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miércoles, 30 de abril de 2025
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Volvemos a la basura

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Diario EL PUEBLO digital
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En estas columnas nos hemos cansado de insistir sobre la nefasta combinación de la basura de los salteños y el agua que consumimos.

El problema principal, a nuestro entender es la ubicación de la Toma de OSE, en Salto Chico, de donde se toma el agua del Río Uruguay, para luego potabilizarla y abastecer con ella a toda la población.

Esta Toma de OSE se ubica a no más 500 metros de la desembocadura del arroyo San Antonio, el mismo que recoge todas las inmundicias del basurero, incluido los denominados “barros” extraídos de los pozos negros.

Pero no seriamos totalmente honestos si no dijéramos que el problema de la basura va mucho más allá de esto. Que puede ser lo más grave hoy, pero seguramente será un aspecto más del problema dentro de algunos años.

Nos explicamos hay gente que cree que reciclando al menos parte de los residuos aportaríamos una gran solución y nos enfrascamos en elogiar lo que han hecho gobiernos de nuestra predilección y denostar lo que han hecho los restantes. Es decir “politizamos” un tema y así jamás lo asumiremos en toda su dimensión.

El tema del agua puso al desnudo este tema, que no se soluciona cambiando de lugar la Toma de OSE y llevándola más allá, aguas arriba donde todavía no aparece la desembocadura del San Antonio.

El problema es un tema ambiental y tiene que ver con toda nuestra conducta humana. Si alguien se considera más allá del mismo no es honesto. Es que bastaría con recorrer algunos de los lugares más “escondidos” de Salto para ver la realidad.

Es un problema cultural y permea a toda la sociedad. Existen planes, buenos propósitos, buenas ideas, pero son todos paños tibios que mucho dudamos que lleguen a tiempo.

El problema ambiental requiere el compromiso de todos del primero al último de los habitantes del planeta. Si tomamos por ejemplo el problema de los residuos plásticos, que pueden demorar hasta mil años en biodegradarse. Consideramos que debería de tomárselo en todo su dimensión, desde la fabricación (se estima que al año se produce algo así como 480 millones de toneladas en el mundo), hasta el consumidor que la compra y luego la descarta en cualquier lado.

Años atrás se señalaba que ya existían siete “islas” de plásticos en los mares, donde confluyen las corrientes marinas. A esta altura deben ser muchísimas más y el daño a la flora y la fauna marina es innegable. Sin embargo que sepamos no se ha tomado ninguna medida de fondo para impedir su fabricación.

A lo sumo se intentan medidas tibias, pero nadie se anima a ponerle el cascabel al gato.

A.R.D.

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