La reciente propuesta del edil Marziotte para que no haya cartelería política en espacios públicos nos parece adecuada, sensata y necesaria; además, no vislumbramos otra opción para, al menos, empezar a combatir algo que realmente afecta. Pero que queden claras algunas cosas: por un lado, que esto viene, en realidad, a tratar de poner punto final a los abusos; y por otro, que no va a ser (ni cerca) una solución definitiva.
Alguna vez fue tal el abuso de colocar cartelería en todas partes que hubo que actuar limitando lugares. Eso no dio resultado. Entonces se buscó solucionar el problema limitando el tiempo de exposición de los carteles: se estableció un plazo para retirarlos. Eso tampoco dio resultado. Y es así que ahora llegamos a esta prohibición, o intento al menos. Es decir, solo funcionamos en base a leyes o decretos que nos prohíban o permitan cosas, y eso es lamentable.
Que la medida propuesta es buena, no tenemos dudas, ya que actualmente son tantos los medios de comunicación que existen que los carteles se han vuelto un arcaísmo. Pero además un arcaísmo perjudicial: afecta todo, desde la estética de los espacios que son de todos hasta el medio ambiente (al convertirse inmediatamente en basura que no se recoge).
Pero a usted, ¿no le causa cierta desilusión pensar que seguimos siendo hijos del rigor y que solo empezaremos a hacer las cosas bien cuando haya decretos o leyes? (Lo mismo pasó con el tabaco, con la pirotecnia y tanto más). ¿No le gustaría que se colocaran carteles sí, pero solamente en ciertos lugares y que al otro día de las elecciones ya se quitaran todos? Sí, sé que sería lo ideal, pero ¿sería mucho pedir?
En definitiva, es buena la propuesta del edil, pero sinceramente creemos que los límites se van a seguir forzando por parte de aquellos acostumbrados al abuso. Es cuestión de conciencia.