En conmemoración de los 25 años de la institución
Ecce Homo es un libro catálogo que documenta la primera exhibición antológica del artista visual Federico Arnaud. Se trata de un recorrido por las diferentes dimensiones de su trabajo Neobarroco; espacio, materia y arqueología personal. Los tres tópicos que atraviesan sus veinte años de trayectoria artística.
Dedicado a la materia y al espacio la obra del artista, tiene una fuerte carga matérica y simbólica. La publicación recorre el viaje de su potente discurso a través de sus esculturas – objetos, instalaciones y video performances.
Arnaud destacó que la charla en el CERP surge por una invitación del profesorado de Comunicación Visual en el marco de los festejos de los 25 años de dicha institución educativa en Salto.

“Invitaron a algunos artistas a hablar sobre su proceso creativo y en mi caso ya que además de artista soy docente, me propuse generar una presentación sobre la relación entre la docencia y el arte en mi experiencia como artista y docente” – compartió.
En 1998 nace su obra titulada El juego de los milagros que básicamente consiste en un futbolito en el que la Sagrada familia disputa una suerte de partido de football sobre un cielo impreso en lugar de cancha. Ese ejercicio de subversión y de intervención sobre figuras simbólicas y sacras de la sagrada familia lo traslado en la Universidad Católica del Uruguay ( en la que soy docente de la Licenciatura en Artes Visuales ) a un ejercicio de intervención y desplazamiento sobre la figura de Jesús crucificado con los estudiantes.
“Luego voy mostrando experiencias de destrucción simbólica en la que elijo destruir selectivamente una gigantografía de una carta que le escribí a mis abuelos enseguida de llegar a Francia donde estuvimos en situación de exilio durante siete años . Esa acción me lleva a comprender la destrucción como deconstrucción artística de cualquier tema a tratar en la obra. La obra se transforma en la posibilidad de deconstruir destruyendo y reconstruyendo. Asi realicé una convocatoria pública a destruir el mapa político del Uruguay realizado en una carpeta de cemento para luego ser reconstruido por los participantes de la performance. Tambien invité a estudiantes del IAVA a intervenir en stencil el dorso de un monumento
de mi autoría. Otra experiencia relatada fue la propuesta La piel de los Sueños en la que dimos un taller de dibujo con la psicóloga Lucía Lanfdinelli Oroño en Punta de Rieles y luego en el COMCAR. La propuesta derivó en que los participantes que eran persona s privadas de libertad terminaran haciendo un autorretrato pirograbado sobre los colchones en los que dormían. En contrapartida se les donaba un colchón . Luego yo mismo realicé una obra sobre el colchón de dos plazas que usaba. Alli surgieron interrogantes respecto a la autoría y hasta donde se establecen los límites entre la docencia y el quehacer artístico. Solo puedo decir que para mi es la misma cosa”.
LA OBRA DE FEDERICO ARNAUD
“La obra de Arnaud está fuertemente vinculada al conjunto de experiencias que ha tenido a lo largo de su vida.
La muerte de su padre en circunstancias aún sin esclarecer, cuando Federico tenía solo cuatro años, marcaría el inicio de una vida donde el movimiento y el cambio, junto con una persistente mirada hacia el pasado, han sido las claves de la forma en la que se ha inscripto como ser en el mundo. Ser artista podría ser una actividad o un rol asumido por afinidad y voluntad como muchos, pero, cuando ser artista es la forma en que queremos situarnos en el mundo estamos hablando de una forma de ser.
Y es que para Arnaud no hay dos posibilidades, sino una sola y la misma. Su modo de estar en el mundo ha hecho que sus experiencias se hayan vuelto parte de sus investigaciones y motivo para su gestación y emergencia” – palabras de Rulfo Álvarez, uno de los curadores de Ecce Homo, exhibición antológica de Federico Arnaud.
La fuerza del trabajo de Arnaud radica en un entusiasmo conectado a una fina sensibilidad por temáticas profundamente humanas.
Sus preocupaciones van desde la identidad latinoamericana, cruzando por los mitos religiosos, hasta las crudas heridas que ha dejado la dictadura o la memoria como mecanismo crítico. Su obra está y ha estado marcada por un fuerte compromiso social y político, con problemáticas que trascienden las ideologías, pues para Arnaud lo primero y más importante es lo humano.
El vínculo íntimo entre una materialidad expresiva y cruda muestra en toda su amplitud un conjunto de sensaciones táctiles que recuperan su conexión con el cuerpo, lugar privilegiado de la experiencia, de la existencia y de la muerte. Esto lo define como el ser humano íntegro que es, pero también lo muestra en su contingencia y finitud.
Cargado con una vitalidad incansable y una actitud comprometida, el trabajo de Arnaud tiene que ver con una forma de ser en el hacer y esto no es otra cosa que el modo en que se asume la vida.
Esa existencia que une memoria y materia, ausencia y presencia se articula bajo los signos del rastro, presente en su trabajo.
Entendido como el residuo de un acontecimiento pasado, lejano y fragmentado, el rastro pasa a ser, de la mano de este artista, el mecanismo de activación de un presente donde afectos y efectos se encuentran.