NATURAL. Hemos ido naturalizando los pases en la vida, de un cuadro de fútbol o de basquetbol a otro, lo que se entiende normal porque no solo se trata de una justa deportiva sino de un negocio, se trata de armar buenos equipos, ganar y encontrar así buenos espónsores, más en estos años.
Caramba, qué coincidencia con lo que viene pasando con nuestra clase política.
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PRESIÓN. Quitemos un poco de presión a lo anterior, debido a que ya lo hemos ido naturalizando, lo que no quiere decir que se actúe correctamente.
Cuando en noviembre de 1989 cayó el Muro de Berlín, no solo cayó un símbolo de la guerra fría, los partidos políticos en el mundo comenzaron a evolucionar al paso de cangrejo en lo ideológico, permitiendo, por ejemplo, que en algún país de Europa gobernara un tal Berlusconi o que una actriz de cine porno como la Cicciolina fuera electa diputada, por citar solo dos ejemplos extremos del mismo país, donde se muestra lo manuable que es alguna gente a la hora de votar, que agarra para la chacota el llamado de las urnas y vota porque se piensa que no pasará nada, y sin embargo, terminan pasando locuras como esas y otras tantas que son más delicadas de citar y explicar.
Lo que debe tenerse claro en estos tiempos, pasados 33 años y medio de la caída del muro, que hoy, muchos de los que llegan a determinados partidos políticos tras una dilatada trayectoria en otro partido, lo que viene a ser lo que vulgarmente se llama “pase”, no tiene ningún tipo de connotación ideológica, lo que abona la teoría de Jordan Peterson cuando hace algunos años dictaminó la muerte de las ideologías.
Es así que vemos en partidos de izquierda, de derecha, de centro y todas las demás variables que puedan avizorarse, pases de dirigentes, punteros barriales, etcétera, lo que se publicita como si se tratara de la llegada de Messi a Peñarol (¿por qué no?) cuando en realidad no es para tanto, pero pareciera que hoy se está más interesado en el próximo pase en lugar de ver cuál es la siguiente solución que se consigue para la gente.
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VACIA-MIENTO. Esto viene provocando un preocupante vaciamiento ideológico en los partidos políticos, o por lo menos, para seguir quitándole presión a la cosa, perdiendo su homogeneización en el pensamiento a lo que luego llaman, como para justificarse, en una actualización o evolución del pensamiento ideológico partidario.
Es cuando aparecen los “neo” (forma finoli de decir “nuevo”). Lo cierto, y para seguir en el tren de justificar cualquier cosa (vaya uno a saber por qué), esta nueva situación termina enriqueciendo a los partidos políticos que reciben ciudadanos de otras tiendas, porque lo homogéneo termina por transformarse en algo heterogéneo, y eso permite tener más de un punto de vista sobre un mismo tema.
De la debilidad que esto va generando en los cimientos de los partidos políticos, hablamos otro día, ta?
Hasta la semana que viene…