la Comunicación pensando en el periodismo escrito por mi gusto de escribir, y cuando tengo las materias referidas a la publicidad y la parte creativa, estaba el rol del redactor creativo, que era el que tenía que ponerle nombre a los productos o a las empresas, redactar los eslóganes, las campañas, los textos de los avisos, los textos de radio, eso fluía. Y en esa época, en la carrera de Ciencias de la Comunicación, si venías con determinada escolaridad, en 3° año podías especializarte en dos áreas, prensa escrita o publicidad. Pero mi primer trabajo en realidad fue en periodismo en El País Cultural con Homero Alsina Thevenet.

5. ¿Cómo llegó ahí?

– Siendo estudiante de 3° año de la carrera y como un ejercicio de periodismo fui a hacerle una nota a Homero Alsina Thevenet el día que muere Onetti, porque habían sido amigos, y él me empieza a preguntar cuánto conocía de Onetti, a quien había estudiado en el bachillerato, pero además, había leído “El pozo”, que me había apasionado. Parecía que él me hacía la entrevista a mí, y yo le empiezo a contar lo que me gustaba de “El pozo”, y parece que lo sorprendí porque era una nena de 19 años y esa misma pregunta le había hecho a varios periodistas que lo habían contactado por lo mismo y no habían podido responder (risas). Yo quedé fascinada con ese lugar, porque El País Cultural era un suplemento que yo consumía porque me encantaba, y recuerdo que le dije, “si usted precisa que alguien le sirva café, yo encantada”. Y llego a mi apartamento que compartía con otras estudiantes, y él llama al vecino, porque no teníamos teléfono y no había celulares en esa época, preguntándome cuándo quería empezar una pasantía, porque tenía un lugar ahí como editora haciendo sinopsis de libros que llevaban las editoriales. Ese fue mi primer trabajo, una pasantía en El País. Mi segunda experiencia fue para Patricia Lussich, que era mi docente de publicidad y ejecutiva de cuentas de McDonald’s, y me lleva a la agencia Núcleo Leo Burnett como redactora creativa de McDonald’s. Quedo en esa agencia 4 años hasta que me vine a Salto en 1997 a abrir mi agencia de publicidad porque me había empezado a surgir mucho trabajo.

6. ¿Y encaró solo para la publicidad comercial? Ahora que estamos en un nuevo año electoral, ¿no pensó en ese rubro también?

– No, lo mío siempre fue para el lado de la publicidad comercial. Me empezaron a llamar distintas empresas locales estando en Montevideo. Hace poco alguien me preguntó si en ese entonces había sentido algún tipo de traba por ser mujer y además, joven. Era la primera mujer publicista que había en Salto. No sentí ninguna tranca por ser mujer y muy joven, al contrario, me valoraron mucho mi formación universitaria en comunicación y eso me abrió muchas puertas. Y después, fui mutando.

7. ¿En qué sentido?

– De trabajar casi exclusivamente en el ámbito publicitario, empecé también a trabajar como docente en CTC en Marketing de la carrera de Técnico en Gerencia, y me encantó. Después pasé a trabajar como coordinadora en la carrera que hubo que se llamaba Analista en Publicidad. Así que me gustó la docencia. Me contactan para empezar a trabajar en el IPRU apoyando a emprendedores en comunicación y marketing, eso también me gustó mucho. Así que me empecé a formar más en Comunicación Organizacional en paralelo al trabajo con los emprendedores, es cuando me surge una consultoría que me duró 4 años con la Intendencia de Artigas en Comunicación Organizacional en el marco de programas de fortalecimiento institucional para las Intendencias que financiaba un programa de la ONU, fue una experiencia hermosa. Ahí me entré a formar mucho, mi tesis en su momento fue sobre Comunicación Organizacional, que es el comunicador dentro de la organización resolviendo las distintas necesidades de comunicación que hay, que no es solo la publicitaria, sino que sobre todo es la comunicación entre las personas, de los equipos, y siento que hoy es lo que más me define en este recorrido. En ese proceso trabajé en Salto Emprende como asesora y tutora de emprendimientos, me encantó también, sigo vinculada, justo ahora vengo de dar un curso para mujeres rurales emprendedoras. En esta mutación entré al mundo de las organizaciones con el Club Remeros y con Centro Médico. Y no me quedé ahí, porque eso me llevó a descubrir la psicología.

8. ¿Así que además mutó para la psicología?

– Estoy cursando el último año de Psicología, pero no sé si muté, porque la Comunicación Organizacional me llevó a trabajar con equipos, eso me lleva a hacer online un Diploma en Gestión de Equipos, ahí eran todos psicólogos, había además un agrónomo y yo como comunicadora, y me apasionó. Esto me pasó en 2021, ahí me entero que estaba la Facultad de Psicología acá y le pregunté a mi marido si me apoyaba, me apoyó, mi hijo estaba estudiando en Montevideo, mi hija se iba a ir dentro de poco. Que me lleven los años que me lleve, pensé, pero agarré viento en la camiseta y ahora estoy cursando el último año.

9. ¿Así que ha pasado toda su vida descubriendo?

– La verdad que sí, pero hay un elemento en común, la palabra. Siento como que hay mucha coherencia igual, porque la palabra fue primero oral al conversar, de aquellas charlas; luego la palabra escrita, y a esta altura de mi vida poder mirar la palabra desde otra óptica, ese poder sanador que pueda tener en parte de un proceso terapéutico, y ser consciente también del poder dañino que puede tener la palabra si no la usamos como es debido.

Cuando comuniqué a mi entorno que iba a estudiar psicología, a nadie le sorprendió. Para mí era como la noticia, y los demás lo vieron como parte de un proceso de afuera hacia adentro. Una amiga me decía eso. Y estoy feliz y agradecida a la vida de tener esta oportunidad de volver a estudiar de grande…

10. ¿Cada cosa en su debido momento?

– Si, pienso que sí. A ver, son disciplinas que vienen de la mano también y poder estudiar psicología en esta etapa de mi vida es un regalo. Tener compañeros de estudio de la edad de mis hijos y también de mi edad, porque eso es lo maravilloso de la universidad, de esa mixtura y heterogeneidad que se genera en las distintas generaciones.

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